La vida es compleja, y la dualidad una de sus formas más persistentes. El films se centra de esta manera en el horror y la belleza a un mismo tiempo. La segunda guerra mundial, el ghetto de Varsovia, el exterminio de los judíos, la conspiración y lo excelso de la música ejecuta por un pianista virtuoso. Una escena podría definir el tono de esta película de Polanski: el protagonista, escondido en un apartamento, moviendo sus dedos en el aire por encima de la teclas de un piano, para no hacer ruido y ser descubierto, imaginando su sonido. La historia no se fija en la guerra de lleno, ametralladoras, trincheras y hombres cayendo en el campo de batalla, pero se la puede imaginar, como en un cuadro, cada pincelada va definiendo el paisaje total. Los rusos, aliados, salvan a Polonia de la ocupación alemana. La guerra empieza con la película y termina con ella, comprimiendo así una cronología que es clara y comprensible. La crueldad sin motivos está a la vista, pero también la ganas de vivir a toda costa y el arte que siempre salva, en este caso la música que es capaz de amansar a las fieras. Es un cótel exquisito pero fuerte de digerir. Un films logrado, bien contado, desde un peculiar punto de vista y que vale la pena ver.

Y lo consigue, aunque a veces recurra a golpes demasiado bajos. La historia no es la guerra en Bosnia (que va como telón de fondo) sino los sentimientos más profundos que habitan en el hombre y que hacen que el mundo gire al ritmo de la vida: el odio y el amor. No hay medias tintas, el director buscó llegar a los puntos más álgidos de éstos y logró tocarlos. Detenerse a hurgar en la exactitud cronología de los hechos históricos de la guerra no tiene sentido: están ausentes, siquiera se los tuvo en cuenta: cumplen un único fin: enmarcar la historia. Las actuaciones no son deslumbrantes, pero se sostienen, la geografía no busca los primeros planos, pero cumple su cometido. Se trata de contar sobre aquello que nos envilece convitiéndonos en bestias, o lo que nos ennoblece haciéndonos más humanos. No necesita ser creíble porque no apunta al intelecto, sino que va directo al corazón: por lo demás depende del espectador acusar recibo o no del impacto. Hay que rescatar la banda sonora: es sobrecogedora y acompaña muy bien al film. Recomendable para los que quieren ver una película simple pero cargada de los sentimientos más extremos.

Más no se podía hacer. Los libros son una cosa. La película es otra. Siempre.Nunca puede conformar a aquellos que leyeron el libro antes. Las imagenes de la lectura son tantas como lectores haya. En este caso las del director son excelsas. La película es bella por donde se la mire, hasta llegar, hacia el final, a lo místico. Por segundos se llega a justificar aquellas muertes en razón de la desesperada búsqueda del protagonista. Me convenció. Un policial de tanta originalidad los hay pocos. Este es uno. La lírica y la subimación de los más bajos instintos. La belleza y la crueldad juntas, como suelen encontrase en la realidad. Una estética despiada en todos los sentidos. Bella: es el calificativo más justo.

La historia es harto conocida pero el tratamiento que se le da es lo que la hace diferente en este tipo de dramas policiales. Generalmente el arma que apunta buscando la venganza siempre se extiende en infinitos argumentos buscando la tensión del espectador que se pregunta a qué tanto discurso, y que termina llevando al vengador a perder su presa o a que todo se revierta, por culpa de dar una tediosa explicación de lo que siente y porqué va a meterle un balazo en la cabeza en vez de hacerlo de una buena vez, en este film se lo aborda de otro modo y eso la hace más realista. Las actuaciones son buenas y está bien contada. Si bien todo es previsible desde el comienzo hace que uno se quede sentado para ver cómo sucede, y vale la pena quedarse. No sobresale pero se ajusta bien al género y se disfruta viéndola.

La espina dorsal de la película es el idealismo (no del personaje) sino de un modelo de político que debería existir y que las derechas no quieren y pagan bien para hacerlos desaparecer. Hay que andarse con cuidado respecto de las críticas que se le hacen desde los espacios de poder público, porque siempre responden a intereses corporativos. La película tiene fuerza, nobleza y un espíritu de ideales que lamentablemente han sido arrasados y de los que se ha abdicado casi por completo. En los tiempos que corren parece poesía, pero ciertamente hubo tiempos en que no lo fue y nunca debió dejar de serlo. Ahora bien: sucede que cuando hombres de esta integridad terminan por tomar el poder y pasan del discurso a los hechos, no siempre terminan haciendo lo que predican; entonces se suman a los del montón, que por diferentes motivos, sus principios se van diluyendo en el trono de sus lujosos despachos.