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Alma rebelde

Drama. Romance Adaptación de la célebre novela de Charlotte Brontë con un reparto de lujo, encabezado por Joan Fontaine y Orson Welles (que 3 años antes había estrenado su ópera prima "Ciudadano Kane"), sobre la profunda historia de amor de una institutriz y un rico heredero que se verá truncada por un trágico acontecimiento del pasado de éste. (FILMAFFINITY)
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
6 de febrero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente adaptación cinematográfica de "Jane Eyre", la famosa novela decimonónica escrita por Charlotte Brönte.

Dirigida con extraordinaria capacidad por Robert Stevenson, la película está escrita por talentos de la talla de John Houseman (co-fundador junto a Orson Welles del Mercury Theatre) y Aldous Huxley (autor de "Un Mundo Feliz", uno de los grandes clásicos de la literatura del siglo XX), quienes dan forma junto a Stevenson a este drama psicológico y romántico de atmósfera gótica con el protagonismo de Jane Eyre, mujer rodeada de un ambiente tan subyugante como enigmático, fastuosamente plasmado por Stevenson y el fotógrafo George Barnes con una deslumbrante estética influida por el genial Orson Welles, quien ofrece una interpretación sencillamente prodigiosa como el huraño Edward Rochester.

La composición de planos es hermosísima y enfática, consiguiendo transmitir una sensación melancólica y agridulce gracias al maravilloso empleo del paisaje con cielos cubiertos de nubes tormentosas, y a la inquietante presencia de la misteriosa mansión de Thornfield Hall, reflejada en pantalla con acentuados juegos de luces y sombras de raíz expresionista.

Encabezando el reparto junto a Welles, aparece una Joan Fontaine idónea para el papel protagonista, en una caracterización bastante similar a la que llevó a cabo en "Rebeca" (1940) de Hitchcock, película con la que guarda no pocas similitudes esta muy recomendable joya de Robert Stevenson.
BartonKeyes
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17 de marzo de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Robert Stevenson (1905-1986), se inició en la dirección con su obra prima codirigida con Paul Martin, Happy ever after (1932), poco sospechaba que cuatro años más tarde iba a realizar una de las más logradas adaptaciones para el gran cine de la inmortal obra de Charlotte Brontë: Jane Eyre, escribiendo el guión junto a John Houseman y Aldous Huxley, la música de Bernard Herrmann y la fotografía de George Barnes. Desde un primer momento todo presagiaba turbulencias, enconadas pasiones enfrentadas, rencores no superados y clamorosos arrepentimientos no perdonados. La fuerza arrebatadora de la historia en manos de Stevenson, nos traslada, sin solución de continuidad, al embravecido enfrentamiento entre inocencia y maldad, vileza y bondad, vacuidad y pensamiento.

La infancia de la pequeña huérfana adoptada Jane Eyre (Peggy Ann Garner) se nos muestra entre la mísera oscuridad de un trastero, y las innecesarias precauciones del servicio, exceptuando a la bondadosa sirvienta Bessie (Sara Algood). Ya, en las primeras escenas, Robert Stevenson utiliza las imágenes con fuertes cargas emocionales: claroscuros, subjetividad en planos, siniestra inquietud en los personajes acompañados y el plano detalle de la temblorosa vela que apenas ilumina los acontecimientos previos a la solución interesada de Mrs. Reed (Agnes Moorehead), de su caprichoso, vanidoso redomado, vago y consentido hijo, así como del oscuro e intransigente educador Henry Brocklehurst (Henry Daniel) quien dará credibilidad a las falsas acusaciones de la 'compungida tía' desligada emocionalmente de nuestra protagonista.

