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Maixabel

Drama Maixabel Lasa pierde en el año 2000 a su marido, Juan María Jaúregui, asesinado por ETA. Once años más tarde, recibe una petición insólita: uno de los asesinos ha pedido entrevistarse con ella en la cárcel de Nanclares de la Oca /Álava), en la que cumple condena tras haber roto sus lazos con la banda terrorista. A pesar de las dudas y del inmenso dolor, Maixabel accede a encontrarse cara a cara con las personas que acabaron a sangre ... [+]
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Críticas 103
Críticas ordenadas por utilidad
27 de septiembre de 2021
28 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable esfuerzo por los creadores de esta película, por resultar convincentes al narrar una historia real, dolorosa, todavía relativamente reciente, en la que se atisba un camino a la esperanza en pos de la reconciliación de personas antagónicas que buscan bien su redención, el perdón, el camino a un mundo donde todo/as pueden vivir en una paz tan largamente soñada.
¿Lo han conseguido? Pues según y tal.
Es una cinta realizada con honestidad, logrando en algunas escenas gran emotividad, gracias a un medido guión de la propia Icíar Bollaín y de Isa Campo y de la excelente labor interpretativa.
Si embargo, para algunas, bastantes, personas que somos de aquí (País Vasco, Euskadi, Euskalherría...) existen ciertos diálogos que chirrían y muestran un profundo desconocimiento del tema o quizás algo peor. Que un ex-etarra llame "secta" a su antigua "organización" es algo que suena mal por falso y menos creíble y auténticamente delirante que se nos diga que los miembros del comando que asesinaron a Juan María Jaúregui no tenían ni repajolera idea de quién era cuando fueron matarle.
Pero vamos, si quitamos esas "cositas", el filme es muy entretenido e interesante en todo momento, los diálogos fluyen dinámicos y siempre van al grano y eso sí, existe cierta descompensación, o eso me ha parecido a mí, entre el interés del personaje de Maixabel y el del ex-etarra interpretado por un esforzado Luis Tosar. Este personaje claramente tiene más "carne" que el de ella y escenas como las discusiones en la cárcel con ex miembros de ETA destilan más pasión y garra narrativa que los de Maixabel, si exceptuamos el comienzo, cuando la hija de ella se entera de la muerte de su padre, una escena conmovedora, veraz, realista, donde María Cerezuela demuestra lo gran actriz que es.
En definitiva, que es positivo su mensaje, amena en todo momento, pero creo que no es totalmente convincente, aunque creo que se puede y debe verse.

https://filmsencajatonta.blogspot.com/
Baraka1958
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2 de octubre de 2021
23 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay historia de un país que no esté manchada en sangre, y durante los últimos 50 años, en España, no hay nadie que haya manchado las calles de tanta sangre como lo ha hecho ETA. El 10 de enero de 2011, la banda terrorista que luchó por la liberación de las tierras de Euskalerria, anunció su alto al fuego de manera indefinida. Si bien ese día todos respiramos un poco más tranquilos, el dolor y la tristeza creada durante tantos años permanece aferrado en lo más hondo de aquellos que sufrieron la violencia de la banda armada.

Entre tantísimas víctimas, suena el nombre de Maixabel Lasa, activista vasca por la convivencia en el País Vasco, directora de la Oficina de Atención a las Victimas del Terrorismo del Gobierno Vasco entre 2001 y 2012, y viuda de Juan María Jaúregui, político socialista español, asesinado por el comando Buruntza de la ETA. Maixabel ha aprendido a convivir y a aceptar la perdida y el dolor del injusto asesinato de quien fue su compañero de vida desde los 16 años. Pero un día recibe una petición insólita: uno de los asesinos ha pedido entrevistarse con ella en la cárcel donde cumple condena tras haber roto los lazos con la banda terrorista. A pesar de las dudas, el inmenso dolor y las críticas, Maixabel accede a encontrarse cara a cara con las personas que acabaron a sangre fría con la vida de su marido.

