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Argentina Argentina · Buenos Aires
Críticas de AQUILANO
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Críticas 52
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
20 de abril de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debo admitir un prejuicio propio y rayano con la ignorancia antes de comenzar: Cuando Netflix estrenó la miniserie pensé anticipadamente: “Este tema ya lo agotaron en cine, es una historia de ficción que ya abordó con singular maestría Minghella hace 25 años. ¿Por qué insistir con una nueva versión y para colmo en blanco y negro?. Error garrafal.

Ya Steve Zaillian, su director, me había deslumbrado con “The night Of”, por eso le dedico el título parafraseando el de la película de 1999 sobre el mismo tema. Aunque también podría haber elegido "El talentoso Mr. Scott" por el actor principal.

"Ripley" es sin dudas un innovador aggiornamiento del film noir. También nos transporta a épocas doradas del cine italiano, pues por momentos da la sensación de sumergirse en el mundo fellinesco de la “Dolce Vita” (precisamente, y puede no ser casual, uno de los capítulos se titula así) o por su estética -aunque ciertamente lejos del género de la comedia dramática- en “il sorpasso” de Dino Risi (otra casualidad: también titulada "La vida fácil").

Es que ese toque mágico de fotografía (magistral blanco y negro, pero en HD) la convierte especialmente en una verdadera ambientación de la Italia de los 60’ y sus paisajes napolitanos o de la costa amalfitana, así como nos sumerge a su comienzo en un deprimente Harlem o el Bronx o el Brooklyn de aquellos tiempos (no sé si habrán sido los lugares exactos de rodaje, los presumo) con una sorprendente veosimilitud.

He leído por ahí que esta decisión del director de filmar sin color le quitó a Netflix puntos de audiencia, como le ocurriera con “Roma” o con “El Conde”, pues el público actual rechaza las producciones de este estilo, a las que presupone tediosas o fuera de época. Remito aquí al “ignorante prejuicio” que intentó invadirme y .mencioné al inicio, por suerte sin éxito, pero va a mi favor que lo generé antes de ver la película, no después. Porque una vez comenzada, nunca hubiera decidido abandonarla como parece haber ocurrido como la respuesta generalizada de los espectadores. Es realmente una verdadera injusticia que una producción de tal magnitud pierda fuerza o divulgación ante otras ofertas con menor calidad de la misma plataforma.

Volviendo ahora a la síntesis de Ripley, resulta imposible escindir al personaje de la encarnadura que le brindó el excelente actor Andrew Scott. Ahora sí, luego de esta personificación, será un intento inútil recrear la historia en un futuro lejano. Dista mucho de las características que le imprimiera Matt Damon en la anterior versión, aunque hay que reconocer que también componía un rol de un pusilánime que iba creciendo en un oscuro derrotero que nos inducia al rechazo de un personaje tan siniestro.

Pero creo que este Ripley de Scott (y desde ya, Zaillain) es el verdadero que imaginó Patricia Highsmith.

La autora de la novela original, sin dudas podría haberse inspirado en esta encarnación, de haberlo conocido antes de escribirla. Aquí vemos al auténtico psicópata sin culpa, mendaz y manipulador para los psiquiatras o criminólogos y al frío asesino alevoso para los abogados penalistas. Scott se desempeña con la naturalidad de un pez en el agua despertando incluso, dentro de la negativa personalidad del principal protagonista y por momentos, una pizca de empatía y hasta de compasión por las desventuras repudiables que le acarrea ir escalando una posición social relevante, para lo que debe usurpar sangrientamente una identidad ajena.
Dakota Fanning (sí, aquella estrella infantil, la niña prodigio de “Hombre en llamas” o “La guerra de los mundos”) se agiganta conservando en todo momento una apatía exasperante que contrasta con la brillantez que le diera anteriormente a “Marget Sherwood” la también destacada Gwyneth Paltrow. En la misma sintonía abúlica se coloca Johnny Flynn en la piel de Dickie Greenleaf, carente de reacción ante la evidente sordidez del asesino que cobija sin reparos en su casa.

