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Exodus: Dioses y reyes

Aventuras. Drama Narra la historia de Moisés (Christian Bale), un hombre de extraordinario valor que desafió al faraón Ramsés (Joel Edgerton) y liberó a 600.000 esclavos, que protagonizaron una épica y peligrosa huida a través de Egipto en busca de la Tierra Prometida. (FILMAFFINITY)
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Críticas 222
Críticas ordenadas por utilidad
5 de diciembre de 2014
20 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
He de reconocer que quizás no sea del todo imparcial en esta ocasión ya que me considero un gran fan de Ridley Scott (director de esta película) tanto que ya solo el hecho de que él esté detrás de una película ya me merece el pago de la entrada aunque también reconozco que es un director muy irregular capaz de dejarnos verdaderas obras de arte atemporales como “Aliens: el octavo pasajero”, “Blade runner” o “Gladiator” con otras producciones que pasan por la cartelera sin pena ni gloria como “Un buen año” o “El Consejero”.

En esta ocasión tenemos al Ridley mas épico embarcado en una gran producción y eso se nota ya en la introducción con la primera batalla tanto en la ambientación, decorados y en la planificación de grandes multitudes (algo en lo que él es especialista) pero después de esta la historia se relaja para centrarse en los personajes y en una historia por todos conocida que se aleja todo lo posible en su faceta más religiosa e intenta mostrárnosla de una forma lo más realista posible y es en esta parte central de la película en donde se ven los altibajos más evidentes mostrándonos algunos sucesos que pasan de forma demasiado precipitada (muerte del faraón, noviazgo y casamiento de Moisés, etc…) algo que me hace pensar en que es probable que haya una versión extendida o del director con otros que se hacen largos y pesados.

Christian Bale destaca sobre un numeroso reparto de actores con bastantes secundarios recayendo la mayor parte de la película sobre él y pasando por diferentes estados y caracterizaciones, especial mención para la actriz española María Valverde que aunque hace un papel secundario no lo hace nada mal para ser su primera incursión en una gran superproducción americana algo que me hacía pensar si no estaríamos ante una nueva Penélope Cruz en su primer paso hacia Hollywood, el tiempo lo dirá…

Por lo que los que vayan a ver una superproducción llena de acción y batallas o algo muy centrado en el aspecto más religioso de la historia seguramente salgan decepcionados, a mí por lo menos me ha dado lo que esperaba de ella una superproducción visualmente impresionante bien rodada y con escenas y paisajes excelentes.

Lo mejor: La batalla del principio y el final.

