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La calle del Delfín Verde

Drama. Romance A mediados del siglo XIX dos hermanas se enamoran del mismo hombre. En la carta que el pretendiente envía a sus padres se confunde de nombre, y pide la mano de la hermana equivocada, lo que cambia el destino de los tres. (FILMAFFINITY)
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
27 de marzo de 2017
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Novelas, libros para niños e interesantes colecciones de historias cortas, convirtieron a la escritora Elizabeth Goudge (1900-1984), en una mujer exitosa, tanto en su país natal, Inglaterra, como en los Estados Unidos de Norteamérica. Su formación espiritual, la animó a escribir también alguna obra sobre Jesús, otra sobre la vida de Francisco de Asís… y hasta una autobiografía en la que se encuentran frases tan significativas como ésta: “A medida que este mundo se vuelve cada vez más feo, insensible y materialista, es necesario recordar que los viejos cuentos de hadas están arraigados en la realidad; que la imaginación es de gran valor; que los finales felices sí ocurren; y que la hermosa neblina azul vista sobre la fea calle, es tan real como la calle misma”.

Dos obras, favorecieron muchísimo el éxito alcanzado por Elizabeth Goudge. La primera, “The Little White Horse” (1946), un cuento infantil que se vendió como el pan y al que, J.K. Rawling, reconoce como una de sus principales influencias al momento de escribir la serie sobre Harry Potter. También, en el año 2009, este mismo libro sería la base para el filme “The secret of Moonacre”, aunque, Gabor Csupo, no supo (¡!!!¡) recrear con eficacia sus virtudes. Y la segunda obra fue, “Green Dolphin Country” (1944), la cual interesó a los productores de Hollywood tras su gran éxito en las librerías, y con guion del calificado, Samson Raphaelson, se puso en manos de Victor Saville y se rodó como “LA CALLE DEL DELFÍN VERDE”, para contar la historia de dos hermanas que se enamoran del mismo hombre.

Visto hoy día, y cuando ya han salido a la luz algunos hechos que, años atrás, se ocultaban cautelosamente, el filme podría resultar algo tramposo en su resolución, pero, es indudable que, su planteamiento general, además de muy satisfactorio, da cuenta de una de esas novedosas y sorprendentes formas como, en ocasiones, el Amor consigue manifestarse.

Se trata aquí, de la relación contraída por una persona que ama fervientemente y otra que se ha consagrado a vivir una relación por aprecio, deber y otros sacrificios. Pero, la suerte de sostén que se produce en los ejemplos que aquí se recrean, es tan sólido y tan bien recreado que, no nos queda menos que reconocer que, hay maneras de amar maravillosas y muy gratamente sorprendentes.

La escena de la confesión de Sophie Patourel a su esposo Octavius resulta sublime, y lo que deviene, tan sólo confirmará que, de altos espíritus está bien lleno este bonito planeta, y que, el amor sigue siendo la fuerza más poderosa de la que puede servirse la humanidad. En este sentido, a “LA CALLE DEL DELFÍN VERDE”, consigo sentirlo como un filme de altísimo valor y ni qué decir, pues ya mucho se ha dicho, que la escena del terremoto fue magistralmente realizada.

Lana Turner (Marianne), de nuevo fascinante como la muchacha que sabe ocupar su lugar con la más plena entereza… y razón tenía, Donna Reed, cuando por poco rechaza su rol de Marguerite al pensar que ningún espectador estaría de acuerdo en que la pasión de William Ozanne fuese por ella y no por la divina y emprendedora Marianne. Pero, cuando sabemos que Ozanne no fue siempre excesivamente brillante, esto se comprende y el entendimiento, entonces, se hace nítido. Richard Hart, quien tuvo a su cargo este difícil rol, consigue definirlo muy satisfactoriamente, y fue debido a su temperamento depresivo y su afición por el alcohol, que no pudo mantener su carrera en Hollywood, pues, en el teatro demostró que era altamente calificado, habiendo llegado a ganar el Theatre World Award por su actuación en “Dark of the Moon”. Una oclusión coronaria acabó con su vida a los 35 años de edad y, fue por esto, que no consiguió dejar una obra cinematográfica suficiente significativa.