Párrafos aparte merecen Eliot Paulina Summer, persona que se reconoce como no binaria en su vida real, quien compone a un Freddie Miles que desconcierta al espectador por la impronta misteriosa que le brinda a su personaje y todos los actores de habla italiana que participan en el mismo nivel interpretativo y nos conducen a una historia perfectamente creíble por su naturalidad.

También, párrafos aparte, el parangón con flashes que va a desembocar en la tortuosa vida del pintor del barroco Caravaggio, superponiéndose con el Ripley que admiraba la luz dramática de sus obras, como suplicando que iluminara la negrura de su ambicioso y voluntario destino criminal.

En síntesis, una producción majestuosa donde no se ha descuidado ni un detalle de la vida “analógica” de los tiempos en que transcurre el relato, altamente recomendable y digna de premiaciones internacionales. Es de presumir que no habrá de tenerlas. El cine noir generalmente no da actualmente satisfacciones a sus realizadores. Como se acostumbra a decir comúnmente en mi país, “no paga" (por "no retribuye"), pues el público contemporáneo va en procura, quizás no vana, ni insustancialmente, del color de la vida.
AQUILANO
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8
22 de septiembre de 2023
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que esta producción puede hacer trascender al cine chileno, quizás muy escondido detrás de la cordillera.

Aunque actualmente no puede negarse que Pablo Larraín ha superado internacionalmente esas cerradas fronteras de consumo interno, aquí nos sorprende con una obra digna de Fellini. Pienso que si el director italiano viviera sería su entusiasta divulgador y hasta la podría aplaudir de pie, pues hay escenas dignas de su estilo (el vuelo libre pero a la vez grotesco y despatarrado de Carmen es un claro ejemplo de mi presunción y a la vez una de las escenas más logradas del film, lo mismo que la incursión bizarra de la banda militar). Escenas surrealistas de primer nivel, tanto en lo visual como en el aspecto técnico.

Es una sátira feroz, ferocísima. Aunque su género, como puede apreciarse en la síntesis de esta misma página es inclasificable y hasta promiscuo: "Comedia. Fantástico - Comedia negra.-Vampiros - Sátira".

He tratado siempre de que otras críticas no me influyan para realizar mis modestos aportes, pero hay una en este mismo sitio que ha dicho algo con lo que concuerdo, en cuanto a que la crudeza del tema no puede motivar una sonrisa. Pero en muchas partes la ironía está insertada con suma inteligencia y consigue provocar una reacción contradictoria: reírnos de las absurdas confesiones y justificaciones de un genocida y su familia disfuncional. Larraín saca así a la luz la expresión de las miserias humanas en toda su gama.

Tampoco para todos los gustos ni propicia para la juventud desinformada de la historia de esos tiempos. Resulta fundamental haber conocido la personalidad de Pinochet para valorar la parábola y el parangón de "dictador sangriento=vampiro" que inteligentemente han introducido los guionistas, avalados en el Festival de Venecia.

El director no ahorra esfuerzos para exprimir su original historia, pues también saca a la luz la callada y delicada cuestión de la guerra de Malvinas o Falkland (como guste denominársela) tan dolorosa para nosotros, los argentinos, en un encuentro memorable e imaginario de dos personajes históricos muy fuertes y controvertidos.

Su desarrollo cuasi total en una muy buena fotografía en blanco y negro y circunscripto casi totalmente a un paraje desolado de la extensa costa chilena, contribuye al clima grotesco y tétrico de la historia, característica un tanto truncada hacia el final de la película. Por último, la banda sonora acompaña sombría y atinadamente la alegoría (desde su atinado e inicial comienzo acudiendo a la "Marcha de Radetzky" de Strauss"), todo lo cual nos presenta a un realizador que espera y merece su consagratorio reconocimiento internacional.
AQUILANO
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10
22 de noviembre de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
De no ser que "Beni çok sev" responde a un tema musical compuesto por un artista muy reconocido en Turquía y que ha trascendido incluso sus fronteras, el título “Ámame mucho” poco aportaría para la dimensión exacta del excelente film de Mehmet Ada Öztekin (recordar este nombre que podría agigantarse en un futuro inmediato, luego de tres producciones anteriores en años sucesivos desde 2017).

También se la ha traducido al español como “Ámame igualmente” o “Quiéreme tanto”, lo que lo emparenta un poco más con el intenso contenido de la historia.

