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El mundo sigue

Drama Barrio madrileño de Maravillas. Eloísa es una abnegada esposa y madre eficiente, que vive con su marido, un guardia municipal más autoritario en casa que en la calle y al que a veces se le va la mano. Su hijo es un beato que salió del seminario poco antes de convertirse en sacerdote, y que se pasa la vida estudiando y rezando para expiar los pecados de su familia. Las hijas, dos hermanas, obsesionadas cada una a su manera por la ... [+]
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Críticas 63
Críticas ordenadas por utilidad
9 de diciembre de 2012
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vamos a ver: blanco y negro, casi medio siglo de vida y una maravilla. Si fuera de hoy, y hubiera justicia y no compadreo, le tendrían que dar al menos cinco Goyas: película, director, guión, actor (Fernando Fernán Gómez), actriz secundaria (Milagros Leal) y alguno más si acaso.
Qué buena la ambientación en la España de los sesenta, sin ideologías, bastaba hacer el retrato de una sociedad donde había (como hoy) de todo.
La novela de Zunzunegui -tan olvidado hoy- es también muy buena.
¿Qué nos ha pasado? Pues eso: que se ha metido la ideología donde debería haber solo arte. Que todo se confía en el marketing -gracias a subvenciones- y sale lo que sale.
Gran película, a la altura, por supuesto, de clásicos como "Bienvenido Mr. Marshall", "Muerte de un ciclista" o "Calle Mayor".
En plena dictadura. ¿Y qué? En la dictadura de Isabel I (¿o alguien piensa que era una monarquiía democrática?) escribió Shakespeare... Y con Felipe II o Felipe III, Cervantes.

Al lado de obras como "El mundo sigue" lo de Almodóvar -con alguna excepción- suena a falso y a postizo. Por no hablar de las comeduras de coco de Amenábar...
yoparam
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19 de julio de 2015
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desaforado melodrama atrozmente explícito y deliberado. Casi un ejercicio de sadismo perpetrado sobre sus penosas criaturas.
"¿Qué fue de Babe Jane?" a la española (de hecho, se da la extraña casualidad de que las dos novelas, la de Farrell y Zunzunegui, en las que están basadas ambas películas, la de Aldrich y la de Gómez, son del mismo año, 1960; de ahí se podría deducir que se respiraba en el ambiente la saña femenina y el odio fraternal; como rencor legendario fue el que se tuvieron durante décadas las maravillosas hermanas de Havilland, Olivia y Joan -se la conocía por el apellido Fontaine-, increíblemente longevas; Olivia sigue viva, va para los cien; como si la terquedad vital hubiera sido alimentada por el mutuo desprecio e inquina, a ver quién era la guapa que aguantaba más).
Naturalismo psicologista pero exaltado, feroz, distorsionado por pasiones ulcerosas, sarnosas, a pura muerte; con un lenguaje rico, popular, castizo, lleno de términos y expresiones llenas de enjundia, gracia y brutalidad; sucia poesía esencial, de la calle, y de la casa, un arsenal verbal que, lástima, se ha ido perdiendo y que supone un jolgorio escucharlo en estos tiempos tan parcos, romos y mansos.
Una moral asfixiante y reinante que impide a la gente vivir en paz. El trío protagonista se encuentra dominado por el ansia económica y las hermanas, más concretamente, por el yugo/instrumento sexual.
El conflicto principal, la tesis, el asunto visceral, se podría situar en el, según lo que vemos e intuimos, ominoso choque de trenes entre los nuevos tiempos que llegaban (el desarrollismo y el aperturismo franquistas que se estaba produciendo desde finales de los cincuenta con un gran cambio económico y social, con la irrupción del turismo y el relajo de las costumbres, con la llegada, todavía tibia pero emergente, de la clase media al poder y con la incorporación de los signos/símbolos del capitalismo más aplastante -el dinero, aparece hasta un próspero banquero, como gran obsesión, único valor y fin de todo, y su hijo más querido, el coche, la gran vaca sagrada, como máxima aspiración y sinónimo de triunfo, estatus y felicidad-, sin despreciar asuntos tan frívolos como los concursos de belleza u otros tan universales como el fútbol, se ve al Madrid de Di Stéfano, que pronto marcarían buena parte del ocio y el sueño y el horizonte del ciudadano medio) y los viejos que todavía no se querían ir (los resabios de la vieja España, la de las sotanas -el hijo beato casi que se convierte en un bufón, cada vez que abre la boca es ridiculizado y negado-, la autoridad policial -padre al que, pese a su violencia de fantoche y su actitud de redomado zote con honores y medallas, la mujer y la hija le tratan como al pelele interesado que realmente es-, la moral más histérica y pacata -el sexo como virulenta vara de medir, rasero grotesco en su importancia hinchada y su puritanismo cerril-, y el chisme constante -el mundo como una gigantesca corrala de pavorosas comadres; Eloísa se entera del devenir alpujarreño de su marido debido a las inocentes palabras de una buena samaritana que la aborda en medio de la calle). Entre la espada y la pared; de un pasado lleno de miserias y austeridad pacata a un presente-futuro persiguiendo el becerro de oro con la sangre espesa y la mente enajenada. Cruce de caminos y corrimiento de tierras que pilla a los protagonistas sin defensa ni remedio ni criterio, al albur de fuerzas que ni controlan ni entienden; pobres seres devorados por la vida, por el mundo, que sigue, como siempre, hasta que de una vez por todas se acabe.
Pero eso sí, con el fútbol (y las quinielas, por supuesto) y los toros como banderas, innegociables señas de identidad; y, faltaría más, el bar como centro de operaciones, reunión y esparcimiento; con densidad máxima de gañanes en celo, dinero apetecible y lustroso intercambio de humillaciones.
Una película sorprendente por su rabiosa sinceridad y su imponente fuerza narrativa; valiente ejercicio de realismo esperpéntico, un tanto desequilibrado, excesivo y atormentado, pero siempre interesante y curioso. Sirve como documento y como drama.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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22 de noviembre de 2011
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
«Verás maltratados los inocentes, perdonados los culpados, menospreciados los buenos. Honrados y sublimados los malos, verás los pobres y humildes abatidos, y poder más en todos los negocios el favor que la virtud.»
Fray Luis de Granada
(Guía de pecadores libro 1, parte 3ª cap. XXVIII)
Desde el siglo XVI hasta hoy no ha cambiado nada. Así empieza la mejor película de Fernando Fernán Gómez y que hasta hace pocos días no tenía noticias de que existía.

