Leo con desconcierto muchas comparaciones de Midnight Special con E.T. cuando no tiene absolutamente nada en común, ni en fondo ni en forma. E.T. trata sobre un chico solitario, con un padre ausente, que encuentra un amigo (extraterrestre, sí, pero amigo) en su misma situación (perdido, sólo, asustado); con un climax que no es si no el abandono de la infancia. Bien acompañado de una emotiva música, una estupenda fotografía, unos interesantes personajes secundarios y una dirección que entendía perfectamente lo que significaba hacer una película sobre la infancia, sin ser infantil.
Nada de esto lo encontramos en Midnight Special; el viaje (más bien trayecto) de un padre ayudando a su hijo, con una dirección correcta pero sin ningún sello de autor en ninguno de sus componentes (la música de los ochenta era mucho más que utilizar sinteizadores).
La película empieza a construirse en base a un misterio (¿quién es el niño? ¿hacia dónde tienen que ir y por qué?) pero no llega a explicar nada relacionado con el mismo (¿de qué se trata y cómo se soluciona el tema de la "enfermedad" del niño? ¿cómo consigue el "especialista" averiguar hacia donde se dirigen? ¿en qué momento están relacionados los personajes con esa secta que les persigue?). El problema no es que deje preguntas sin responder. Es legítimo plantear unas premisas que pueden carecer de cierta lógica si las mismas permiten desarrollar otros aspectos de emocionales o argumentales. En esto, M. Night Shayamalan en un gran experto (El Sexto Sentido no habla de fantasmas, habla de la comunicación; Señales no habla de extraterrestres, sino de la fe; El Bosque, del aislamiento social por el terror; El Incidente, de la relación del hombre con la naturaleza...) Spielberg hablaba en E.T. de paso a la madurez (¿quién sino Eliot acaba siendo el personaje más maduro de la película), pero si Midnight Special realmente no quieres desarrollar bien su misterio, si eso no es lo importsnte ¿entonces de qué nos quiere hablar? De nada; no hay argumento en los personajes, sólo en unos hechos repletos de lagunas. Los personajes son planos (no desde luego por culpa de tres principales actores), el niño carente de interés (a penas tiene lineas de diálogos, no sabemos nada acerca de los que piensa o siente) y las relaciones entre ellos absolutamente distantes. Para cuando llega el tercer acto ya es demasiado tarde; el final pretende ser más emocional que lógico, pero no sólo no surge efecto, sino que además resta al conjunto. Cuatro personajes en un coche rumbo a ninguna parte.

Shyamalan vuelve a conseguir una película redonda en su mensaje y cuidada en su presentación. Y le vuelven a echar en cara que él no es un director de la factoría Bruckheimer. Casi como si eso fuera negativo.

Y es que en diez años, Shyamalan nos ha contado más en su cine que toda la industria de Hollywood en los noventa.

Con el Sexto Sentido conocimos a un chaval que puede hablar con los muertos pero es incapaz de comunicarse con su madre. En El Protegido, que primero viene el villano, y gracias a éste, existen los héroes. Aprendimos a interpretar las Señales que nos lanza la vida cuando creemos que todo está perdido y derrotado. Aprendimos a enfrentarnos a los miedos para poder ver más allá de los árboles que nos tapan el Bosque. Y con El Incidente, descubrimos que dañar el ecosistema no es más que el suicido de propio ser humano.

Increíble como la más mínima brisa se convierte en una amenaza que recuerda a aquellos pájaros de Hitchcok postrados en el tendido eléctrico. Su cine no es un cine de acción, ni de terror, es un cine de autor. Que puede gustar o no; pero no se le puede echar en cara su estilo único y sus personajes (que no pretenden ser reales, sino que están al son de la historia) propios.

Y todo ello acompañado de un James Newton Howard que desde Señales demanda un merecido oscar por estas bandas sonoras, que en tiempos del buen cine de terror con personalidad (Poltergeist, La Profecía, Encuentros en la tercera fase, La semilla del diablo...) y en tiempos de mayor osadía en la academia americana, ya lo habría ganado.