Si la Academia de Hollywood, o los festivales más relevantes que comenzarán seguramente a reorganizarse luego de la pandemia, actuaran sin las suspicacias que trasuntan muchas veces sus decisiones basadas más en las coyunturas del momento para sus premiaciones políticamente correctas o de conveniencia política, la película debería arrasar, en principio, con el galardón de la mejor producción extranjera y de extenderse este reconocimiento a otros rubros, como viene ocurriendo últimamente, al mejor director, los mejores actores, el mejor guión y la mejor música incidental, como mínimo, aunque no se trate de un film en idioma inglés.

Tanto Sarp Akkaya (como el recluso que debe ser conducido para visitar en su lugar natal y en realidad conocer a su hija a quien no ha visto ni supo nada en años) así como el guardia encargado del traslado, Ercan Kesal, se sacan chispas en un duelo interpretativo de alto nivel. Öztekin se ha detenido mucho en el trabajo actoral y todo el elenco sincroniza armónicamente para converger en un resultado altamente creíble que nos hace sumergir en un relato con el broche de una vuelta de tuerca totalmente inesperada y a olvidar que estamos asistiendo a una ficción.

No son actores ni actrices representando papeles. Son los auténticos personajes que no casualmente les ha tocado encarnar: tanto Arkaya, como Kesal, así como Aleyna Özgeçen (prestar también atención a este bello rostro de un seguro futuro promisorio) y Songül Öden, se sumergen en una verdadera metamorfosis de Musa, Sedat, Yonca y Nuriye, respectivamente, y el resto del elenco los acompaña sincrónicamente como una afiatada orquesta bajo la batuta de un auténtico maestro.

Párrafos de elogios aparte para Hasan Ozsut, creador de una música que se suma a la intensidad de cada escena (con un leve dejo de Gustavo Santaolalla) y para el propio director que supo cristalizar un sólido guión de su propia autoría.