Maldita como todas las de su director, excepto "El viaje a ninguna parte", que no le reporto ni un duro ni la más mínima gloria y que deja bien claro su talento.

Melodrama negro, negrísimo de la España de los 50. Narra la vida de una familia normal de la época: Madre, sumisa y abnegada, auténtico puntal; Padre, guardia urbano, "un cordero que ladra", mucho honor y poco dinero; el hijo, ex-seminarista reconvertido en administrativo, que "ni para cura sirvió", solo es bueno para bendecir la mesa; las dos hermanas: una casada como Dios manda con un auténtico desgraciado(Fernán-Gómez) y la otra una "pilingui" de lujo, que se cansó de buscar un marido mejor que el de su hermana. El padre la echó de casa cuando su "modus vivendi" podía salpicar el buen nombre de la familia y la readmitió al cabo del tiempo cuando volvió cargada de regalos para todos, siempre que los visitara con discreción y su autoridad no se viera alterada. Las dos hermanas se odian a muerte, cada escena que tienen juntas se agreden física y verbalmente.

Fernando Fernán Gómez dirige magistralmente y se reserva el mejor papel de la función: camarero ludópata y cobarde(casado con la decente), al que su familia no le importa lo más mínimo, solo quiere acertar una quiniela de catorce. Los actores hablan como los madrileños de la época.

