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El vídeo de Benny

Drama Benny es un chico de 14 años de buena familia. Sus padres intentan compensar la falta de cariño hacia su hijo regalándole un estupendo equipo de vídeo. Obsesionado con el uso de su nuevo juguete, graba cómo sacrifican a un cerdo con una pistola, escena que lo incita a cometer un acto salvaje. (FILMAFFINITY)
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Críticas 39
Críticas ordenadas por utilidad
8 de abril de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película para adentrarse en el universo Haneke, ese mundo en el que el austriaco pretende sumergir al espectador en un océano de angustia, tensión, misterio e incomprensión. Al igual que en películas sucesivas, el director nos presenta a personajes (en este caso Benny) con los que el ser humano medio es incapaz de empatizar, y los cuáles parecen estar despojados de sentimientos y de remordimientos. Benny es un adolescente con aparentes carencias afectivas por parte de sus padres, y que ha decidido pasar la realidad por el filtro de su cámara de vídeo, pretendiendo quizá de éste modo que sus atrocidades queden diluidas en él.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Adebarrio
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8 de mayo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Michael Haneke y el mundo de las imágenes

Haneke siempre ha tratado con sumo cuidado la decisión de qué mostrar y dejar de mostrar en sus películas. Seguramente el caso más obvio sea Funny Games, película en la que el director no solo consigue hacer imaginar al público casi todas las atrocidades que suceden en ella, sino que además demuestra ser igual de responsable sobre éstas que el espectador. Pero en realidad no hace falta ir tan lejos para apreciar dicho sello del autor. En el primer film no televisivo del director austríaco los abundantes planos detalle y la práctica ausencia de primeros planos conseguían ensalzar la rutina de los protagonistas por encima de ellos mismos, mientras que en el film que nos ocupa Haneke sí recurre al primer plano, aunque lo priva de todo tipo de interacción resistiéndose a darnos el contraplano convencional (con tan solo una excepción que más abajo será comentada).

Al mismo tiempo, hablamos de una película en la que jamás descubrimos a dos personajes compartiendo plano en igualdad de condiciones. Es decir, siempre que dos personas coinciden en la pantalla Haneke se asegura de que una de ellas esté a oscuras, realizando una acción que le impida concentrarse en su acompañante o sencillamente evitando su contacto visual. Así es como se nos habla de la dificultad para relacionarse que tiene Benny, un personaje cuya única interacción posible es la que tiene con los monitores: nada es real para él a menos que sea mostrado por un televisor. Por ello nunca presenciamos intercambio de miradas entre Benny y otros personajes, como tampoco lo encontramos nunca compartiendo puntos de vista con nadie. Evidentemente, igual que sucedia con en el caso anterior, existe una excepción: cuando Benny descubre a Mädchen mirando fijamente el monitor externo de un videoclub entendemos que Haneke se propone mostrarnos la relación entre dos personas cuya realidad siempre pasa por el filtro de una cámara. Por lo que esta vez sí habrá interacción.

De esta escena se sucede otra en la que los dos protagonistas comparten la merienda y dialogan sobre banalidades. Ahora si, existe el plano contraplano y ambos personajes coinciden en una misma imagen en igualdad de condiciones. Pero la comunicación que tiene lugar no es nada semejante a la que estamos acostumbrados. No existe ningún intercambio de emociones entre los dos jóvenes, no experimentan ninguna sensación. De hecho, el único contacto físico que llegan a tener es una agresión inesperada por parte de Benny mediante la cuál pretende hacer un chiste. Todo ello está directamente relacionado con el permanente discurso de Haneke: vivimos en un mundo de imágenes y corremos el riesgo de creer formar parte de ellas. El personaje de su película ha perdido la noción de la realidad, ahora solo comprende aquello que ve a través de un monitor. Pero en cualquier caso, ¿qué es lo que predomina en el mundo de las imágenes? Haneke responde: la violencia.