Solo con este argumento, la historia ya consigue ponerme los pelos de punta. Ojalá pudiéramos decir que solo se trata de una cruda historia de ficción, pero a estas alturas, de sobras sabemos que la realidad es mejor guionista que la invención y el nombre de Maixabel Lasa es tan real como el tuyo propio. Una historia merecedora de ser contada a los cuatro vientos, por la dureza de enfrentarse el odio más profundo para conceder el perdón más sincero. Puesta en las mejores manos de Icaría Bollaín, quien tanto me marcó con su aplastante “Te doy mis ojos”, trata con el más noble respeto y cuidadosa sencillez el tabú de humanizar a los victimarios de ETA que arrepentidos por sus actos, buscan el perdón de sus víctimas, y aquellas víctimas que en su infinita lucha interna necesitan cerrar el círculo y conceder el perdón a sus victimarios. Una relación, directa o indirecta, que impuesta a la fuerza llevarán hasta el día de su muerte.

Pero esto es un gran trabajo en equipo, y junto a Bollaín se unen una inmensa Blanca Portillo en su increíble y sentida representación de Maixabel, y un colosal Luís Tosar con quien puedes palpar con tus manos el arrepentimiento de ser un asesino. Una combinación que junto a un cuidadoso guion y una justa y acertada banda sonora consiguen que sintamos con empatía ésta difícil historia.

Así pues, caminando por la cuerda floja, pero sin exceder en el dramatismo y conteniéndose en una acertada honestidad, Bollaín hace de “Maixabel” un valiente, desgarrador y comprensivo relato del perdón y las segundas oportunidades, y, junto a las gigantescas interpretaciones de sus dos protagonistas, consigue convencer en su arriesgada apuesta de la que sale más que talentosa.




"- Prefiero ser la viuda de Juan Mari que tu madre.
- Y yo preferiria ser Juan Mari que su asesino".
Víctor Baylach
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18 de octubre de 2021
19 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ojo que Bollaín no es directora habitualmente a mi gusto - pienso en la cargante LA BODA DE ROSA, por ejemplo. Pero tiene cosas estimables, como un TE DOY MIS OJOS en el que tenía la capacidad de ser ecuánime con víctimas y agresores. Algo que aquí vuelve a hacer, corregido y aumentado.

Y hay que decirlo - el resultado es intachable, con un cast atinadísimo (hasta la gente que apenas tiene diálogo está entonada). El guion evita maniqueísmos o tonterías melodramáticas. El estilo visual tiene un regusto setentero admirable y el tono es tan realista como respetuoso.

Vamos, un ejercicio de esquivar minas de todo tipo del que la directora y todo el mundo sale airoso durante cada segundo del film. Se nota que el peso de la responsabilidad del material que tocan estaba sobre ellos. Aquí no hay margen para el error. Y no se comete.

¿Qué decir? Es eso que los críticos llaman "cine necesario" (la verdad es que lo es), digno de recibir todos los premios que le caigan y que hace llorar a más de un espectador (servidor pudo observarlo en una sala con buen aforo). Un film notable, caray.

En cuanto al País Vasco, hay algunos planos de bosques y montañas que le hacen querer visitar sus parajes naturales. Preciosos.
metabaron
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23 de septiembre de 2021
25 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
El trágico caso de Maixabel Lasa y su abundante participación en la vida pública (en la Oficina de Atención a Víctimas del Terrorismo, en la vía Nanclares…) la convierten en un buen ejemplo para llevar a la gran pantalla.

Icíar Bollaín aprovecha la activa figura de esta antigua militante del PSE para narrar un complicado y doloroso asunto de nuestra historia reciente. En su trayectoria, esta cineasta consolidada demuestra que sabe hacer sensibles e interesantes retratos de mujeres (a las que da roles protagónicos, con asuntos pertinentes) sin deformar ni desmerecer los perfiles masculinos.