Masacrada por la censura por su crítica a la sociedad y a la moral, pero todavía dejaron intacto su mensaje: "Del dinero no importa su origen solo su montante y para lo que se emplea".
Barcino
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16 de mayo de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo sigue de Fernando Fernán-Gómez, es un drama familiar basado en dos hermanas que se tienen la una a la otra un odio profundo y una envidia permanente. Dirigida con un ritmo tranquilo pero dinámico, es atrevida y arriesgada para la época, de hecho, es considerada la “película maldita” por problemas con la censura franquista, siendo sorprendente y admirable en un trabajo extraordinario lleno de verosimilitud y dramatismo en estado puro. Realizada de manera irresistible y excepcional, tiene un resultado eclipsante y provocador.
La fotografía en blanco y negro, es espléndida y sensacional, con imágenes evocadoras que son soberbias y maravillosas, ya que están llenas de matices estéticamente apropiados. La música, es variada y rítmica, con sonidos sugerentes y estimulantes que son melódicos pero que es usado en escasas ocasiones en el film. Y los planos y movimientos de cámara, utiliza con maestría el avanti, reconocimiento, circulares, seguimiento, generales, primeros planos y cámara en mano en una labor técnica superior, en la que llama la atención el continuo movimiento de la cámara siguiendo a los personajes.
Las actuaciones, son inconcebibles y deslumbrantes. Con Lina Canalejas clamorosa y resplandeciente en uno de los mejores papeles femeninos del cine español, Fernando Fernán-Gómez admirable y con personalidad propia y Gemma Cuervo cautivadora y con oscuridad psicológica. Siendo sobresalientes los acompañamientos de Milagros Leal, Francisco Pierrá, Agustín González, José Morales, José Calvo, Fernando Guillén, María Luisa Ponte y Pilar Bardem entre otros. Empleando para estos, unos vestuarios elegantes y variados, marcando las personalidades de los distintos personajes ya sea su condición humilde o ambiciosa, en una apropiada dirección artística.
El guion, escrito por el mismo director y basado en la novela de Juan Antonio Zunzunegui, es absorbente y apasionante de principio a fin, con auténticos toques verosímiles e incitadores que muestran el pesimismo y desesperanza de sus protagonistas, penetrando de modo sublime en un espectador entregado e interesado en el desenlace de la trama. Y es llevada a cabo, con una narrativa con la voz en off pensativa de los protagonistas, que muestra al público las ideas retorcidas e insanas de estos, siendo el resto expresivo en sus enormes interpretaciones. Y destacando también, unos diálogos mordaces y punzantes que dan un toque ácido y satírico al film.
Concluyendo, la considero una obra inolvidable y esencial en la filmografía española, por ser excelente y fantástica en todos los sentidos y provocadora en un trabajo extraordinario. Recomendable por su dirección, guion, interpretaciones, fotografía, planos, movimientos de cámaras, vestuarios, narrativa y diálogos que convierten a El mundo sigue, en un film eminente y único en el cine español, y desde luego de visión obligada para los cinéfilos clásicos buscadores de melodramas perfectos, incitadores e indispensables.
Elcinederamon
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22 de septiembre de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
EL MUNDO SIGUE (Fernando Fernán Gómez, 1963)
Menos conocida por el gran público que la memorable "El viaje a ninguna parte", "El mundo sigue" es una obra maestra cuanto menos a su altura. En mi opinión es, junto a "El Extraño viaje", lo mejor que ha dirigido Fernán Gómez. Una película maltratada por la censura hasta lo indecible, que no permitió su estreno, y en un círculo reducídísimo, hasta varios años después de su filmación. Y a nadie puede extrañar cuando la ve. Increíblemente adelantada a su tiempo, de feroz crítica social -en la línea neorrealista de Surcos- Fernán Gómez retrata con implacable crudeza la moral hipócrita de la época, el aborto, el maltrato a la mujer, que SIEMPRE ha estado ahí. Gemma Cuervo y una extraordinaria Lina Canalejas son las dos hermanas que reflejan lo peor del entorno social, aun cuando sus carácteres les hacen caminar en distintas circunstancias. La primera muestra indiferencia ante los rumores y "la moral adecuada" anhela la prosperidad económica -y la consigue- a costa de lo que sea. El precio pagado le ha endurecido y se ve en la nueva relación -desalmada a veces- con su padre y su hermana. Fernán Gómez destroza con este personaje el arquetipo de mujer imperante en la época. El punto contrario es Lina Canalejas; una mujer triste, consumida en el fracaso de su matrimonio con un marido ludópata, vago y maltratador. Critica con dureza el libertinaje moral de su hermana pero ella misma aspira en varias ocasiones a lo mismo aunque bajo causa distinta y presa de la desesperación: al contrario que su hermana, ella está casada y tiene hijos. Hijos a los que apenas puede alimentar y vestir. Pero no es como el personaje de GemmaCuervo y cuando está cerca de traspasar su propia moral se viene abajo, se siente incapaz.
Todos están fantásticos pero insisto en la interpretación fabulosa de Lina Canalejas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
GeneralPrim
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