Cerebro, apagado; sentido de la lógica, desconectado; leyes de la física; puestas en tela de juicio. Sofá, ok; Palomitas, Ok; refresco, bien frio.
Estos son los ingredientes para disfrutar de una película de Roland Emmerich, hoy en día cada vez queda menos personas dispuestas para realizar este ejercicio, pero si cumples estos requisitos te encontraras con puro espectáculo y entretenimiento. Poco importa que los personajes realicen acciones que no tienen mucho sentido o reaccionen de cierta manera cuando se les viene una luna encima; Porque cuando es la hora de entretener Roland es un genio, siempre te va a plantear un espectáculo apabullante para disfrute de tus ojos (cosas que solo caben en nuestra imaginación, él tiene la capacidad de ponerlas en pantalla), por favor: No cambies nunca!!!.

Un clásico de los 80, que mezcla como nadie la ciencia ficción con el cine testosterónico de la época. Una película de culto que a cada año merece la pena volver y que, como el vino, cada década que pasa deja mejor sabor de boca.