Las imagenes y la realidad: dos tipos de violencia

El punto de partida es sencillo: por motivos obvios, como el sensacionalismo y la morbosidad, es un hecho objetivo que la imagen violenta siempre tendrá la partida ganada frente a la de, por ejemplo, un bello paisaje. Pero Haneke no está aquí para hablarnos de ello, sino para reflexionar sobre lo que sucede una vez asumido este hecho. Y lo que sucede es que descubrimos una adictiva belleza en la violencia. Primeramente con las cintas de ficción gracias al hecho de que somos conscientes de su falsedad y más tarde en las imágenes de carácter real al descubrirnos incapaces de discernir entre las unas y las otras. Lo que resulta de todo ello es el nacimiento de un nuevo receptáculo dentro del inventario colectivo, exclusivamente dedicado a la violencia. Dejamos de percibirla como algo atroz y olvidamos que tras las cámaras existe todo un campo de realidad que no podemos ver a través de los monitores. Y olvidamos que en realidad solo estamos familiarizados con el envoltorio de un contenido espeluznante.

Ya dijimos que Benny y solo interacciona con un mundo de imágenes, un mundo repleto de violencia, motivo por el cuál no encuentra otra forma de relacionarse con Mädchen que agrediéndola (a pesar de tratarse de una broma). Ha desarrollado una profunda dependencia hacia las imágenes, de igual manera que un bebé desarrolla una profunda dependencia hacia su madre. Su existencia se reduce a ellas, y del mismo modo que un niño desea aprender a caminar cuando descubre a sus padres andando, montar en bicicleta cuando lo ve en otros chicos o incluso pide permiso para fumar cuando conoce el vicio en los adultos, Benny siente la necesidad de descubrir cómo es la violencia experimentada en primera persona. Y cuando se da el suceso, Haneke jamás lo muestra de forma directa, sino que deja que lo imaginemos con el claro objetivo de mostrar la diferencia que hay entre la violencia televisiva y la real. Con ello consigue el mayor realismo imaginable.

En El video de Benny vemos en primera persona el pesado trámite mediante el cuál Benny realiza su “experimento” y las duras consecuencias de su acción, pero en ningún momento contemplamos el acto en sí. De este modo Haneke nos recuerda que las recurrentes imágenes cinematográficas de explosiones de sangre, impactos de bala y desmembramientos corporales en realidad no son más que algo anecdótico detrás de lo cuál se encuentra la verdadera violencia (la culpabilidad, las consecuencias del hecho, el vacío que causa una muerte etc...). Pero ésto es lo que acude a nuestra mente cuando hablamos de violencia, motivo por el cuál terminamos olvidando que en realidad existe mucho más. En resumen, detrás del sencillo acto que constantemente presenciamos se encuentra toda una realidad casi obviada por el cine, y esta es precisamente la realidad que nos muestra Haneke en una ágil inversión de rolles.

http://cinemaspotting.net/2013/05/07/el-video-de-benny/
Martí
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3 de marzo de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para empezar, hay que decir que es una película cruda, extremadamente angustiosa. Hay que elegir bien el momento en que se va a verla. Es imposible quedar indiferente, como pasa con todas las películas de Michael Haneke -- y hablo de las que he visto: "Amor", "La cinta blanca", "La pianista", "Funny Games", "Caché".

Arno Frisch, en el papel protagonista, está impresionante. Gran parte del éxito de la película se la debe Haneke a él.

Es la historia de una familia de lo más "normal" en los días actuales, al menos hasta el momento en el que el chico comete el acto bárbaro: padres muy ocupados con sus carreras como para perder el tiempo con su hijo, de tan sólo 14 años, que se mueve a sus anchas por una ciudad inmensa.

Sin que le falte absolutamente nada material, Benny va a una vídeo locadora después de la escuela, a buscar el ruido que traerá a casa y que le llenará de sonido la vida aburrida y solitaria que lleva. Los padres nunca están, ni siquiera los fines de semana; la hermana mayor vive independiente.

Benny no tiene con quien hablar y no ha aprendido a sentir empatía por los demás seres humanos. Ni el amigo de la escuela, de quien reniega en un momento crucial; ni la chica que ve seguidamente en la calle y que sufre; ni la madre que alguna vez llora -- no sin razón -- en el auge de la angustia; nadie conmueve la vena humanitaria de Benny, que ha crecido como un psicópata.

