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Críticas de Louis Cyphre
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
2
3 de noviembre de 2018
69 de 124 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las productoras actuales de series para televisión tienen algo en común en todos sus lanzamientos: la calidad visual. Color, fotografía, efectos especiales, vestuario, caracterización… ya no veremos más un hilo de nylon sosteniendo un murciélago, una cremallera por la espalda o un micrófono de jirafa asomando por la orilla superior del plano, si no es intencionado. Partiendo de este denominador común, exigible por defecto, la valoración debe hacerse -además- según otros criterios que reflejen algo más que calidad visual o estética.

Así como Showtime o HBO han acertado de pleno en numerosas ocasiones, contentando tanto al público menos exigente como a la crítica, otras productoras como Amazon -aún emergente, si comparamos su historial con el de las anteriores- o Netflix parecen no atinar casi nunca, especialmente con las producciones de factura propia (y no con el material ajeno que distribuyen: valgan los ejemplos de las notables Homeland o Peaky Blinders). Netflix, responsable de la serie que nos ocupa, se caracteriza por escoger historias fáciles, previsibles, recurrentes, pueriles, caóticas o directamente inexistentes, para superproducirlas, recurriendo con frecuencia a caras conocidas para dar valor a un producto que carece de lo fundamental: algo que contar. El continuo bombardeo publicitario, la baja exigencia de una gran parte del público y los reclamos evidentes a "modas" o a sectores de audiencia con sensibilidades específicas hacen que sus productos sean vendibles (hasta que dejan de serlo, con frecuencia al finalizar la primera temporada), independientemente de otros criterios como la calidad, la coherencia o la originalidad. Por ejemplo, encontramos a "Sense8" apelando a la diversidad racial y sexual a golpe de videoclip, "A Handmaid's Tale" planteando aberrantes distopías patriarcales, "Stranger Things" amalgamando todos los momentazos del cine fantástico ochentero, o a "13 Reasons" llamando la atención sobre los abusos, las adicciones y otros problemas de los estudiantes de instituto. Por esto resulta irrelevante si los guiones se basan en novelas de autor o en textos escritos para la ocasión, ya que las opciones disponibles para satisfacer el sesgo escogido son infinitas.

"The Haunting of Hill House" es un producto típicamente Netflix. Más allá de la producción visual más que notable a la que me refería al principio, nos encontramos con un sinsentido que recurre a todos los clichés del terror más palomitero -quizás con las únicas excepciones del gato que asusta al saltar desde un armario o la pelotita que bota sola-, envolviendo el despropósito en un ambiente gótico y macabro, gracias al tratamiento de las imágenes y al escenario principal: una mansión descomunal que supera a cualquiera de los edificios de cualquier película o serie de terror que podamos recordar, un cruce imposible entre el Palacio de Buckingham y el Museo D'Orsay. Hablamos de una supervivienda repleta de estatuas que va a ser habitada por una familia numerosa de clase media, familia que pretende hacerse rica vendiendo la propiedad (como si adquirirla resultara gratis).

La trama es prácticamente inexistente. Aquí lo más parecido a una trama es una serie de acontecimientos aleatorios pasados, presentes y futuros que resultan darse en el seno de una misma familia: ésta es la fórmula escogida por los guionistas para dar sensación de cohesión y continuidad. Así, los primeros cinco capítulos son casi en su totalidad un muestrario gratuito de sustos arquetípicos, mientras que a partir del sexto, la narrativa se inclina más al drama familiar. Hacia el final, la serie presenta una mezcla de ambos enfoques aún más pobre que por separado.

Los personajes son parte y víctimas de la historia, por lo que no merece la pena resaltar ninguno. Sí cabe mencionar el trabajo de interpretación de Victoria Pedretti como Nell Crain, la hija menor. A propósito del elenco, uno se pregunta a quién se le pudo ocurrir escoger al Elliot de E.T. y a Tim Hutton para representar al mismo personaje en dos etapas de la vida relativamente próximas entre sí.

Poco más se puede hablar porque poco más hay, resultaría difícil hasta hacer spoilers. Así que, para terminar, sólo quiero añadir que he leído opiniones que no dudan al calificar esta serie como "obra maestra". Es inevitable cuestionarse si tales opiniones son consecuencia de una grave falta de referentes, o de conocer el peso -aunque siempre subjetivo- de la etiqueta "obra maestra", o de ambos.