Ante las expectativas de un futuro mejor, Jane se da de bruces con la fría realidad en la Institución Lowood para señoritas huérfanas. Stevenson despierta a nuestra protagonista al crudo, desangelado y frío centro, y a la implacable intransigencia del director convencido que las bondades divinas solo se consiguen por medio de la disciplina, de la sumisión y del sacrificio severo. Tras el agrio recibimiento y la posterior soledad aplicada a Jane, sobre un trágico aunque brillante plano general, la pequeña Helen Burns (Elizabeth Taylor) se convertirá en su bienhechora, compartiendo juntas todo tipo de vicisitudes bajo el atento cuidado del Dr. Rivers (John Sutton) que se enfrentará a la indolente actitud del severo director del centro.

Una acertada elipsis en el tiempo nos sitúa, a la joven Jane Eyre (Joan Fontaine) ante la decisión de elegir entre impartir clases en la institución, o la suya propia: sentirse libre para encontrarse con su propio destino como institutriz, hallado en la mansión Grace Pool. El giro radical que provocan los acontecimientos venideros despierta a Jane del aletargado e irreal estado emocional en el que vivía entre los muros de la institución, a golpes de realidad y del sobresaltado jinete Edward Rochester (Orson Welles), quien entre la densa bruma del abrupto paraje que rodea la mansión, maldice sorprendido el accidentado encuentro entre la sorpresa y el estupor con la nueva institutriz, tratando de hallar respuesta entre los apropiados primeros planos contraplanos y planos detalle a la inesperada situación vivida, acompañada por los sonoros ladridos del gigantesco gran danés convertido en elemento trascendente para el desarrollo final de los acontecimientos.

La diversidad procesional de insustanciales personajes con distintos intereses volcados sobre la interesada belleza de la cazadotes Blanche Ingram (Hillary Brooke), entre planos generales de aparente tranquilidad emocional con el acento en iluminaciones planas, dan paso a los dramáticos planos medios y generales bañados en presagiados claroscuros, acompañando a la inevitable y dolorosa espiral que producirán los acontecimientos inmediatos, en oposición a la total indefensión de la pequeña Adele Varens (Margaret O'Brien), situada por las circunstancias en mitad del torbellino emocional provocado por el maldito pasado, y la realidad a la que nuestros protagonistas han de enfrentarse por diversos motivos, contrastando la necesidad de redimir tiempos pretéritos por medio de la bondadosa empatía de Jane Eyre, con la inesperada causalidad de Edward Rochester enfrentado al imparable torbellino de las desatadas locuras ocultas bajo llave durante tanto, tanto tiempo.
avanti
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20 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No puedo creer que fuera una obra de Radio, en mi opinión mas Rebeca que la misma Rebeca... Realizada magistralmente por directores!, Robert Stevenson y los olvidados Orson Welles y Kenneth Macgowan sin acreditar, no solo es tan misteriosa y tensional como su predecesora sino mas dramática, lúgubre y psicológica, una verdadera inyección de adrenalina al espectador, una montaña rusa de emociones, un espectacular protagónico Welles como personaje principal, pulidor del guión, colaborador del casting, realizador de la atmósfera de su decorado, seguidor de su desarrollo y posterior edición. El guión fue elaborado por los escritores/directores Robert Stevenson y John Houseman encargados por David O. Selznick y Aldous Huxley, un George Barnes como director de fotografía y para el diseño de producción se contrató al arquitecto William Pereira, para la música a Bernard Herrmann y a la diva del momento Joan Fontaine.

Me salte de comentar la versión de 1934, pues considero que esta producción se encuentra en calidad mas distante e inmejorable, se centra en la relación de dos personajes atormentados que se reconocen como almas gemelas uno al otro, se encuentra en ese laberinto de la vida consolándose mutuamente. Actúan Elizabeth Taylor como Helen Burns, Peggy Ann Garner como la joven Jane Eyre, John Sutton como el Dr. Rivers, Joan Fontaine como Jane Eyre y Orson Welles como Edward Rochester, película emotiva que aborda la moralidad, el cristianismo, el clasismo, la psicológica, la soledad y el feminismo de forma cruda.

