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Dilili en París

Dilili en París
2018 Francia
Animación
6,4
417
Animación. Drama. Intriga Dilili, una joven que llega de Nueva Caledonia a Francia, cuenta con la ayuda de su amigo repartidor para investigar una serie de misteriosos secuestros de chicas jóvenes en el París de la Belle Époque. En el curso de su investigación se encontrará con múltiples personajes extraordinarios que le irán dando pistas.
Feminismo y animación en la Belle Époque
Después de haber rodado un puñado de excelentes cortometrajes (algunos de los cuales pueden encontrarse en la Red), Michel Ocelot deslumbró en 1998 con su debut en el largometraje: "Kirikú y la bruja", una película inspirada en diferentes leyendas africanas, ya es un clásico del cine de animación. Desde entonces ha entregado, espaciadas en el tiempo pero con regularidad, obras maestras de la talla de "Kirikou et les bêtes sauvages", "Azur y Asmar" y "Los cuentos de la noche", películas alejadas del concepto de animación dominante y movidas por un espíritu mágico y colorista. Incluso en 2007, con 64 años, llegó a realizar para Björk el video clip "Earth Intruders".

El cine de Ocelot siempre se ha movido en universos marcados por la fantasía, por esos otros mundos que pueden estar en este. Su obra revela a un cineasta inquebrantable, lejano a las exigencias comerciales, singular hasta lo indecible, rebelde y osado. En esta ocasión, el maestro abandona su habitual querencia por la ensoñación y se zambulle en el París de la Belle Époque para seguir las aventuras de Dilili, una pequeña heroína infantil, llegada desde Nueva Caledonia y enfrentada con una red de misteriosos secuestros que asola la ciudad. "A veces, la vida resulta plenamente satisfactoria", asegura Dilili en un momento clave de la película. Y a veces, la experiencia como espectador de cine, tantas veces frustrante, lo resulta igualmente gracias a artistas como Michel Ocelot.



"Dilili en París", con la que el maestro ha ganado el César a la mejor película de animación, maneja muchas ideas y varias líneas narrativas en un viaje inabarcable y maravilloso que remite a los añejos folletines de misterio cultivados por Louis Feuillade, y que lanza en su trama un delicioso canto al optimismo y la "Joie de vivre" entre aventuras, suspenses y peripecias. Pero también incluye una combativa defensa del poder del progreso y de la razón y, en especial, del papel jugado por las mujeres, y convierte su obra en un relato de empoderamiento descubierto a través de los asombrados ojos de su protagonista infantil, así como en un contundente alegato feminista, tan hondo como razonado.

A bordo de un peculiar triciclo, Dilili cruzará su camino con toda suerte de personajes históricos, protagonistas de la vida cultural de la época, de la literatura, la pintura, la música y la ciencia, tantos y tan relevantes que conviene no enumerarlos, aunque puedan destacarse, acordes con el espíritu del filme, iconos femeninos que ayudarán a la heroína en su lucha contra el mal como la actriz Sarah Bernhardt, la precursora del feminismo en la Comuna de París Louis Michel, la escritora Colette o la escultora Camille Claudel.



La primera secuencia de "Dilili en París" juega con la combinación de ideas que estará presente a lo largo de la narración: una imagen ambientada en el contexto africano tan querido al autor se revelará, gracias a un sencillo movimiento de retroceso de la cámara, como una recreación, un "zoo humano", habitual en los primeros años del siglo XX, situado en los alrededores de una imperial torre Eiffel. La animación de Ocelot, que siempre ha estado apoyada en figuras de sombras chinescas y en estallidos de color, alcanza su cima en esta catarata de imágenes preciosistas y llenas de vida, en las que se combinan técnicas de animación para mezclar personajes que alternan el 3D y el 2D con espectaculares fotografías como fondos, con el objetivo de conseguir un tono visual que muestre el artificio de sus texturas, pero que se llene de vida y emotividad. Sensible y delicado, el filme pasea por un París alegre y cultural que contrasta con el siniestro mundo subterráneo en el que se mueve la organización secreta que amenaza a las jóvenes de la ciudad con el lema "París bonita, París podrida" (Ocelot no ahorra apuntes sobre el racismo, la injusticia y la intolerancia en una película rodeada de regocijo).

En pocas ocasiones París ha alcanzado tanto protagonismo en la pantalla. Un cineasta enamorado de la ciudad la recrea obsesivamente, al detalle, con un especial cariño. Y deja moverse a sus personajes por lugares tan representativos como el Moulin Rouge y el Arco del Triunfo, pero también se detiene, con singular precisión, en las callejuelas del corazón parisino, en los rincones de Montmartre o Montparnasse, recreándolos con afán puntilloso gracias a fotografías reales o coloreadas.

"Dilili en París" no solo es la cima del arte de un maestro, sino también una película que sitúa la animación en primera línea de la creación fílmica, una muestra de virtuosismo lleno de vida, acompañada por un discurso comprometido envuelto en peripecias aventureras que recuerdan a las de los libros de nuestra adolescencia. Todo ello en una sola película. Todo ello gracias a la mirada de un artista fuera de norma.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)

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