Haz click aquí para copiar la URL

La casa de verano

Drama. Comedia A una gran y hermosa casa de la Costa Azul, un lugar que parece fuera del tiempo y protegido contra el mundo, llega Anna con su hija para pasar unos días de descanso. Rodeada de su familia, sus amigos y sus empleados, Anna intenta como puede recuperarse de una ruptura reciente, a la vez que prepara la escritura de su próxima película. Tras las risas, las cóleras y los secretos se atisban las relaciones de dominación, los miedos y los ... [+]
Caricatura burguesa
En su faceta de actriz, Valeria Bruni Tedeschi se ha prodigado afanosamente en la pantalla desde su debut en 1986, en ocasiones hasta con cuatro películas en el mismo año. Detrás de la cámara, su carrera ha sido más pausada. Desde que filmase su primera obra en 2003, "La casa de verano" suma su cuarta película como directora. Y pese a que nació en Turín, Bruni Tedeschi se afincó en París cuando tenía nueve años, junto con su aristocrática familia, de modo que se puede considerar su obra como francesa en toda regla.

"La casa de verano" incide en el inicial planteamiento narrativo de sus anteriores películas: la autoficción. Sin ser plenamente filmes autobiográficos, hay mucho de ella misma en todas sus creaciones. Y más aún en este nuevo relato, cuya trama se desarrolla durante el verano en el que Bruni Tedeschi vivió la ruptura con su pareja, el también actor y director Louis Garrel. La directora, que también ejerce de actriz protagonista, interpreta a Anna, una cineasta que se traslada a una gran mansión de la Costa Azul situada casi fuera del tiempo, una suerte de acogedora e impermeable burbuja que permanece protegida de toda presencia exterior. Allí, rodeada de familia y amigos, intenta superar un fracaso sentimental y escribir el guion de su próxima película, de manera que en "La casa de verano" queda marcado muy pronto el juego de autorreferencias como pilar de la narración.



A pesar de que los nombres de los personajes no se corresponden con los de las figuras reales que los inspiran, cualquier espectador avisado podrá establecer paralelismos (la hermana de la autora, Carla Bruni, y su cuñado Nicolas Sarkozy, por ejemplo, son perfectamente rastreables). Para ahondar aún más en el juego, la madre de Bruni Tedeschi, Marisa Borini, interpreta a la madre de Anna; su hija, Oumy Bruni Garrel, asume el papel de hija de la protagonista; y la coguionista del filme, Noémie Lvovsky, interpreta a su vez en la ficción a la coguionista de Anna, Nathalie.

Pero entre todo este juego de espejos se percibe de manera flagrante la complicada tarea de cuajar el relato en un guion que camina dando bandazos, que intenta atender a todos los personajes presentes sin conseguir ahondar en ninguno de ellos. Más allá de la apuesta referencial, las criaturas que pueblan "La casa de verano" se convierten demasiado pronto en autómatas que pasean por el decorado y recitan sus diálogos. Bruni Tedeschi se impone como actriz, sí (sabe moverse con naturalidad entre los espasmos de su personaje; como ha demostrado en ya en decenas de películas es una intérprete dúctil que abarca muchos registros), aunque su Anna resulte finalmente, como el resto, más que desdibujada. Sin embargo, en su tarea de puesta en escena se muestra desconcertada: parece como si buscase entre los meandros de la trama con la intención de encontrar una estética que los acompañe, pero termina en una tierra de nadie estética que en nada beneficia a la película.



El retrato coral que se pretende trazar queda, de este modo, borroso, como un esbozo indefinido. Resulta casi anárquico el desfile de personajes que propone la trama, un conglomerado de patrones y empleados, hombres y mujeres felices e infelices, seres enamorados o cargados de odio… Y aún naufraga más el trazo casi de soslayo con el que crea un amago de crítica social cuyo espejo es el sistema de clases que pervive en este espacio cerrado. Un análisis que resulta antinatural, abrigado incluso por una cierta displicencia: los burgueses que crea "La casa de verano" se convierten en patéticos por obra de una mirada que los juzga antes de permitir que se expresen, un apriorismo que sitúa al narrador por encima de sus criaturas y que dice muy poco de la sutilidad de su dibujo.

Por lo demás, cuando Bruni Tedeschi se abandona a algunos rasgos humorísticos no deja de certificar, una vez más, su juego de guiños, y es en esos momentos en los que el guion muestra más al desnudo su fragilidad. Y cuando quiere manejar un tono irónico, los personajes han sido tan castigados por la fusta del directora que ya solo pueden aceptar un tono burlesco.

Una lástima. El microcosmos que crea Valeria Bruni Tedeschi resulta ser un espejo deformante que agiganta la caricatura de los personajes en lugar de hacerlos humanos para, después, hurgar en sus miserias. Las anteriores películas de la directora resultaban más frescas, incisivas y naturales. En su mano está que “La casa de verano” sea un simple un tropezón afianzado en una autocomplacencia mal entendida que, esperemos, sabrá dejar atrás.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
arrow