La calle del Delfín Verde

En realidad la mía no es un crítica en el sentido estricto de la palabra. Es una simple reflexión sobre un título muy apegado a los recuerdos de mi niñez. Esta película la vi en los años setenta por televisión, y lo que más recuerdo con clara emoción es la escena del terremoto que me impactó por su realismo. Al leer la crítica y enterarme ahora años después que recibió un único oscar por los efectos especiales, puedo coincidir en parte con lo ya vertido: en que es una película para la mentalidad de un niño conmovido por una escena catastrófica. Me gustaría volverla a ver por el sabor de la nostalgia.

"La calle del Delfín Verde" va de muchas cosas, abarca tanto y tan trascendente para la vida de nuestros personajes que si te la tomas muy en serio hasta es una obra maestra. Se queda lejos para mí, no es un desastre, es para pasar el rato y precisamente en eso, en su propósito sano de querer entretener es donde sí triunfa. Lo que más me ha fascinado es el tema de los despistes, los hay que son imperceptibles y que no alteran el orden de las cosas, incluso pueden parecernos simpáticos en nuestras vidas. Hasta que de repente aparece otro despiste que podría ser como la mayoría y no, te cambia la vida de forma impepinable y no queda otra que apechugar con ese destino.

A la película hay que entenderla como un intento de ser cine de aventuras mezclado con historias de amor y hasta con un lamentable ingrediente religioso que la mayoría aceptará como algo sin importancia pero que a mí me parece terrible. Hay cosas que chirrían, porque si es tan importante escribir un nombre en una carta, y más cuando se hace desde las antípodas de su destino, estaría bien que ese preciso momento se hubiera subrayado cinematográficamente. Hasta lo leemos en la sinopsis de esta página!!! ¿Marguerite?; ¿Marianne?; el futuro de muchas almas depende de la melopea de un fulano en Nueva Zelanda cuando escribe en un papel, y hablando de fulanos, menudo castigo ver al protagonista, que no podía tener menos chispa.

Suerte que aparecen Van Heflin y las dos hermanas, compensa la mediocridad del protagonista aunque la película no deja de ser escasa, por mucho terremoto, tsunamis y revueltas maorís que nos pongan delante. La cuña religiosa, para cualquier ateo que se precie como tal, es para para indignarse. Eso de los votos, casarse con Dios y leer un libro como método para reencontrar un sentido a la existencia... Va por favor...

Hay varios puntos en esta película que me engancho a la pantalla, no por interesante, si no por entender realmente lo que está sucediendo.

Uno de ellos, y el principal de la película, es lo que sale en la sinopsis de la película. Equivocarse de nombre cuando envía la carta. Es decir, tú, aunque vas pedo total (tal como dice la película) escribes una carta de amor (muy correcta por eso) diciendo que se venga a vivir a Nueva Zelanda para casarse, y te equivocas de nombre de la hermana. Es el disparate más grande que he visto en una película.

Luego el tema de la monja! Cuando una persona ha tocado fondo, va y le da un libro para convertirla en monja, eso manipulación totalmente.

En fin.... que los premios ganados se lo merecen, porque aunque ya en 1936 en la película "San Francisco" hubo unos efectos especiales muy buenos, 11 años más tarde, en esta película han igualado e incluso mejorado esos efectos especiales. No tiene mucho mérito, son 11 años... pero bueno, están muy bien.

El resto, no merece la pena... el argumento aunque el principio promete, luego se va cayendo cayendo...