Y cuando pensamos en Timothy Haslam (al que representa Van Heflin), cabe preguntarse ¿Quién, en definitiva, sufrió más en esta historia? Pero, cuando sabemos que los diamantes se acrisolan a golpes de cincel, cada personaje de este filme luce grande y es inevitable reconciliarse con la vida.

Yo creo que, “LA CALLE DEL DELFÍN VERDE”, es una gran película.
Luis Guillermo Cardona
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16 de julio de 2017
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melodrama de época, con una historia arrebatadoramente romántica en un entorno exótico como era la Nueva Zelanda de los maoríes, éxito en su tiempo, con magníficos ingredientes como una portentosa dirección de Saville, unos efectos especiales deslumbrantes y un arrebatador Van Heflin, sin embargo ha caído en el más injusto olvido.

No olvidemos a Van Heflin. Un actor casi siempre relegado a papeles secundarios, un rostro difícil, capaz de transmitir todos los sentimientos con un arqueo de ceja, que siempre atesoró la energía y la capacidad para conseguir que sus interpretaciones cautivasen y fuesen siempre las más recordadas de los filmes en los que intervenía. Ha sido el mejor Athos del cine, el padre abnegado de "Raíces profundas" y o los grandes papeles en el film "Patterns (El precio del triunfo)" o el "Tren de las 3:10 a Yuma". En "La calle del delfin verde", roba los planos a la pareja protagonista (una Lana Turner con la que repetiría años después) cuando él aparece, encarnando a un hombre duro, que se viste por los pies, sobreviviendo a las vicisitudes que les ocurren en una exótica Nueva Zelanda. Un personaje que nos retrotrae a otro tipos duros y románticos, al Bogart de "Casablanca", o al Rhett Butler de "Lo que el Viento se llevó". Magistral y poderosa interpretación, como no podía ser de otra manera.

Si Van Heflin es lo más destacable en este filme, Victor Saville en la dirección sorprende, por su solidez en la realización, el inteligente empleo de luces y sombras, sus encuadres, el juego del vidrio pintado, capaz de evocar poderosas e irreales arquitecturas. Y destaca también en la dirección de actores, con un gran trabajo en la línea de los clásicos europeos como Ophuls o Sirk. Resulta llamativo como Ophuls rodase "Carta a una desconocida", su obra más magistral, un año después de la que nos ocupa. Ambas coinciden en una historia folletinesca, quasi irreal, pero tremendamente bella, romántica y emotiva. Sin embargo, nadie recuerda a Saville y a esta obra, quizás un olvido tremendamente injusto.

Y luego está el gran trabajo técnico, merecedor del Oscar a los efectos especiales. La recreación del terremoto y de la inundación posterior es, simplemente, insuperable. Excelentemente documentada, con fumarolas, chimeneas de barro, geyseres, caos y destrucción, es, quizás, una de las mejores recreaciones, por su aparente realismo, de los efectos devastadores de un terremoto. Sigue impresionando ver estas escenas con 70 años de antigüedad.

La excelente ambientación y el rico vestuario redondea la exquisitez del filme.

Van Heflin, Lana Turner, Saville, terremotos, romanticismo desbocado y exotismo. Un gran filme que nadie recuerda. Que pena.
Quinto Sertorio
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20 de febrero de 2008
15 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desgraciadamente muchos aficionados al cine suelen abusar de algunas frases tan socorridas como “ha envejecido mal” para explicar su desconexión con el cine clásico. En realidad suelen ser ellos los que no han evolucionado bien, porque lo han hecho sin el bagaje histórico, a ritmo de modernidad y son víctimas de las modas del presente.

