"La calle del Delfín Verde" va de muchas cosas, abarca tanto y tan trascendente para la vida de nuestros personajes que si te la tomas muy en serio hasta es una obra maestra. Se queda lejos para mí, no es un desastre, es para pasar el rato y precisamente en eso, en su propósito sano de querer entretener es donde sí triunfa. Lo que más me ha fascinado es el tema de los despistes, los hay que son imperceptibles y que no alteran el orden de las cosas, incluso pueden parecernos simpáticos en nuestras vidas. Hasta que de repente aparece otro despiste que podría ser como la mayoría y no, te cambia la vida de forma impepinable y no queda otra que apechugar con ese destino.

A la película hay que entenderla como un intento de ser cine de aventuras mezclado con historias de amor y hasta con un lamentable ingrediente religioso que la mayoría aceptará como algo sin importancia pero que a mí me parece terrible. Hay cosas que chirrían, porque si es tan importante escribir un nombre en una carta, y más cuando se hace desde las antípodas de su destino, estaría bien que ese preciso momento se hubiera subrayado cinematográficamente. Hasta lo leemos en la sinopsis de esta página!!! ¿Marguerite?; ¿Marianne?; el futuro de muchas almas depende de la melopea de un fulano en Nueva Zelanda cuando escribe en un papel, y hablando de fulanos, menudo castigo ver al protagonista, que no podía tener menos chispa.

Suerte que aparecen Van Heflin y las dos hermanas, compensa la mediocridad del protagonista aunque la película no deja de ser escasa, por mucho terremoto, tsunamis y revueltas maorís que nos pongan delante. La cuña religiosa, para cualquier ateo que se precie como tal, es para para indignarse. Eso de los votos, casarse con Dios y leer un libro como método para reencontrar un sentido a la existencia... Va por favor...