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Voto de Pas:
8
21 de enero de 2009
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Imagínate, un autobús lleno de vodka y ellos que se quieren parar a mirar unas ruinas." Es parte de una de las pocas anécdotas que cuentan los protagonistas de una historia parca en palabras en la que se dicen muchas cosas.
El propósito de los silencios, del tedio del que se quejan las chicas, de la frialdad con la que los personajes interactúan es emocionarnos de verdad cuando hay un mínimo gesto de acercamiento. Cualquier conato de comprensión, de cariño o de gratitud nos muestra la sinceridad auténtica de los sentimientos y los extrapolan hasta abarcar de manera tangible conceptos abstractos como la soledad, el amor, la frustración o la amistad. Una cerilla cuyo calor reconforta más que una chimenea con mucha leña ardiendo.
Otro objetivo que persigue el habitual distanciamiento y minimalismo de Kaurismaki, elevados al cubo en "Agárrate el pañuelo, Tatiana", es el humor de algunas reacciones (Uno encierra a su madre en un cuarto porque no compró café y se va de casa) o el que se extrae de las escasas conversaciones de no más de tres o cuatro frases. Humor muy particular que no tendría sentido en un largometraje con abundantes estímulos.
Sencilla pincelada de menos de una hora de duración que incluye todos los males cotidianos del ser humano corriente. No hace falta decir nada más. Tal vez sí. El director emplea el blanco y negro. Los planos son en su mayoría generales y lejanos. El vodka se bebe directamente de la botella. El viaje nunca se termina. La música siempre será tu compañera.
El propósito de los silencios, del tedio del que se quejan las chicas, de la frialdad con la que los personajes interactúan es emocionarnos de verdad cuando hay un mínimo gesto de acercamiento. Cualquier conato de comprensión, de cariño o de gratitud nos muestra la sinceridad auténtica de los sentimientos y los extrapolan hasta abarcar de manera tangible conceptos abstractos como la soledad, el amor, la frustración o la amistad. Una cerilla cuyo calor reconforta más que una chimenea con mucha leña ardiendo.
Otro objetivo que persigue el habitual distanciamiento y minimalismo de Kaurismaki, elevados al cubo en "Agárrate el pañuelo, Tatiana", es el humor de algunas reacciones (Uno encierra a su madre en un cuarto porque no compró café y se va de casa) o el que se extrae de las escasas conversaciones de no más de tres o cuatro frases. Humor muy particular que no tendría sentido en un largometraje con abundantes estímulos.
Sencilla pincelada de menos de una hora de duración que incluye todos los males cotidianos del ser humano corriente. No hace falta decir nada más. Tal vez sí. El director emplea el blanco y negro. Los planos son en su mayoría generales y lejanos. El vodka se bebe directamente de la botella. El viaje nunca se termina. La música siempre será tu compañera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La ESCENA:
En el bar de un hotel de carretera, actúan un par de músicos. Ellos piden lo de siempre. Botellín de vodka y café. Ellas también toman algo. Nadie dice nada. Las chicas se aburren y van un momento a bailar. El del vodka, que no ha parado de beber en todo el metraje, le dice al adicto a la cafeína:
- Tías raras.
Obtiene por contestación:
- Este café es una mierda.
Ellas siguen bailando.
En el bar de un hotel de carretera, actúan un par de músicos. Ellos piden lo de siempre. Botellín de vodka y café. Ellas también toman algo. Nadie dice nada. Las chicas se aburren y van un momento a bailar. El del vodka, que no ha parado de beber en todo el metraje, le dice al adicto a la cafeína:
- Tías raras.
Obtiene por contestación:
- Este café es una mierda.
Ellas siguen bailando.