Es un film para ver más de una vez con el sólo propósito de bucear en los detalles que en una sola visión pueden no percibirse y ratificar de ese modo que no presenta objeción ni desencanto alguno luego de una primera incursión que nos deja realmente estupefactos.
AQUILANO
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3
31 de octubre de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mío esta vez va a ser muy sintético, pues la película no es susceptible de mayores comentarios.
En principio, me vino a la memoria una antigua revista que existía en mi país, donde había una sección que calificaba los estrenos cinematográficos de la semana. Lo hacían en forma muy simpática utilizando el dibujo de un perrito que, cuando el film era muy bueno, se mostraba alegre moviendo la cola; luego iba decayendo gradualmente en entusiasmo si las películas no le eran satisfactoras, hasta llegar a dormirse (si resultaba soporífera) o bien por último salir corriendo ahuyentado. Creo que en cualquiera estas dos últimas categorías podría hoy esa publicación ya extinguida ubicar a "Rebecca".
Lo único rescatable de esta producción es una buena fotografía y los locales donde se filmaron sus tramos iniciales (Montecarlo especialmente, para retratar la dolce vita de las personas con grandes fortunas).De allí pasa, sin solución de continuidad, a un romance fulminante a primera vista nada creíble y apresurado donde un solitario y atormentado aristócrata deja de lado su melancolía para tomar la decisión de casarse en una semana con Lily James, quien podría haberse presentado ataviada con la jardinera de "Mamma mía, vamos otra vez" y el zapatito de Cenicienta sin que lo hubiéramos advertido. Sólo el despertar de sus pesadillas es una clara muestra de sus limitaciones para papeles dramáticos.
Se advierte entonces que ha sido muy deficiente en general la selección del casting, vaya como sustento de esta apreciación el papel del atormentado Maximilian de Winter, concedido a un galán que podrá seguramente hacer suspirar a las mujeres (Armie Hammer) pero nada más. Totalmente alejado del genial Laurence Olivier de la versión original que si bien tenía que recrear esa misma historia, lo hacía con su estatura de actorazo . Creo que este muchacho Hammer debería ser aprovechado en el futuro para películas de acción o bélicas sin demasiadas pretensiones y donde la expresividad no sea exigida.
Pero lo que resulta imperdonable radica en el desaprovechamiento de la talentosa y atrapante Kristin Scott Thomas, encerrada en un papel incómodo y esteriotipado, como preguntándose todo el tiempo ¿qué estoy haciendo yo en medio de esta mediocridad? o bien explicando: "El director me marcó esto y yo debo obedecerle, disculpen". Bueno, hay que comer.
En lo demás, no se entiende la tendencia a hacer remakes de films exitosos de otrora sin que se les agregue algún condimiento para aggiornarlo debidamente y con la calidad que merecen. El director (Ben Wheatley) y todo el staff deberian rendir homenaje a la memoria de Alfred (Hitchcock) y pedirle clemencia, pues profanaron la obra original que lo hizo merecedor de un Oscar hace exactamente ochenta años.
Sin más comentarios.
AQUILANO
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10
30 de octubre de 2020
5 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ví de a dos capítulos por día hasta llegar al impar del desenlace, pero podría haberlo hecho tipo "maratón" sin lugar a dudas.
Voy a resumir mi humilde opinión imaginando hipotécamente que una miniserie llegara a competir por el Oscar y me encomendaran adjudicarle los premios:
-Mejor película
-Mejor director
-Mejor producción
-Mejor guión adaptado
-Mejor fotografía
-Mejor música incidental
-Mejor actriz (Anya Taylor-Joy)
-Mejor actor de reparto o secundario (difícil de distribuir entre tantos talentos). Pero sugiero: ¿Bill Camp? (el conserje del instituto) ¿Harry Melling? (un extraño personaje que insinúa intenciones aviesas y nos engaña) ¿Marcing Dorosinsky? (un pétreo y perfecto jugador ruso que permite - apoyando a la protagonista principal- arribar a inauditas escenas de suspenso con su aparente inexpresividad) ¿Thomas Brodie-Sangster? (aún con su porte infantil, nadando como un pez en el agua en su inicial soberbia)
-Mejor actriz de reparto. También difícil, pero me inclino por Marielle Heller (la madre adoptiva de Beth); Isla Johnston (Beth Harmon niña, una revelación)
-Mejor vestuario
-Mejor reconstrucción de época (en todo mínimo detalle)
-Mejor fotografía
-Mejor maquillaje
Mejor todo. Una obra impresionante. No tiene un punto flojo que deje un resquicio para reprocharle. Con un tema aparentemente tan árido y quizás poco atrayente para el gran público como puede ser el hilo argumental de un juego de ajedrez trepando paulatinamente a gran escala, hasta las personas que no conocen siquiera el nombre de las piezas que lo componen pueden verse atrapadas desde el comienzo en un sutil suspenso que muchas veces sofoca. Una tensión constante hasta ver el descenlace de una historia que capta al espectador desde su inicio. ¿Cómo pudieron lograr que a través de un deporte de menor cantidad de seguidores superar los clásicos ticks del protagonista que se esfuerza para lograr un título mundial con vueltas remanidas donde uno sabe siempre qué va a ocurrir?. No. Esta producción es inclasificable y no entra en ninguno de los cánones consabidos.
Nadie puede predecir el final (impecable por cierto). Ví retratados, por cuestiones generacionales, situaciones y pormenores que quizás no llamen la atención a los más jóvenes, las minucias de una época textual de la que fui testigo. Vi a mi padre jugando entre los jubilados en una plaza de cualquier rincón del mundo. Me emocionó demasiado y quizás por eso me muestre tan entusiasta.
Pero en lo profundo de su elaboración tiene y debe llegar al cualquier espectador, al desnudar descarnada pero finamente el alma y la psiquis de sus protagonistas mostrándonos sus frustraciones, dolores y fracasos, propios de los seres humanos.
Geniales actuaciones. Excelente casting que abarca a todos los que intervienen en el film sin excepciones. Va a costar superarla, pero puede entreverse como las plataformas como Netflix, sobretodo en el contexto de esta triste pandemia con cierre de salas, van ocupando el lugar de los grandes sellos cinematográficos clásicos que quedarán reservados a producir películas para el público consumidor de palomitas de maíz (pock-horn) y más afecto al cine como pasatiempo (sin ánimo alguno de ofensa).
AQUILANO
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