Lo peor: Su duración y que se hace pesada en algunos tramos.
Deividsan
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6 de diciembre de 2014
20 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ridley Scott, un hombre que pudo convertirse dentro del mundo del cine en un dios con títulos ya míticos, empezó desde hace tiempo su particular éxodo al mundo de los mediocres al alternar estas con películas fallidas, incluso alguna que otra mala. Atrás quedaron sus mayores logros, poco queda hoy día de esa inspiración y gracias a esa estela que aún permanece, sigue siendo un nombre vendible. Sin mencionar a ser posible ninguna de sus otras obras, para qué despistarnos más, y ciñéndonos concretamente a “Exodus: Dioses y reyes” diremos para resumir, que se trata de una mala película. Pocos son los momentos bien llevados, pocas son las escenas rotundas que resulten espectaculares, como breves son las escenas del antiguo Egipto con colorines preciosos que me esperaba de él. Y muchos son los momentos plúmbeos, farragosos, mal contados, hay excesivas escenas rodadas en "noche americana", más que en un espagueti western, y cuenta con diálogos de desigual fortuna, todo ello acentuado por unos personajes mal descritos y unas elipsis tremendas junto a una casi omisión a todo lo perteneciente al tema “divino”. Se habla de fe pero no hay alma, no hay conflicto abierto de religiones ni conflictos internos, aunque sí algunas dudas intelectuales y muchas batallitas o peleas. Un guión inesperadamente malo, porque ante un gran presupuesto era lo primero que tendría que estar bien, además porque han contado con guionistas célebres para su elaboración, y menos mal que la historia nos la sabíamos, porque si no nos hubiéramos perdido antes de llegar al final.
Sus intentos por llevarnos en sus escenas bélicas al cine japonés, sobre todo en los planos más abiertos donde se juegan con contrastes, su montaje, su fotografía o la acertada música de Alberto Iglesias siguen las exigencias de la producción y sus convencionalismos, pero caen en saco roto, son mero envoltorio por un Scott que ha confiado más, de nuevo, en su apariencia que en currarse su esqueleto. Weaver y Kingsley aparecen poco, hablan menos y espero que hayan cobrado más que nunca, son mero gancho comercial. El resto hace lo que puede, sobre todo Bale, pero son intentos vanos. Finalmente la película cansa, y aún a pesar de los estruendos de los efectos de sonido, imagino que a algún que otro espectador igual hasta echará una cabezada, sobre todo si la ve cómodamente en su casa. Y todo esto me hace temblar ante este nuevo género bíblico descafeinado, muy digitalizado pero carente de ingenio en el que se continuará adaptando o produciendo remakes (ya anunciados como el de “Ben- Hur”) que presumiblemente seguirán esta línea más cercana al videojuego que al cine épico clásico, con personajes que son casi caricaturas de cartón piedra. Y precisamente en ese cine clásico, que tanto utilizaba el cartón piedra, como por ejemplo De Mille, fuera en blanco y negro o en color, y que es despreciado por algunos en la actualidad, era mucho más concreto en sus intenciones, sus personajes tenían más carne y sus objetivos eran más concretos, sus magnificencias y despliegue de medios o masas aún deslumbra, y lo más importante, había talento. Esta clase de productos no me dejan poso, me dejan mal sabor y tengo claro que nunca más los querría volver a ver, ni siquiera zapeando.
Maggie Smee
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18 de abril de 2015
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el habitual homo mundano se dispone enfrentarse durante 150 minutos a la caja tonta, suele pedir más que entretenimiento, por eso, cuando la titánica histórica narrativa visual se mezcla con genios de la dirección, interpretación, escritura, música y del arte babilónico de la seducción de la tercera industria más hipócrita que ha dado la humanidad (la primera es la banca y la segunda la religión), el cine, pide por lo menos que los pelos se le pongan como escarpias, o qué las lágrimas broten sin sentido o que simplemente se le escape un grito de incierto placer, y en este caso singular, que por lo menos, la historia, llegue hasta la más oculta neurona de nuestro haraganeo cerebro, que se nos marque por años y que deje huella en el documental histórico sintetizado de este arte, y para ello sólo se necesitaba una cualidad, "Grandiosidad", sustantivo de "Grandioso", que simplemente viene a sustituir a palabras como sobresaliente o magnífico y que por desgracia, adjetivos que carece este film, más cercano a lo habitual, común y ordinario.

En resumen, si no fuera por el dinero invertido sería una chapuza de "Manolo y Compañía" , pero en definitiva no deja de ser una decepción en toda regla.
Ranxomare
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6 de diciembre de 2014
16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva adaptación de la historia bíblica de Moisés tiene escenas verdaderamente conseguidas y como casi siempre Christian Bale cumple sobradamente. Joel Edgerton (Warrior) tiene que lidiar con unos diálogos con los que es difícil destacar, pero al menos consigue crear un personaje creíble. El problema es que hay poco mas que destacar de esta película.
Aaron Paul y Ben Kingsley están totalmente desaprovechados con unos personajes planos en todos los aspectos. Lo peor de la película son sus saltos temporales mal hilados dejando historias a medias e incluyendo aclaraciones innecesarias. La historia entre los hermanos no llega a dejar momentos que se te claven en la memoria como pueda pasar en la adaptación en versión animada de 1998 (El príncipe de Egipto) desaprovechando a dos actores en toda regla.
En resumen, los 150 minutos no se llegan a hacer tediosos, pero si te preguntan unas horas después de salir del cine que cual es tu escena favorita posiblemente tengas que responder que te suena que había unos efectos que molaban.
Laura
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10 de diciembre de 2014
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué le ha pasado a Ridley Scott? Es la pregunta que algunos cinéfilos como yo nos venimos haciendo al salir de una sala de cine luego de ver sus últimas películas. Quizás algunos crean que el verdadero Ridley fue abducido por los extraterrestres, pero no, como veremos a continuación, la causal de su declive como hacedor de obras de culto de la talla de “Alien: el octavo pasajero” o “Blade Runner”, tiene que ver con algo pequeño y verde pero no precisamente hombrecitos venidos del espacio exterior.