Los padres se dedican a ganar dinero y a encubrir las fechorías de los hijos, quienes han absorbido su manera de estar en el mundo. No tienen valores que les oriente más allá de aquél que parece regir la vida de casi todos en nuestras sociedades modernas y sin Dios: el estatus (a imagem pública) y el dinero son lo único que importa. En ningún momento los tres personajes se preguntan por la persona cuya existencia Benny destruye. La vida humana no tiene valor. Es igual que la de un cerdo.
Helga Maria Saboia Bezerra
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2 de diciembre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El aislamiento tanto físicamente como emocionalmente hace del individuo alguien totalmente parco de emociones y atípico antes las circunstancias de la vida. Lo que Michael Haneke logra con esta cinta es mostrar una vida desprendida del cariño fraternal, rota y despreocupada arrojada a un mundo totalmente frío y sombrío. Haneke, quien nos entregó una parsimonia de la vivencia de una familia de clase burguesa a arrojarse a un viaje de caracterizaciones sumamente descolorida y turbia con un final que te descoloca, el director austriaco vuelve a hacer de las suyas con una historia del mismo estilo seco y que incomoda, que funciona como la segunda parte de la que se denomina como la trilogía de la glaciación emocional.

La historia de “El video de Benny” es sobre un muchacho de nombre Benny, quien vive una vida apartada de toda interacción con el mundo, la única fuente o conexión con las relaciones humanas es por medio de una cámara de video que sus mismos padres le obsequiaron como compensación de la falta de cariño a su propio hijo. Benny se obsesionará tanto con un video que el mismo grabó que lo incitará a cometer un acto monstruoso.

Haneke posee una enorme naturalidad para filmar, sin evitar el efectismo barato. El siempre y genial director austriaco vuelve a sorprender con sus planos largos y la repetición de los mismos, como los ascensores cerrándose, escaleras mecánicas, imágenes con tonalidades grises, hace que todo esto edifique un mundo mecanizado y deshumanizado, y gélido a la vez. Lo mismo pasa con los planos expresivos, cuyo tratado tiende a reutilizar las imágenes para captar esa monotonía que es esta vida que transitamos.

Es enormemente rotundo la actuación de Arno Frisch como Benny, con esa mirada que refleja desidia, desinterés y la frialdad que fluye por sus venas ante lo macabro de sus acciones, cuya interpretación me deja helado e incómodo. Igualmente pasa con Angela Winkler y Ulrich Mühe, cuyas interpretaciones están bastante bien hechas como padres despreocupados, pero que en el fondo velan por el futuro y bienestar de su hijo.

Debo reconocer que el director tiene un trato muy particular sobre la violencia, y aquí a pesar de no ser tan angustiante, sigue enervando la sangre. Haneke siempre ha sido un director atemporal, que viaja en contra de la corriente, aquel que crítica el uso de la violencia en el cine más comercial, para hacer una catarsis sobre ello. Y todo esto lo podemos apreciar en esta cinta, donde el director austriaco logra tocarnos, lapidarnos, incomodarnos en el asiento. A pesar de no haber sangre a borbotones, lo suyo está en la sutileza, en lo implícito de la violencia que suele aparecer de improvisto y fugaz, pero que nos retuerce y nos hace pensar en lo que vemos en pantalla.
Carlos Walnuts
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20 de abril de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta no es una película para todo el mundo. Esta película es realmente cruda y está rodada con un ritmo muy lento debido a que se busca verosimilitud. Ahora bien, ¿De qué habla Haneke en este film? Ocurre un hecho terrible que nos hace pensar... ¿De quién es la culpa? ¿Puede que de las cintas de vídeo? Este debate siempre ha existido y existe a día de hoy, la violencia en el cine, ¿A favor o en contra? ¿De los padres quizá? Puede que los padres pasen un poco de su hijo... ¿El chico es demasiado frío? Quizá. ¿Por qué? Planteo todas estas preguntas porque te las plantearás al ver la película, si te gusta lo que se plantea, adelante, ves a verla. Haneke crea una historia real al lado de la ficción por eso hay tantos televisores incluso grabando lo que sucede en ellos. Unos años más tarde irá más allá y rodará Funny Games, una terrible pesadilla en la que nosotros seremos los culpables por estar viéndola.
JuanRa
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