Sorprendente trama que mezcla crisis personales y de fe religiosa con investigaciones policiales y paranormales. Este contenido hace que la película muerda más de lo que puede tragar y vaya dejando cabos sueltos aquí y allá.

Indagando en la naturaleza de los sucesos extraordinarios que ocurren, pierde la oportunidad de confrontar ciencia y fe.
Desarrollando la trama policial, simplifica demasiado la investigación y deja opciones sin explorar. La investigación paranormal queda totalmente esquemática.
Analizando las crisis personales y de fe, pierde la oportunidad de profundizar en los personajes, en la vida y en la religión.

Muestra falta de agilidad en la resolución de las escenas y un desagradable uso de los efectos de sonido que no tienen perdón de dios. Algunas situaciones son demasiado casuales, la más clara es el evento que dispara el desenlace.
A destacar el acertado reparto y algunas escenas que causan impresión. ¡Hostias!

Chorrada porque maquilla su vacío con escenas supuestamente ingeniosas que más bien son simplones giros de tuerca de las convenciones del género. Chorrada porque el espectador puede dejar sin ver casi cualquier escena y no se pierde nada. Chorrada porque es poco original a pesar de algunas escenas con chispa y cae en los tópicos del género (sueño que parece realidad, golpes sonoros, personajes sin desarrollar,...). Chorrada porque la segunda mitad es una sucesión de peleas semejantes unas a otras que se hace eterna.

Blanca porque el entorno nevado aporta una estética preciosista y original.

Roja ("Roji-") porque entra en una espiral de casquería efectista que queda bonita contra el fondo blanco.

Se autoproclama como homenaje/parodia de películas anteriores del género. Pues vale, pero eso no aumenta el valor de su propuesta superficial sin contenidos. El único momento interesante es la explicación del origen del problema por el abuelo que se invita a la cabaña, muy poco para tanto metraje.

Choque de culturas asimétricas: conquistadores contra conquistados, materialistas contra espiritualistas, modernistas contra tradicionalistas, sociedad mayoritaria contra gueto. Estos conflictos se incluyen dentro de una trama policiaca que en algunos momentos adolece de falta de vigor. Y en medio de todo, el protagonista que se debate entre complicarse haciendo lo que considera justo o ir a lo fácil, entre implicarse personalmente o ser un simple observador, entre las creencias y valores recién descubiertos o los asumidos hasta el momento.

Todos los conflictos anteriores se desarrollan de una forma demasiado convencional; falta chispa narrativa, imaginación visual en algunas escenas clave y mayor síntesis en el desenlace.

Un día de estrés. La rutina de la vida quita tiempo para hacer otras actividades más interesantes. Éste es el principal problema de la arquetípica protagonista de clase media que, en su carrera contrarreloj, resulta más histérica que reflexiva, simpática o graciosa, lo mismo que la propia película.

Lo mejor es el plano secuencia de comienzo que ya contiene los temas que se van a tratar.
Del resto, llama la atención la falta de sutileza. Diálogos y monólogos con un discurso demasiado directo y evidente que resultan poco atractivos. En muchos momentos resulta demasiado reivindicativa (mensajes feministas incluidos) y poco fresca.
En el tramo final el histerismo se atenúa y se consigue tiempo para disfrutar del presente, tanto los personajes como el espectador.

No da miedo, da pánico; pero aterra por su falta de calidad, no por su trama de sustos baratos.

La intensidad del conjunto es nula. Falta de rigor, imaginación e interpretaciones que empeoran la torpe y ligera carga dramática. Escenas mal resueltas que se corresponden con situaciones simplistas sin interés.
Tópicos de serie-b como la cámara acechando detrás de los árboles a la víctima.
El chaval protagonista acaba cayendo gordo.
No se molesta en recalcar el paso del tiempo: el argumento transcurre en varios meses y la impresión que da es que sucede en pocos días.
Del final mejor no comentar nada.