En “Éxodo: Dioses y Reyes” reviviremos el relato bíblico protagonizado por Moisés (Christian Bale) mientras intenta guiar al pueblo hebreo fuera de Egipto y conducirlo hacia la “tierra prometida”. Para esto tendrá que enfrentarse al despótico poder del faraón Ramsés II (Joel Edgerton) quien intentará retener a sus esclavos de todas las maneras posibles.

¿Qué puede tener de malo este archiconocido texto en manos de un director como Ridley Scott? Todo.

Para empezar, la química entre los actores es casi inexistente, sus interpretaciones lucen incomodas, forzadas, inverosímiles, quizás no demasiado convencidos con lo que el amigo Scott intentaba poner en pantalla.

Desde un Christian Bale perdido dentro de un universo del cual parece ajeno, un Joel Edgerton al que el papel de Ramses II le ha quedado extremadamente grande, una Sigourney Weaver desaprovechada en un personaje casi anecdótico, y un Aaron Paul (conocido por su actuación en la serie Breaking Bad) en la misma línea fantasmagórica que la actriz de “Alien”. Quizás el único que se salve en este apartado es John Turturro quien interpreta a un fugaz pero bien actuado Seti I.

Pero claro, si las actuaciones no están a la altura, el veterano director nos deslumbrará con una atmósfera mística y unos escenarios monumentales… no, nada más lejos de ello. Principalmente por dos razones que veremos a continuación.

“Éxodo: Dioses y Reyes” apela hasta el exceso a escenarios creados por computadora que, en su perfección, como sucede en el común de las últimas superproducciones del Hollywood actual, transmiten en demasía una sensación de artificialidad a la hora de mostrar las impactantes construcciones egipcias.

Quizás, dicho atributo no sea del todo negativo en películas de otros géneros cinematográficos, pero a la hora de retratar el Egipto antiguo no es para nada creíble.

Los que conocemos el relato, pensamos: si las actuaciones son inverosímiles y los escenarios artificiales, ahora vendrá el retrato de las plagas y la ira del dios del pueblo hebreo para salvarnos de este soporífero film. Lamento decepcionarlos, porque de este bodrio no nos salvará ni dios, que en la película es encarnado por un niño malcriado tan poco interesante que nos hará mirar el reloj para saber cuándo, por fin, podremos salir corriendo de la sala.

Por supuesto, ustedes se preguntaran por las plagas. Tal vez hubiese sido lo único rescatable visualmente hablando, si no fuera porque al señor Scott se le ocurrió hacer gala de su ateísmo cientificista, y mostrarnos explicaciones lógicas sobre las situaciones milagrosas que van sucediendo en el film.

Allí, donde podría haber sido bien utilizada la digitalización de las imágenes, al cineasta se le ocurrió la magnífica idea de ponerse realista….¡Que le vamos a hacer!

Y llegamos a la parte del guion. Aquí los encargados del mismo parecen no saber bien que quieren contar: un mito, un hecho histórico, una aventura; se pierden dándole un tono al relato de seriedad extrema y realismo del cual ni ellos mismos parecen estar muy convencidos. El resultado es un híbrido poco imaginativo de un relato bíblico que, de por sí, ya ha sido representado infinidad de veces.

En “Éxodo”, el director de “Gladiador” parece confirmar su declive como cineasta de alto vuelo para reafirmar su vertiente comercial, sólo que lo hace de una manera tan poco atractiva que se queda a medio camino, dejando lo poco que quedaba de su prestigio como hacedor de filmes perdurables guardado en el cajón de algún antiguo cineclub francés de la década del ‘20.

Reseña publicada en: http://www.gacetamercantil.com/notas/66853/%C3%89xodo-dioses-bostezos-.html
martinberaza
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