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Los días que vendrán

Drama. Romance Vir (30) y Lluís (32) hace solo un año que salen juntos, cuando descubren que están “embarazados”. Durante 9 meses, seguiremos la aventura de esta joven pareja barcelonesa, el giro enorme que dará su vida, sus miedos, alegrías, sus expectativas y las realidades que, durante su embarazo, crecen ante ellos, intentando aprender a ser tres cuando ni siquiera habían tenido tiempo de aprender a ser dos. Utilizando el embarazo real de la ... [+]
La emocionante autenticidad del vídeo casero
Pocos momentos antes de empezar la proyección de ‘Los días que vendrán’, el director y co-guionista de la película sube al escenario para hacer la pertinente presentación de éste su tercer largometraje. Como dice que no quiere desvelarnos nada, se limita a emplazarnos al encuentro con el equipo del film que se producirá después de la sesión, a desearnos un buen visionado, y a pedirnos que, simplemente, nos dejemos llevar por el viaje (emocional) propuesto... y que no perdamos el tiempo preguntándonos qué es real y qué es ficción.

Y como no podía ser de otra manera, acierta. Porque la que de momento es la obra cumbre en su filmografía, confirma (y consagra) una fórmula que aunque no pueda considerarse como enteramente propia, sí que desprende esa autenticidad que parece que solo pueda encontrarse en las obras cuya contemplación nos sitúa a nosotros, espectadores, en la extraña (y por esto estimulante) región en la que lo verdadero limita con lo inventado. En el caso que ahora nos ocupa, y para entendernos, Carlos Marques-Marcet se propone filmar un proceso biológico (esto es, un embarazo) que tiene que ayudarnos a entender mejor la dimensión humana no solo de los objetos filmados, sino también de nosotros mismos.



Una pareja que apenas lleva un año junta, está inmersa en una especie de calma tensa definida, al mismo tiempo, por la ilusión y por el ataque de pánico al filo de la crisis cardíaca. Si hablan es simplemente para llenar el incómodo silencio, es decir, para liberar la tensión en una espera que se está eternizando. Ahí están, aguantándose el uno a la otra, y la una al otro; confiando en que el resultado de un test (aquel en el que estamos pensando) no salga positivo... pero no. La vida llama a la puerta de los jóvenes enamorados, y éstos inmediatamente se ponen a hacer cábalas para organizar sus respectivas vidas.

Como sucedía tanto en ‘10.000 KM’ como en ‘Tierra firme’, el autor barcelonés da a la pareja (sentimental, se entiende) la consideración de unidad humana mínima... aunque no necesariamente indivisible. Cada decisión que toma el individuo, irremediablemente afectará a este otro con el que comparte cama, sin importar demasiado la distancia a la que ésta se encuentre. Los dramas cómicos (o comedias dramáticas, si se prefiere) que salen de la cabeza de este cineasta, lucen así como un constante juego de equilibrios, en el que se pasa de la alegría desbordada a los llantos desconsolados en un abrir y cerrar de ojos, y en el que ninguna frase o gesto queda sin dejar huella en el interlocutor.



‘Los días que vendrán’, de hecho, empieza con la escena antes narrada, la cual pide a gritos ser correspondida con un consenso. Con un entendimiento no necesariamente igualitario en el peso de cada voto, pero que sin duda debe crear un espacio en el que nadie se sienta excluido. Con ello, Marques-Marcet sienta las bases de un relato episódico marca de la casa, en el que los tempos los determinarán las necesidades corporales, pero también, cómo no, esos vasos comunicantes en los que se convertirán el humor y el estado de ánimo de los protagonistas.

Unos personajes que no se sabe hasta qué punto son personas. Ahí está el encanto. El proyecto, de hecho, surgió del anuncio -verdadero- del embarazo de Maria Rodríguez Soto (el mayor descubrimiento de la película), cuya pareja en la vida real es David Verdaguer. El registro civil, ya se ve, se niega a contradecir a la ficha artística. El guion, por cierto, como marcan los cánones “linklaterianos” de la trilogía “Antes de...”, se nutrió de las aportaciones de ambos intérpretes, y aun así, salta a la vista que éste no es el único motor de la acción.



Muchas de las secuencias de ‘Los días que vendrán’ están llevadas por un evidente sentido de la improvisación, lo cual no hace sino reafirmar el carácter naturalista del producto. El gusto que encuentra en la reproducción de los procesos y etapas vitales más determinantes, solo puede compararse con el placer que produce la observación, por nuestra parte, de todos éstos. Marques-Marcet invoca aquellos ritos de iniciación que no hace falta haber pasado para sentirse identificado con aquellos que los están experimentando, en lo que solo se puede definir como un discreto y aun así contundente monumento a la empatía.

Lo escribe alguien que contempla la posibilidad de ser padre como un escenario todavía lejano, pero que se emociona, inevitablemente, ante la veracidad con la que se retrata el milagro de una nueva vida que llega, y que consiguientemente afecta a todas aquellas que le rodean. Entre la sofisticación embelesadora de la película excelentemente producida y la crudeza sincera del vídeo casero... es la fascinación contagiosa que levantan las relaciones humanas, plasmada a través de un delicioso trabajo actoral, y con la conciencia inquebrantable de que el artificio cinematográfico, en vez de falsear nuestro paso por el mundo, lo inmortaliza.
Escrita por Víctor Esquirol (FilmAffinity)
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