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Puñales por la espalda

Intriga Cuando el renombrado novelista de misterio Harlan Thrombey (Christopher Plummer) es encontrado muerto en su mansión, justo después de la celebración familiar de su 85 cumpleaños, el inquisitivo y cortés detective Benoit Blanc (Daniel Craig) es misteriosamente reclutado para investigar el asunto. Se moverá entre una red de pistas falsas y mentiras interesadas para tratar de descubrir la verdad tras la muerte del escritor.
¡A jugar a los detectives!
Nadie podrá decir que Rian Johnson no avisa de sus intensiones desde el principio de su película. En el inicio de "Puñales por la espalda" se muestra una taza con la inscripción "Mi casa, mis reglas". Es una pista para la trama detectivesca que comienza, sí, pero también es la base de las intenciones que desarrollará el director. A quien no le gusten sus reglas, que no juegue. Hoy, Johnson es popular por su trabajo en "Star Wars: Los últimos Jedi", pero muchos han olvidado sus dos excelentes primeras películas, "Brick" y "Looper", especialmente interesante la que supuso su debut, un memorable ejemplo de cine negro con acné, en el que trasladaba los modos del 'film noir' a un instituto, donde un tipo investigaba la muerte de su novia en aulas y pasillos, en lugar de en tugurios y despachos.

En pleno 2019, Johnson se atreve a retomar un género literario y cinematográfico casi ausente de las pantallas, el 'whodunit' (¿Quién lo hizo?), que alcanzó su esplendor con la inimitable Agatha Christie. Palabras mayores. Desde 1937, con "Diez negritos", de René Clair, hasta la resurrección de Poirot gracias a Kenneth Branagh en 2017 con "Asesinato en el Orient Express", las adaptaciones de Christie han regado la pantalla de misterios. Pero el género ha acumulado otros emblemas, como las seis películas protagonizadas por William Powell y Myrna Loy en la piel de los detectives Nick y Nora Charles, según la idea del "Thin Man" de Dashiell Hammett. Y hasta Robert Altman se sumó al 'whodunit' con "Gosford Park" en 2001, e incluso "El nombre de la rosa" bebe del género abiertamente.



"Puñales por la espalda" se sumerge de lleno en el misterio, con un puñado de sospechosos de haber cometido un crimen y el consabido y astuto detective de por medio. Pero también toma otros referentes, más lúdicos y divertidos, como "Un cadáver a los postres" e incluso "El juego del asesino", nacida del Cluedo. A Rian Johnson le interesa jugar y, en un ejemplo de posmodernidad, se muestra ecléctico y referencialmente voraz. Casi todo cabe en este monumento al esparcimiento.

El relato no ahorra un solo tópico, pero los reformula a su antojo y los agita con sapiencia: Harlan Thrombey, un reputado autor de novelas de misterio, es encontrado muerto en su mansión tras celebrar su 85 cumpleaños en compañía de su familia (un odiable grupo de personajes, a cual más repelente). Y allá que aparece Benoit Blanc (nombre francés, ¡bien sûr!), detective canónico donde los haya, aunque con alguna sorpresa que otra (atención a sus opiniones sobre la metafísica de los donuts), para descubrir quién lo ha asesinado. Tiene donde elegir entre el abanico de sospechosos interpretados por un reparto de campanillas. ¡A jugar!

El estupendo guion que ha escrito el propio Rian Johnson deja ver a un fanático del género, pero también a un hábil prestidigitador que sabe jugar con las expectativas que plantea el relato, como si de un muestrario de muñecas rusas se tratase: ahora por aquí, ahora por allá, el mago Johnson revuelca la trama en varias ocasiones, la cambia de registro, la revuelve entre un giro narrativo y otro e incluye momentos cómicos con una alegre desfachatez. Y, cuidado, que también aporta una velada crítica social que alcanza hasta a Trump y al crecimiento de la extrema derecha. Jugando, pero jugando limpio, Johnson deja las claves del enigma al alcance del espectador astuto. Pero, aunque se pueda adivinar la resolución, los saltos entre unos y otros personajes, sus historias cruzadas y los detalles que las hilan son suficientes para que la obra se convierta en inevitablemente adictiva.



Ahora bien, Johnson es también un apasionado depredador fílmico que saquea en su puesta en escena algunos modos formales de Hitchcock, los complementa con un poco del gamberrismo visual de Guy Ritchie y los agita con unos movimientos de cámara a lo Spielberg. Y, entre referente y referente (¡ahí es nada esa gabardina de Daniel Craig como si fuera el mismísimo Colombo o la presencia de autómatas en la mansión, como si "La huella" hubiera revivido), deja caer una cierta mirada propia en forma de juego con los encuadres, que tanto pueden aislar a un personaje concreto como llenarse de bullicio reuniendo en el plano a la mitad de los personajes.

Sí, es obligatorio hablar del reparto, tan nutrido como travieso, en el que Ana de Armas se convierte en sorprendente núcleo de la historia y donde sería injusto destacar a ninguno de sus miembros. Aunque, por devoción personal, cabe decir a quienes aún crean que Chris Evans no es un actor, que se acerquen a su trabajo en esta película. Y a quienes se duelan porque Daniel Craig ya no vaya a ser más el agente 007, que nos lo devuelvan a los demás espectadores, porque queremos verlo en muchos otros personajes, y si son tan divertidos y autoconscientes como este, mejor aún.

Prohibida para los puristas o los condescendientes y, especialmente, para quienes alzan la ceja ante cualquier intento de azotar los códigos intocables, "Puñales por la espalda" es, sin embargo, un manjar para quienes aún creen que en el cine uno puede esparcirse y regresar al espectador virgen y glotón que fue un día, ávido de sensaciones, de recreo y de jarana.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
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