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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de AQUILANO:
10
Serie de TV. Intriga. Thriller Miniserie de TV (2024). 8 episodios. Adaptación de la serie de novelas de Patricia Highsmith sobre Tom Ripley. Años 60. Un millonario contrata al estafador Tom Ripley para que viaje a Italia e inste a su hedonista hijo a regresar a casa. La aceptación del trabajo por parte de Tom hace que éste se vea rodeado de riqueza, lujos y privilegios, haciéndose pasar por quien no es. Pero para conservar la vida que tanto desea, Tom tendrá que ... [+]
20 de abril de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debo admitir un prejuicio propio y rayano con la ignorancia antes de comenzar: Cuando Netflix estrenó la miniserie pensé anticipadamente: “Este tema ya lo agotaron en cine, es una historia de ficción que ya abordó con singular maestría Minghella hace 25 años. ¿Por qué insistir con una nueva versión y para colmo en blanco y negro?. Error garrafal.

Ya Steve Zaillian, su director, me había deslumbrado con “The night Of”, por eso le dedico el título parafraseando el de la película de 1999 sobre el mismo tema. Aunque también podría haber elegido "El talentoso Mr. Scott" por el actor principal.

"Ripley" es sin dudas un innovador aggiornamiento del film noir. También nos transporta a épocas doradas del cine italiano, pues por momentos da la sensación de sumergirse en el mundo fellinesco de la “Dolce Vita” (precisamente, y puede no ser casual, uno de los capítulos se titula así) o por su estética -aunque ciertamente lejos del género de la comedia dramática- en “il sorpasso” de Dino Risi (otra casualidad: también titulada "La vida fácil").

Es que ese toque mágico de fotografía (magistral blanco y negro, pero en HD) la convierte especialmente en una verdadera ambientación de la Italia de los 60’ y sus paisajes napolitanos o de la costa amalfitana, así como nos sumerge a su comienzo en un deprimente Harlem o el Bronx o el Brooklyn de aquellos tiempos (no sé si habrán sido los lugares exactos de rodaje, los presumo) con una sorprendente veosimilitud.

He leído por ahí que esta decisión del director de filmar sin color le quitó a Netflix puntos de audiencia, como le ocurriera con “Roma” o con “El Conde”, pues el público actual rechaza las producciones de este estilo, a las que presupone tediosas o fuera de época. Remito aquí al “ignorante prejuicio” que intentó invadirme y .mencioné al inicio, por suerte sin éxito, pero va a mi favor que lo generé antes de ver la película, no después. Porque una vez comenzada, nunca hubiera decidido abandonarla como parece haber ocurrido como la respuesta generalizada de los espectadores. Es realmente una verdadera injusticia que una producción de tal magnitud pierda fuerza o divulgación ante otras ofertas con menor calidad de la misma plataforma.

Volviendo ahora a la síntesis de Ripley, resulta imposible escindir al personaje de la encarnadura que le brindó el excelente actor Andrew Scott. Ahora sí, luego de esta personificación, será un intento inútil recrear la historia en un futuro lejano. Dista mucho de las características que le imprimiera Matt Damon en la anterior versión, aunque hay que reconocer que también componía un rol de un pusilánime que iba creciendo en un oscuro derrotero que nos inducia al rechazo de un personaje tan siniestro.

Pero creo que este Ripley de Scott (y desde ya, Zaillain) es el verdadero que imaginó Patricia Highsmith.

La autora de la novela original, sin dudas podría haberse inspirado en esta encarnación, de haberlo conocido antes de escribirla. Aquí vemos al auténtico psicópata sin culpa, mendaz y manipulador para los psiquiatras o criminólogos y al frío asesino alevoso para los abogados penalistas. Scott se desempeña con la naturalidad de un pez en el agua despertando incluso, dentro de la negativa personalidad del principal protagonista y por momentos, una pizca de empatía y hasta de compasión por las desventuras repudiables que le acarrea ir escalando una posición social relevante, para lo que debe usurpar sangrientamente una identidad ajena.
Dakota Fanning (sí, aquella estrella infantil, la niña prodigio de “Hombre en llamas” o “La guerra de los mundos”) se agiganta conservando en todo momento una apatía exasperante que contrasta con la brillantez que le diera anteriormente a “Marget Sherwood” la también destacada Gwyneth Paltrow. En la misma sintonía abúlica se coloca Johnny Flynn en la piel de Dickie Greenleaf, carente de reacción ante la evidente sordidez del asesino que cobija sin reparos en su casa.

Párrafos aparte merecen Eliot Paulina Summer, persona que se reconoce como no binaria en su vida real, quien compone a un Freddie Miles que desconcierta al espectador por la impronta misteriosa que le brinda a su personaje y todos los actores de habla italiana que participan en el mismo nivel interpretativo y nos conducen a una historia perfectamente creíble por su naturalidad.

También, párrafos aparte, el parangón con flashes que va a desembocar en la tortuosa vida del pintor del barroco Caravaggio, superponiéndose con el Ripley que admiraba la luz dramática de sus obras, como suplicando que iluminara la negrura de su ambicioso y voluntario destino criminal.

En síntesis, una producción majestuosa donde no se ha descuidado ni un detalle de la vida “analógica” de los tiempos en que transcurre el relato, altamente recomendable y digna de premiaciones internacionales. Es de presumir que no habrá de tenerlas. El cine noir generalmente no da actualmente satisfacciones a sus realizadores. Como se acostumbra a decir comúnmente en mi país, “no paga" (por "no retribuye"), pues el público contemporáneo va en procura, quizás no vana, ni insustancialmente, del color de la vida.
AQUILANO
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