Visionada en grises, mantiene un tufillo nostálgico por "Mujercitas", "Cleopatra" y "Hechizada".

Películas Jane Eyre 1934, 43, 70, 96, 97, 2011
Series Jane Eyre 1949, 73, 83 y 2006.
John
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20 de diciembre de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vi por primera vez el 12/01/2009, aunque no le había escrito una crítica, y le había dado un 5. Ahora le subo 2 puntos, porque realmente se lo merecen.

Es una "Rebecca 2" por el parecido en el argumento: hombre atormentado con una pasado aún más atormentado. Aparece una dulce mujer (interpretada por Joan Fontaine en las 2 películas) y todo parece ser que se enamoran e intentan curar la cicatriz del pasado.

Hay diferencias, claro está. Una está muerta y la otra aún vive. Hay una hija de por en medio, etc... pero la oscuridad, el punto tenebroso, en las dos películas están.

Creo que incluso Alfred Hitchcock estuvo a punto de dirigirla, cosa que aún hubiera sido más curioso, sólo faltaría a Laurence Oliver.

Me ha encantado a Orson Welles, que por lo que se ve, tuvo mucha mano como productor (no acreditado), también en los decorados, vestuarios, casting y diálogos. Y es que Orson había llevado a la radio esta novela, antes de la película.

Tuvo un cambio en la productora, primero Selznick que al final se lo vendió a 20th Century.

Como curiosidad, vemos a una jovencita de 11 años: Elizateth Taylor, que es muy reconocible. Lástima que no la pusieran como niña principal, ya que se veía que tenía tablas para el cine.

Joan Fontaine, está más reservada. Le faltaba algo más de sangre, que sí, está muy bien interpretada para el personaje que es, pero el momento que se encuentra con el hermano de la esposa, curándole, y se ve la puerta que está encerrada la esposa... esos momentos de tensión e incluso de terror, apenas está expresada, es lo único malo que le saco a Joan Fontaine.

Gran película, y Orson y Joan la hacen más grande.
edugrn
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25 de agosto de 2014
7 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
A quien le vaya el melodrama una película como "Alma rebelde" va a clavarle en el sofá. Tiene elementos típicos que gustarán a muchos espectadores y que a mí me resultan cansinos, cosas que sumadas dan como resultado un producto prescindible e intrascendente, pero como en esto del cine tiene que haber de todo asumo que hayan espectadores que se deleitan ante la descripción de los amores y desamores que tiene lugar en "Alma rebelde". Por supuesto, me quedo con el título original de la película, "Jane Eyre", ya que no creo que deba decirse muy alto que sea ella alguien de espíritu rebelde, además que de esta manera se le rinde justo homenaje a la escritora de la homónima novela.

Suspendo a esta película pese a que la interpretación del inmenso Orson Welles sea lo que ha impedido que acabara dormido completamente, justo cuando a la media hora de largometraje hace acto de presencia. La Fontaine y sus peinados me han dejado frito, los primeros planos de los sufridos enamorados me han parecido insufribles y lo que es el la vida de ella, desde la infancia hasta que la atropella Welles con su caballo, sencillamente algo que no me interesa en absoluto. Nada menos que ambientada en la Inglaterra decimonónica, con sus vestidos impecables, sus chozas inmensas, la servidumbre y tantas y tantas cosas que no me interesan. El único detalle que puede fascinar es lo que se esconde en la vida de él. A mí estos rollazos románticos me resbalan bastante, he llegado aquí por Welles y reconozco que lo que hay detrás de este personaje sí que me atrae, pero lo de ella... pues tiene el mismo encanto que la niña afrancesada, es decir, prácticamente nulo.

Estará bien hecha, de acuerdo, pero también es cierto que es una película estancada sólo apta para determinados paladares, especialmente para aquellos que saben disfrutar de la literatura de la que nace.
Luisito
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