Esta vez, Bollaín cuenta con Isa Campo –habitual compañera del cine de Isaki Lacuesta– para recrear un hecho real, con sus licencias (como el mismo film avisa al poco de empezar). Reproducir la realidad es algo siempre delicado, y más cuando se trata de unos hechos en sí mismo delicados y lacerantes para tantas personas; todo se vuelve más peliagudo.

Estamos hablando de crímenes a sangre fría, convivencia y cercanía forzada de víctimas y victimarios (vocablo que emplea el guion), espirales del silencio que aíslan, más soledad y mucho dolor. También se incluyen variedad de posiciones: algunas incluso como la del difunto Jáuregui, que representaba ese socialismo que estuvo en la fragua de la banda terrorista y que la abandonó en cuanto derivó hacia la violencia; se mencionan los GAL y otros elementos más fugaces que buscan un pretendido equilibrio gris de fuerzas, para no dejar ningún cabo suelto en esta casuística de conflictos.

El perdón y el anhelo de normalidad y justicia son las grandes bazas de la película, además de un elento soberbio. Lo que, quizá, el afán recopilatorio y la voluntad de sintetizar una década y varias perspectivas da lugar a réplicas y momentos un tanto forzados. Eso también afecta a los giros en los personajes que se ven afectados por un dominio del marcoretrato, que hace perder luz en los detalles y en la verosimilitud humana de sus cambios.

Finalmente, resalta una fotografía capaz de remarcar la tristeza y el desamparo, pero que deja sitio para la esperanza, mientras revela lo absurdo de la violencia.

www.contraste.info
Revista Contraste
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8 de octubre de 2021
19 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
A nuestro nombre, va asociada una identidad y a nuestra identidad, una vida, un alma, unos seres queridos, un lugar en el mundo. Cuando se habla de víctimas, es fácil despersonalizar. A menudo en la prensa vemos noticias terribles, pero no logramos removernos hasta que nos hablan de esas personas y de cómo se llamaban.

En "Maixabel", sus dos protagonistas buscan la intersección entre el perdón y el arrepentimiento, usando como santo y seña algo tan sencillo y devastador como un nombre: Jose Mari, marido de Maixabel. Padre de María. Abuelo al que Nerea no conocerá nunca. La película comienza con su asesinato, que se resuelve casi en un visto y no visto: a Bollaín no le interesa hablar de violencia, le interesa hablar de lo que pasa después.

Tanto "Maixabel" como "Patria", encuentran un terreno más fértil en hablar de esa Euskadi post-ETA que ya no está en conflicto, pero que todavía restaña las heridas que aún quedan tras décadas de enfrentamientos, miedo y odio. Bollaín escoge acertadamente un enfoque sencillo y empático, diseñando una historia que no conmueve a través del desgarro, sino por un sinfín de pequeños detalles diseminados con enorme delicadeza. Unos detalles que dibujan la ausencia de alguien que definitivamente, tenía un nombre.

No es, para mí, una obra maestra: tiene alguna escena meramente funcional y algún corte discutible. Pero rebosa humanidad y compasión, además de regalarnos dos interpretaciones colosales de Blanca Portillo y Luis Tosar y una respuesta a la pregunta que dejó tras de sí el final de la lucha armada: "¿Y ahora qué?"

"Maixabel" demuestra que ya pasó el tiempo de tomar partido, de buscar más culpables, de dividir y no vencer. También refleja la belleza y singularidad de la cultura euskalduna, ya liberada del prejuicio y el rechazo de antaño. Nos provoca a pensar que no sólo la víctima tenía un nombre: también lo tenía el verdugo. Al final de la película, ya no quedan más que una Maixabel y un Ibon, no dos contendientes, no sólo un asesino y una viuda, sino dos personas que ya no pueden remediar el pasado y que sólo en el encuentro, pueden hallar la clave para seguir adelante en un presente lleno de incertidumbre.
Neathara
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