Claro que existen otras ocasiones en que ese tópico sí es cierto. Y para demostrarlo traigo a colación “La calle del delfín verde”, película del año 1947, que se ha quedado más rancia que las galletas que guarda la abuela en la caja del armario más alto de la cocina.

La cinta, que pretende aunar lo romántico y la aventura, se queda casi en una película religiosa del franquismo. La historia parece sacada de un libro de vida de santos. Estas cosas pasan cuando se adapta una novela de una mujer como Elizabeth Goudge, una de esas señoritas pudientes que cuando se aburrían escribían una novelita pensando que eran artistas.

Si el guión es pésimo y más caduco que la leche en bolsa, otros dos elementos la merman aún más: La desastrosa dirección de Victor Saville, un director británico de tercera fila, que sólo destacó como productor.

También la falta de un actor principal de postín que pueda dar réplica a las dos actrices protagonistas, Lana Turner y Donna Reed hacen que la trama sea poco creíble. Se debieron quedar sin presupuesto porque Richard Hart es uno de los peores actores de esa década que recuerdo. Así le fue.

Lo más destacable es sobre todo la fotografía en blanco y negro de un maestro como Folsey (“María Antonieta”, “Todos los hermanos eran valientes”, “Siete novias para siete hermanos”) y el efectivo montaje que hace que se pueda soportar las casi dos horas y media de metraje y curiosamente los efectos especiales –se llevó el Oscar en esta categoría- que aunque escasos, cuando aparecen, como en el caso del terremoto, llaman poderosamente la atención.

Nota: 4,7.

PD: La historia de la sublevación de los maoríes en Nueva Zelanda no tiene precio. Un despropósito anglosajón.
vircenguetorix
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7 de marzo de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Celebérrimo título de un standar de jazz. Cuenta la leyenda que Miles estaba dormitando en el salón de su casa y al despertarse ponían la película en la televisión. Se quedó a verla y aprendió el estribillo, lo arregló e incorporó a su repertorio. La versión más canónica está en el Kind of blue (1959) el disco de jazz más vendido de la historia. Luego la toco decenas de veces Bill Evans en la versión más bonita de las que hay, que son muchas. También John Coltrane, Sonny Rolling y muchos otros.
La película la tengo por injustamente olvidada. Tiene cuerpo, textura, una trama muy sólida, grandes interpretaciones, aventuras, desastres, enredos familiares, y todo lo necesario para ser una gran película, pero no creo que fuese una cinta que triunfase, ni en taquilla ni en en la crítica.
Se narra desde dos perspectivas distintas: el enamoramiento y la aventura. Tiene, además, ese gusto por lo exótico que dan los relatos en los países lejanos. Lo tiene todo, y todo se narra maravillosamente bien.
Lana Turner es una bestia sexual, de un atractivo animal muy acusado. Una cara perfecta, una cuerpo como marcan los cánones de las diosas del cine clásico. Verla vestida de blanco con ese aspecto casi virginal es tremendamente morboso.
Donna Reed es otra actriz superlativa, menos potente pero con ese recato de las grandes mujeres del cine. Van Heflin muy correcto, y el que menos conocía es Richard Hart, actor de pocas películas, sólo cuatro, la última "El reinado del Terror" de Anthony Mann de 1949.
Me ha parecido una joya por descubrir, y la considero muy recomendable. Es mejor película que el crédito que tiene.
ÁAD
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4 de agosto de 2013
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un clásico melodrama de la metro, en donde amores no correspondidos, odios viscerales, sacrificios personales, envidias de familia...todo se mete en una batidora que por momentos chirría. Hay demasiadas historias dentro de la historia, acontece demasiado en poco tiempo por lo que muchas situaciones resultan verdaderamente increíbles. Aun así, la película resulta interesante por la siempre eficaz Turner y unos efectos especiales muy conseguidos para la época. A pesar de su larga duración, nunca llega a ser tediosa. Con un director más experimentado y solvente, quizá habría obtenido mayor éxito.
Por cierto, los actores principales -exceptuando a Lana- bastante flojos.
petka
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