Aquí se mezcla la propaganda con un guión infernal y malo, con diálogos infumables. Niño repelente, pueblerino odioso y actores ridículos.
Para olvidar y tomarse algo fuerte que te haga superar el trauma.
Intenta ser una mezcla de historieta y propaganda y queda en nada.
Para olvidar.

Tenía 17 años y cuando la vi me impresionó la nueva era de las comunicaciones y los ordenadores, cómo desde un simple teléfono modem y un ordenador tan simple podías comunicarte con otras personas o fácilmente entrar en un banco o en una institución.
La historia es muy interesante no sólo por el planteamiento de la sustitución del hombre por una máquina, sino por un planteamiento más que real de que un ordenador provoque una hecatombe nuclear como ya estuvo a punto de ocurrir desde el centro de control de comandos en las afueras de Moscú, cuando el oficial al mando gracias a que dudó en todo momento de un supuesto ataque nuclear de los EE.UU no dio la orden de lanzar los misiles y nos libró de desaparecer.
Merece mucho la pena ver esta película que nos traslada a los 80 y las salas recreativas de monedas.
Con el tiempo estas salas denunciaban a los centros con ordenadores que permitían al usuario navegar, ya que nadie se gastaba el dinero en las máquinas y prefería jugar online o simplemente usar el IRC.
El primer juego al que jugué online era el "Ultima Online", grandioso para la época.

Tenía una novia asistente social que me invitó a ver este engendro y desde entonces desarrollé un profundo odio hacia estas películas con discapacitados mentales, hacia DiCaprio y toda la morralla sensiblera cinematográfica.
No soporto estos bodrios de sábado por la tarde que ni para echar la siesta. Nauseabundo film.
Una historia soporífera.
No perder el tiempo.
Soporífera, para echar la siesta a gusto.

En su día veías esta película y te quedabas asombrado. Hoy no soportarías ni 10 minutos, de música estruendosa ochentera y de tópicos de una época en la que el binomio ordenador-robot era lo más.
Un truño enorme, un aburrimiento total que se ha quedado en una mera anécdota de una época hortera y tontuna.
Y no es que ahora estemos mejor, sino que hemos involucionado hacia una sociedad hostil, chulesca, prepotente y egocéntrica. En los 80 teníamos una mentalidad infantiloide e ingénua. Ahora la mala leche es lo habitual.
No vale ni para echarse la siesta.

Es mala de solemnidad, vacía del todo, ni diálogos, ni historia, ni efectos especiales, que son de traca.
Hemos evolucionado y entonces pecábamos de un infatilismo total. una ingenuidad que se ha ido disolviendo con el paso de los años dejando un amargo recuerdo.
Tristemente me doy cuenta de las porquerías que nos tragábamos en esa época.
Qué malo es cumplir años.