The Nightingale

De ninguna manera calificaría la película como mala. Es posible que lo sea, si se considera que la cantidad de cosas que pasan en los primeros 35 minutos se sienten innecesariamente duras de soportar, incluso con trucos de edición y cinematográficos que evitan que todo sea explícito/gráfico.

Lo cierto es que la trama no es nada que no se haya visto, sólo que hecha con un compromiso al realismo que la hace superior a otros intentos similares. Quizás lenta para algunos, funcionaba muy bien para mí, hasta la llegada al tercer acto. Y aquí surge mi mayor problema con la película: las decisiones que se toman. Algunos de los twists (o sorpresas) y cómo reaccionan los personajes ante esas situaciones, me parecen muy cuestionables, como forzadas y salidas de otra película menos realista y más típica.

O quizás sea al revés, y esas decisiones mantienen el realismo y yo, al haber “sufrido” la crudeza de los primeros actos, hubiera desaseado/esperado un desenlace diferente que permitiese liberar el mal sabor de lo anterior. En todo caso, me pareció buena, y quizás hasta sea mejor que eso.

Si después de los pestiños de La favorita (2018) y de Retrato de una mujer en llamas(2019), entre otros, contemplamos La ruiseñora podríamos preguntarnos si es ese el rumbo que ha tomado el cine de género, por llamar de alguna manera, a una cinematografía que para la reivindicación y el empoderamiento mujeril ha elegido las formas del tremendismo engalanado de astracán contadas en excesos de metraje cuyos argumentos no dan para más de 90 minutos, el resto se reparte entre tengo que contar algo pero no sé cómo y un prurito por el preciosismo gratuito y cargante que suele terminar por desinflar la película e inflar al espectador.
Cine manifestante, revoltillo de reivindicación indigenista con blacklife matter y heteropatriarcado que Jennifer Kent ambienta en el genocidio de los aborígenes tasmanos en una historia en la que a Jennifer se le va la mano en el parcialismo y sobre todo en la truculencia -se ve que tomó nota como ayudante de dirección en Dogville (2000)-
Pero el mensaje se impone a costa del tempo, del racord y la verosimilitud argumental con el resultado de una peripecia cuya credibilidad se asemeja a las películas de aventuras, serie B, años 50.
En definitiva, excesiva en el metraje, en el mensaje que desea transmitir, en su parcialidad y en una crudeza inversa a la credibilidad que ofrecen las interpretaciones. El 5 valga por la labor técnica: está bien filmada y fotografiada
Álvaro.