El sudor frío recorre mi espalda. Me noto húmedo y no tiene pinta de que esto vaya a cambiar. Soy el afortunado ganador del premio "Tú, yo y todos los demás", voy a participar en una cena con los personajes del filme y además tendré la oportunidad de conocer a la directora y guionista, Miranda July junto al resto del equipo técnico.

La desesperación me invade. No soporto a ninguno de ellos, casi ninguno de los personajes representados me resulta atractivo. Mi único objetivo es sentarme entre las amigas colgadas, a ver si se les escapa algún favor sexual, y el chaval, que con apenas 8 años es ya un crack. Como sabe seducir, que arte para enamorar cuarentonas frustradas. Tampoco me importarías estar cerca del compañero de trabajo del protagonista en la zapatería. Es rápido vacilando, aunque al final resulte ser un cagado, creo que lo podré pasar bien a ratos con él.

El resto son para que les den de comer aparte. Me aburren, me resultan personajes planos e intrascendentes. Tuve deseos reales de golpear a la protagonista, también al padre y al hijo adolescente, que por suerte se redimió realizando el acto más memorable del filme, el sueño de todo adolescente y a "grosso modo" de cualquier hombre.

Pero lo peor es si me toca al lado de Miranda. No sé cómo reaccionaría. Es posible, que instintivamente y sin querer, la abofetee. Todo irá bien, mientras no me lleve la contraria. Le comentaré, que su película me ha llegado al alma, que es algo que nunca había visto antes, que es toda una experiencia espiritual, para luego, después de subirle el ego, comentarle que se dedique a otra cosa que si quiere le doy cinco euros por una mamada rápida en el baño, que seguro que lo hace mejor.

Luego, me levantaría, miraría a Miranda a los ojos con todo el odio que pudiera transmitir y me iría a casa.