El ilusionista

"El ilusionista" es una película que acaba siendo lo que cuenta. Los guionistas y el director no se complican demasiado la vida e intentan pisar terreno seguro, tomando los riesgos justos para conseguir que sea eficaz una película que basa su éxito en la sorpresa pero sin desviarse de un argumento y una realización marcados con precisión de producto comercial que tiene claro a qué juega.

La endeblez de los primeros minutos se supera fácilmente cuando dos pesos pesados de la talla de Burns y Giamatti entran en escena. Su (muy bueno) duelo interpretativo mantiene siempre la película a buen nivel y sostiene una trama con lagunas que , de otro modo, no sabemos si se derrumbaría. La belleza exótica, casi morbosa, de Jessica Biel añade condimento a la película. Un malo demasiado malo y previsible lastra la interpretación de Rufus Sewell. Sobra algo de hiel en este personaje y también algo de almíbar en la historia amorosa pero salvo en algunos momentos la películo no se resiente.

La cámara subraya con solidez lo necesario y oculta lo que no quiere que veamos disimulando bien sus juegos de manos y en el tramo final se acelera, empujada por un guión que intenta tal vez que tengamos el menor tiempo posible para reflexionar sobre la verdad de lo que nos cuenta.

Calculadamente, sin más riesgos ni piruetas de los que sus autores han considerado necesarios para lograr su objetivo, la película consigue lo que pretende: divertirnos durante dos horas y sorprendernos en su minuto final. Como en un correcto ejercicio de magia, el truco logra arrancar nuestro aplauso pero nos vamos de la sala sabiendo que no deja de ser un truco.

Viena, 1900, imperio austro-húngaro, algo “acartonada” actuación del protagonista Edward Norton (de madera, enigmático) como el ilusionista Eisenheim y de su enamorada, la duquesa Sophie (Jessica Biel) (de madera).
Película romántica, gótica, manifiesta su condición de entretenimiento fantasioso, formal y no realista, en el color de sus imágenes y en el desenlace "ilusionista", que no explica nada porque es ilusión. Actuaciones desparejas del elenco, buenas imágenes de las calles, edificios e interiores del rico imperio, superchería cinematográfica sobre escenas teatrales con efectos especiales. En una entrevista con Jessica Biel, se puede comprobar que ella es más bella, simpática y vivaz que su personaje, si actuara más natural podría deslumbrar, pero el tema y el modo se lo impiden. De todas maneras, por ser la primera película del director, no está mal, se puede ver.

Una gran oportunidad desaprovechada, para mi gusto. Sin embargo, no niego que la película tiene un mérito importante: toda la astucia y habilidad con la que un mago capta nuestra atención y nos emboba, es utilizada por el director para atrapar a su espectador hasta el final.

Se trata de un guión en el que la linealidad y el efectismo son los atributos principales. Esquema: Truco-Avance-Truco-Avance... Los personajes no están desarrollados. La historia no da para más. Durante el transcurso del filme se crea un cierto interés más en cómo puede hacer semejante truco -a cual más fantástico- que si Edward Norton podrá volver con su novia-amiga de la infancia. En unos veinte minutos finales apabullantes, que podrían haber sido aprovechados con mucha más brillantez, no nos llega a causar el efecto -supongo que deseado por el director- el hecho de que un mago pueda hacer caer a un imperio, inculcando sentimientos "republicanos" en el pueblo que acude al teatro a verle.

Mi crítica más dura a la película, que recordemos, es entretenida y en cierto modo interesante, es el final. Un final en que, subestimando completamente la inteligencia del espectador, se nos resuelve todo de manera ideal. La trama más importante de la segunda mitad del filme, planteada como un truco, se resuelve, paso por paso. Será por criterios comerciales o por lo que sea, pero hubiese sido una película mucho más redonda si sólo se nos hubiera dado al final una sutil indicación para que nosotros personalmente intepretásemos los hechos como queramos o podamos, como hacemos con los trucos de magia que vemos.

Lo bueno de esta película es que no quiere sorprender al espectador con grandes dosis de magia ni parecer una telenovela barata de TVE1 como El truco final: el prestigio. Consiguen lo que quieren con simpleza y efectividad, como si fueran magos de verdad. Nos enseñan una mano y con la otra nos sacan una moneda por detrás de la oreja. El romance de infancia está muy bien llevado y el truco fantasmal, consigue su objetivo, engañarnos; consigue demostrar que a veces la verdad no tiene porque ser cierta, mientras nos la creamos. Gracias y saludos.

Cinta que cumple pero no más. Partiendo de una historia entretenida y de una estética muy romántica se ve con atención pero por momentos su lentitud cansa. Norton y Giamatti demuestran su constante calidad y consiguen dar un mayor valor a una cinta que sin ellos empezaría a ser mala. Cumple.