La ceniza es el blanco más puro

Desde hace casi veinte años, Jia Zhang-ke se ha convertido en uno de los más reputados cineastas de la Sexta Generación del cine chino gracias a películas personales e inclasificables como "Naturaleza muerta" (León de Oro en el Festival de Venecia), "Un toque de violencia" (Premio al mejor guion en Cannes) o "Más allá de las montañas" (Premio del Público en San Sebastián). Para quien no conozca su obra, resulta fundamental el apoyo que ofrece el documental de Walter Salles "Jia Zhang-ke by Walter Salles", rodado por el director brasileño en 2014, que descubre a un cineasta singular y meticuloso, volcado en el retrato de las transformaciones sociales de su país.

La nueva obra de Jia Zhang-ke supone casi un compendio de todo su cine anterior, una suerte de resumen temático y estilístico del viaje recorrido por el autor, que comenzó con asumido embalaje neorrealista en sus primeras películas para virar hasta una abierta apuesta por el melodrama en sus últimos filmes. Y el melodrama también es el eje en "La ceniza es el blanco más puro", una narración en la que el director plantea una inmersión en una tragedia emocional, una historia de amor, cruel y emotiva a partes iguales, ambientada en el submundo mafioso, arropada por el manto de una pasión desatada y cosida a unos personajes marcados por el destino, la lealtad (o la falta de ella) y el declive de conceptos como el honor y la nobleza.



Qiao, la heroína de la película (un personaje creado a la medida de la actriz Zhao Tao, musa y esposa del director), se presenta como un símbolo de resistencia frente a una sociedad insincera, arribista y cobarde, al mismo tiempo que se erige en metáfora de la China actual (aunque la trama arranque en el año 2001), según la ve Jia Zhang-ke, un espejo de un país convulso y entregado a una modernización económica que zarandea con sus efectos a las familias, los individuos y la sociedad. La estremecida relación entre Qiao y su amante Bin, líder de una banda mafiosa, sacudida por eventualidades e intereses personales siempre cambiantes, camina en paralelo a los azares y réditos que mueven los cambios sociales. Qiao entrará en prisión por defender con violencia a su amado; cuando abandone la cárcel, su vínculo con Bing será aún más tormentoso, pese a que la pasión incandescente continúe formando un lazo inquebrantable que los une. Melodrama puro (no es vano pensar en un cóctel agitado que mezcle a Douglas Sirk con Fassbinder), "La ceniza es el blanco más puro", sacudida por un fuego interior, rebosa pasión entre su contenido acabado visual.

Las imágenes de Jia Zhang-ke son secas, cortantes, precisas, filmadas con escasos movimientos de cámara, y atrapan a sus personajes en encuadres tan precisos como sofocantes, con unos expresivos primeros planos en el caso de Qiao, en muchas ocasiones rodados cámara en mano, reflejo del temblor de la pasión que subyace en el relato y que es el motor de la película. Incluso los momentos de violencia están rodados con extrema sequedad, con afán de puro realismo, como la larga y vital secuencia que cierra el primer acto de la película, rodada además en un solo plano, reflejando escrupulosamente la continuidad de la acción.



El segundo y el tercer acto de "La ceniza es el blanco más puro" profundizan aún más en la hondura dramática de la trama y escapan ya de la cámara en mano para centrarse en encuadres estáticos, sobrios, con poca profundidad de campo. La tragedia de Qjao ya nos ha envuelto como espectadores y, cercanos a su rostro, la acompañaremos en un viaje en el que se moverá entre la traición y la hipocresía. Y en el que sentirá también la losa del paso del tiempo (otro de los temas más queridos por el director) y la carga de lo efímero de la existencia…

Son muchas las emociones que vibran en los rincones de esta estupenda película, emociones en muchos casos llevadas al límite, atrapadas entre la belicosidad y el romanticismo (motores también de "Más allá de las montañas") en un entorno desolado, casi descompuesto (cercano al de "Naturaleza muerta") en el que, sin embargo, podrían florecer estallidos de sensibilidad.