Si Lizabeth Scott te busca, tienes un problema. Y lo tienes porque ella es una bad girl, una mujer que no ahorra en medios malévolos en pos de conseguir su objetivo: pasta, pasta y más pasta. Solo si eres un tipo como O´Brien quizás tengas alguna posibilidad de salvarte y no ahogarte en las peligrosas tierras movedizas que la rubia crea a su alrededor. Incluso puede que transformes esas tumultuosas arenas en un jardín bonito y agradable donde poder asentar tus posaderas el resto de tus días. Pero claro, hay que ser un chico listo y saber moverse entre rubias fatales y abogados con instintos criminales.

Este es el planteamiento de este noir que engrosa la dilatada carrera en el género de dos actores que son iconos del mismo. Lizabeth Scott como eterna femme fatale, de gesto singular y rostro extraño pero de actuaciones solventes y siempre llenas de personalidad. Los que han caído a sus pies son incontables y legión los que lo hubieran hecho encantados. Mientras, O´Brien, protagonista de títulos inolvidables, encarna a ese personaje tan suyo y que termina siempre despertando la simpatía del público: un rufián de poca monta y a priori fácilmente manejable pero con fondo honesto y fachada impecable. La estelar pareja protagonista estará acompañada por Alexander Knox, un secundario de los de siempre y al que recordarán por su fantástico papel como marido de Irene (Ingrid Bergman) en “Europa 51” de nuestro querido Roberto Rossellini.

Film de metraje breve, interesante, con muchos aires de serie b y dirigido con decencia por un poco recordado Henry Levin cuyos acercamientos al western y al noir tuvieron siempre más calidad y menos pretensiones que las películas que realizó al final de su carrera y por las que, desgraciadamente, solo es conocido. Esta “Two of a Kind”, mejor que todas ellas, una película, sin duda, a rescatar.