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El mundo sigue

Drama Barrio madrileño de Maravillas. Eloísa es una abnegada esposa y madre eficiente, que vive con su marido, un guardia municipal más autoritario en casa que en la calle y al que a veces se le va la mano. Su hijo es un beato que salió del seminario poco antes de convertirse en sacerdote, y que se pasa la vida estudiando y rezando para expiar los pecados de su familia. Las hijas, dos hermanas, obsesionadas cada una a su manera por la ... [+]
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Críticas 63
Críticas ordenadas por utilidad
16 de febrero de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es complicado hallar pelis tan audaces como "El mundo sigue" en el cine español producido durante el franquismo. Es un retrato crudísimo de la vida de posguerra, aunque esté enmarcada ya en los años 60, y de una España estratificada en castas, de pilares sociales decadentes y en cierta manera ya obtusos para la época: honor de naftalina, machísmo exacerbado y violento, beatos de chichinabo...Hay varias historias sobrepuestas que parten concéntricamente de la turbulenta relación de dos hermanas, una de ellas antigua reina de la belleza en un frustrante descenso a la miseria con un matrimonio frustrante que no le da más que hijos que apenas puede alimentar. La otra, huidiza e independiente, que intenta medrar a base de relaciones con hombres maduros y económicamente protectores. La primera, emocionalmente muy volatil, en su desgracia aún cree representar los valores femeninos tradicionales enfrentándose a su hermana casquivana y libertina, representación del pecado y el camino fácil. Les rodean maridos ludópatas, padres sumisos de puertas afuera y despotas en la intimidad, madres conciliadores, estúpidos seminaristas, prostíbulos encubiertos, depredadores sexuales, violencia de género al 11, suicidios, aduleterios, etc. Todo muy visceral y un final acojonante absolutamente inédito para la época. Una peli muy poco conocida del genial Fernan Gómez, tan reveladora y avanzada a su tiempo que es increible que llegase a nuestros días y sobreviviese en la pinza franquista.
Kris
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17 de julio de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si Zunzunegui, autor de la novela en que se basa esta película, habría leído al Divino Marqués, pero a mí esta historia me recuerda "Justine", aunque se desarrolle en el Madrid de los 60 y no en la Francia del XVIII.
Ver en la pantalla grande una película de 1963, y además en blanco y negro, es todo un lujo que no sucede todos los días. Si añadimos unas magistrales interpretaciones de Fernán Gómez y los demás (sólo Agustín González se limita a su histrionismo habitual), el protagonismo de esas calles de un Madrid ya olvidado y una gavilla de vidas humanas que representan casi el abanico de vicios y virtudes del orbe entero, nos hallamos con un monumento al cine comparable a cualquier clásico famoso. ¿Por qué no se estrenó en su época? Seguramente por su crudeza, por su agrio humor negro, por ese empeño en hacer ver al espectador la miseria que anida en sí mismo. Y luego está la puesta en escena, la planificación, esa primera escena en que la cámara persigue al personaje cansado y vencido de la madre de familia que atraviesa la plaza de regreso del mercado. Es todo un poema ese lenguaje gestual que tanto dice sin palabras. Están luego esos paralelismo cuando la hija "mala" sube la escalera y la madre se imagina a la niña de hace un tiempo. Y esa larga escena de Fernán Gómez en la trastienda del bar donde trabaja, que es en sí casi una película de serie negra. Está presente la pasión, en esas escenas cargadas de carnalidad de la alcoba marital o de los escarceos mercenarios. Se hace también patente sin ambages el machismo en estado puro de padres, novios y maridos. Y el uso interesado de los encantos femeninos, que ellas utilizan con peor o mejor fortuna. Una gran película, en fin, que algún alma caritativa, o algún enamorado del séptimo arte, a tenido el valor de restaurar y reestrenar (o estrenar a secas, más bien) en un panorama de superproducciones que no deja resquicio a otros productos. Una gran suerte.
Fuman2
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19 de julio de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Valiente, crítica, audaz, desgarradora. Una auténtica obra maestra de la mano de unos intérpretes magníficos y de un director en estado de buena esperanza.