Hasta la próxima.
Louis Cyphre
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2
30 de marzo de 2016
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Forbrydelsen/The Killing combina elementos y rasgos familiares en una mezcla inusual y desafortunadamente inefectiva. Partiendo del lugar común de las producciones nórdicas -ambientes gélidos con ausencia casi alarmante de color, crudeza narrativa- incorpora rasgos propios más de los culebrones que del thriller policíaco:
-Pocos personajes que se reparten toda la "acción"
-Historias paralelas sin gancho y prácticamente lineales
-Giros frecuentes y forzados para intentar compensar lo anterior, a razón de uno por capítulo
-Ritmo narrativo muy lento, sin aportaciones estéticas o de otra índole que lo justifiquen
-Situaciones recurrentes centradas principalmente en conflictos emocionales más que en la historia/motivo de fondo
-Superficialidad narrativa y descuido en los detalles

Estas características pesan demasiado. Las comparaciones con Millenium o Bron/Broen, más allá de la temática policíaca y el estilo autóctono, están fuera de lugar. Estas series -sirvan como ejemplo ilustrativo- presentan ritmos ágiles, personajes diferenciados y creíbles con elaborada psicología, tramas suficientemente atractivas que no requieren giros constantes. Lo mismo podríamos decir de producciones norteamericanas semejantes, de las cuales True Detective (Temporada 1) puede ser un buen ejemplo. Forbrydelsen recuerda más a Twin Peaks, Wallander o Falcon Crest que a cualquiera de las citadas, solo que parece tomar lo peor de cada una de ellas.

Los personajes, a la medida de la historia, son vagos: meros figurantes que parecen ir a la deriva de los hechos con patente desgana. La actriz protagonista (Sofie Gråbøl) realiza una desafortunada interpretación dominada en todo momento por un hieratismo exagerado (entiendo que no intencionado), mientras su personaje personifica la mediocridad en todos los aspectos, comenzando por su profesión y -¿cómo no?- repercutiendo en su vida privada. Los errores, imprudencias y faltas de sentido común en el proceder de esta policía son demasiado graves para ser perdonables y demasiado absurdos para ser creíbles dentro del contexto de la trama o de la psicología del personaje (inexistente de cara al espectador), lo que apunta sin duda a un guión o texto de referencia deficiente. Pero volviendo a la ausencia de emoción, esta es si cabe aún más molesta en personajes como el de Ann Eleonora Jørgensen, quien parece haber perdido definitivamente la movilidad de todos sus músculos faciales salvo los de los párpados, como si este fuera el único recurso dramático del que dispone para transmitir sus legítimos sentimientos al espectador.
El policía coprotagonista (a cargo de Søren Malling), mejor interpretado, sigue a regañadientes los erráticos pasos de su compañera de equipo: uno se pregunta si esta sensación de insatisfacción ocurre únicamente en el universo ficcional.

Antes hablaba de historias paralelas. Sin entrar en "spoilers", prácticamente son tres: investigación del crimen, familiares afectados, sospechosos involucrados. La primera, únicamente por su naturaleza, puede ser la más entretenida de todas. La segunda es prácticamente insufrible, sin apenas movimiento durante un 90% de la temporada, salvo por el trabajo del secundario Nicolaj Kopernikus. La tercera, defendida a duras penas por un correcto Lars Mikkelsen, aburrida y previsible, como un House of Cards con puñaladas de trapo.

Sospechosos que dejan de serlo y vuelven a serlo una y otra vez, hastiando a la vez a los interrogados... y a los espectadores. Alcaldables manchados por oscuros affaires. Padres desesperados convertidos en torpes justicieros. Y no hablaré de la banda sonora porque prácticamente no existe. A falta de originalidad, uno espera al menos algo de pasión, como la de Martin Rohde (sin necesidad de llegar a Carrie Mathison), o su carencia patológica, rigurosamente trazada en Saga Norén. Pero ni lo uno ni lo otro. Al final solo se salva aquel lugar común que decía, un Copenhague de luces, sombras, palacetes, puentes y canales bien reflejado, dentro de los cánones escandinavos. Lástima que tampoco sea nada original.
Louis Cyphre
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4
19 de octubre de 2018
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras leer opiniones y críticas que alaban esta serie y, por extensión, otros trabajos posteriores del tándem Pemberton-Shearsmith, me siento obligado a dar mi opinión.

Lo primero es reconocer que se trata de un trabajo elaboradísimo desde el punto de vista visual: fotografía, localizaciones, atrezzo, caracterizaciones, méritos que ya le han sido formalmente reconocidos. Los guionistas-actores hacen así mismo una muy buena interpretación: no olvidemos que los británicos son los mejores haciendo de británicos. Y aquí comienzan las pegas.

Desde un primer instante las referencias a "los mayores" son demasiado evidentes: Monty Python, Leonard Rossiter, Laurel & Hardy o las producciones de la Ealing. Y, cuando introducen el factor suspense, surgen Hitchcock, Spielberg o King, entre otros, algo que es aún más evidente en otras series suyas como "Inside no. 9". Las influencias no son nada negativo, el problema es cuando concurren una y otra vez con una carencia de gancho, historias o ambos.

Ciertamente, estos gentlemen consiguen evocar ese gustillo rancio de las sitcoms británicas de los setenta, pero sobre guiones flojos, deslavazados y una mezcla indiscriminada de personajes caricaturescos forzados al extremo, sin por ello llegar a ser cómicos. Las risas grabadas en ausencia de verdadero ingenio producen así un extraño efecto contraproducente. A quien crea que esta serie ejemplifica lo mejor de la comedia británica de sabor clásico, le invito a ver "Rising Damp", "The Red Dwarf" o "'Allo, 'Allo!". 4/10.
Louis Cyphre
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