Jackson entendió a la perfección el mundo de Tolkien. Armó su trilogía con una atmósfera tenebrosa, sórdida, pero sobre todo mágica (a diferencia de las películas que sí están basadas en magos). La habilidad narrativa del director permite que a lo largo de tres horas entendamos a la perfección una novela compleja y super poblada de personajes. Cada actor está perfectamente bordado a su personaje, los efectos visuales son impresionantes, aún hoy deslumbran. Howard Shore nos regala uno de los mejores scores de la historia. Todo en este filme es perfecto. Un blockbuster de calidad, de uno entre mil. Imprescindible.

Gus es tan osado, que se atreve a contar una historia... SIN HISTORIA! Porque lo que vemos en pantalla es la sucesión de situaciones cotidianas (y por ende banales y aburridas) y que sin embargo están abriendo los ojos al espectador hacia el mundo adolescente y criticando a la sociedad. Con una excelsa fotografía (fría, distante) y una dirección con una templanza soberbia, Van Sant filma su mejor película, la más sincera, la más íntima, la mas verdadera. Uno solo puede sentir como revienta el cerebro al terminar el filme y cuestionarnos sin parar sobre lo que acabamos de ver, porque nosotros somos responsables de crear al monstruo, la sociedad es la culpable de las guerras, de las matanzas estudiantiles, del bullying, de la bulimia, de la intolerancia. Porque este filme es más que eso, es una radiografía de la actualidad.

P.T. Anderson es un cineasta consumado. No tiene que demostrárselo a nadie con este filme. Él es un autor en regla, un hombre que matiza y dibuja a sus personajes con una precisión quirúrjica y que sabe entretejer historias como si fuera un dios. Es un gran director de actores, sabe manejar bien la cámara (su puesta en cámara y su puesta en escena son siempre soberbias) y exige lo que necesita de la banda sonora. Ya demostró todos estos aspectos en toda su filmografía anterior. Pero con THE MASTER, hay que decir que Anderson se queda corto. Es la historia del retorcido mundo interior de un hombre resquebrajado física y moralmente. Hasta aquí, nada nuevo. El problema comienza cuando el cineasta se va por las ramas, dice cosas que no tienen sentido aparente y descuida al personaje de Amy Adams. Se toma demasiado en serio una historia ficticia y termina por ser devorado por la misma. La fotografía, las actuaciones y el diseño de producción son inmejorables. Pero paradójicamente, estamos ante la obra menos lograda de Anderson, la más descuidada, la más pretenciosa. Pero no es para alarmarse. Él no tiene nada que demostrar. Sigue siendo uno de los tres mejores cieneastas norteamericanos en activo.

Este filme nos regala la visión más fiel y centrada sobre personaje de Juana de Arco, tantas veces manoseada y maltratada en otras versiones. Falconetti es simplemente soberbia, sus lágrimas, su mirada vacía, sus pálidos labios y su tez fantasmal transmiten más de lo que uno puede soportar. Mención a parte para la edición, la continuidad en los planos y el orden de los mismos en las escenas climáticas. La fotografía es gloriosa, espléndida; los claroscuros y la iluminación son realmente celestiales (la influencia expresionista alemana es innegable). Dreyer elabora una fábula, una obra de arte que demuestra a base de close-ups que las imágenes son lo más importante en el cine, imágenes que detonen emociones incontenibles. Complementada de manera excepcional por la música Voices of light de Richard Einhorn (esto enriquece más, si es que se puede, la experiencia).
Una película que debe verse para constatar que el cine SÍ es un arte. A todos los detractores de esta afirmación, por favor échenle un ojo a esta obra maestra.

Ufff... Lost es sin duda un parteaguas en la historia de la televisión. Por muchas razones, porque su presupuesto colosal está aprovechado al máximo (no como The Pacific de Spielberg), porque el desarrollo críptico y complejo a base de flashbacks demostró que se puede ser original y porque Locke, Sawyer, Ben (entre otros) pasarán a la historia como grandes personajes de la televisión. Sin embargo esta serie se vanaglorió tanto en sí misma, se regodeó con tanto esfuerzo en su propia fórmula que terminó siendo un churro insoportable. La exhorbitante cantidad de personajes termina comiéndose a la serie misma, las historias paralelas (e incluso las historias paralelas de las historias paralelas) al final se sienten sin sentido, sin razón. Llegó un momento (por ahí de la cuarta temporada) en el que la serie perdió la brújula y jamás la encontró.
El final es acertado porque deja tantos cabos sueltos que uno simplemente se resigna y dice "por lo menos, ya terminó". Los valores de producción son inmejorables sin duda, pero el desarrollo de una serie que prometía ser una obra maestra, se convirtió en el ejemplo perfecto de lo que no se debe de hacer en una seria de televisión: alargarla innecesariamente.