Bebe del mejor neorrealismo italiano y se adapta como un guante a la realidad española de la época. Simplemente, imprescindible.
Saotome Tendo
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4 de febrero de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si tuviera que elegir entre diez películas que más me marcaron resaltaría esta joya sin dudarlo, excelente en todos los aspectos. Censurada, desconocida, estremecedora, realista y a pesar de sus años muy de actualidad. Esto sí es CINE, no se la pierdan!!
drequiem
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9 de octubre de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo sigue

“Verás maltratados a los inocentes, perdonados los culpados, menospreciados los buenos, honrados y sublimados los malos; verás los pobres y humildes abatidos, y poder más en todos los negocios el favor que la virtud”. Fray Luis de Granada (Guía de pecadores).

El texto con que Fernando Fernán-Gómez abre su película preludia lo que se nos avecina. Él fue un hombre inabarcable, inclasificable, de un talento superior y todo lo que hacía, absolutamente todo, lo hacía bien. Como actor, guionista o director, o las tres cosas al tiempo -como ocurre con esta pelicula que hoy reseño- y también como escritor o ensayista; en su afan perfeccionista siempre dejaba impreso un sello tan personal que no era sino su marca de excelencia.
"El mundo sigue” se estrenó prácticamente de forma clandestina en un cine de Bilbao, en el año 65, dos años depués de haber sido realizada. La censura franquista puso toda su maquinaria a trabajar para que la película no se viera. Y así fue; después quedó tristemente enlatada y sufrió el más injusto de los olvidos. Ahora se cumplirían 50 años de su inadvertido estreno.
Porque la cinta es soberbia. Expone y airea todas las miserias de la España de esa época y Fernando lo hace de forma cruda, áspera, sin tapujos, ajustándose a la espantosa realidad de aquel país.
La mentira, la prostitución, la falsedad hipócrita de sacristía; el sentido trasnochado y decimonónico del honor a la española, quijotéscamente entendido, que no provoca sino más dolor; la pobreza, el machismo cruel, exacerbado, la necesidad de dinero por cualquier medio capaz de cambiar unos valores sujetos, ya de por sí, con alfileres, están perfectamente retratados. Una sombría y deprimente sociedad que se mueve en el lodazal humillante de la miseria.

Y cuando Fernán-Gómez reproduce magistralmente el ambiente del Madrid callejero, sus bares, sus personajes de barrio, la mala educación, la ignorancia, el menesteroso ambiente del fútbol y las quinielas, la pobreza material y moral, las insalubres, húmedas y sofocantes viviendas, el alma del espectador se desmorona.
¿Me pregunto, si en la primera mitad de la década de los 50 cuando el neorrealismo italiano estalla de éxito, de no haber sido aquí mutilados por un regimen opresor y represor que aplicó la censura de forma implacable, nuestros Fernán-Gomez, Berlanga o Bardem no hubieran competido con los Sica, Rossellini o Visconti? ¿Si no hubieran logrado, tal vez, rayar a su misma altura de haber contado con la misma libertad de los italianos? Desgraciadamente, nunca lo sabremos.

Llama un tanto la atención el lenguaje cinematográfico que emplea el director, demasiado teatral y melodramático para mi gusto cuando en esa época el cine ya utilizaba métodos no tan marcadamente expresivos y más alejados de la influencia del teatro; pero, finalmente, ello no le resta tensión ni dismuye su interés a lo largo del metraje. 

El guion es sólido, está muy bien trenzado y utiliza recursos muy novedosos para su tiempo. El elenco de actores merece -en particular Gemma Cuervo y Lina Canalejas, dos hermanas unidas por un odio atroz e irreconciliable- mención especial pues realizan un magnífico trabajo que es justo destacar.

De forma que, queridos amigos, más vale tarde que nunca, con algo de retraso, 50 años no son nada, he podido ver esta estupenda y desgarradora película.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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