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España España · San Sebastián
Críticas de ag1980
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
6
29 de noviembre de 2021
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La Casa Gucci” lo tenía todo para convertirse en un sonoro éxito de crítica y público: un reputadísimo director con varias obras maestras en su filmografía, un triunfal libro en el que inspirarse y un elenco estelar con varios Premios Oscar a sus espaldas (Al Pacino, Jeremy Irons, Jared Leto) y otras tantas nominaciones (Salma Hayek, Adam Driver y Lady Gaga). Sin embargo, todas estas expectativas se quedan en poco más que agua de borrajas; y, aunque el largometraje tiene algunas virtudes, en general, es todo un despropósito que demuestra que su director ha perdido las virtudes del buen narrador de cine.

Es muy difícil comercializar una película de dos horas y media en la gran pantalla sin que el espectador caiga en el sopor. Eso mismo ocurre con “La Casa Gucci”: demasiado metraje para un desarrollo yermo, cuyas irregularidades el espectador tendrá que tragarse sin más alternativa. No se puede decir que la historia esté mal contada, sino que las escenas están fatalmente hiladas, lo que convierte el largometraje en una sucesión de episodios inconexos, con profundos saltos temporales y una descontrolada aparición de personajes principales, que a veces se evaporan.

Ya la introducción, cuyo objetivo es presentar a los personajes y el romance de los protagonistas, es infantil: un uso excesivo de la sexualidad y un distanciamiento demasiado objetivo de la psicología de los personajes arrebatan cualquier profundidad al prólogo. En el nudo, el argumento parece mejorar en su ritmo narrativo, a pesar del exceso paródico del que hace gala el bueno de Jared Leto; pero, de nuevo, el desenlace vuelve a ser caótico, sin apenas un ápice de tensión que pudiera hacer de la conclusión fílmica una experiencia trepidante. Y lo peor de todo no es que Ridley Scott haya desechado crear una obra redonda e intensa, sino que apenas lo ha intentado. La película es un prototipo de lo que podía haber sido una buena historia, cuya penosa adaptación de guion hacen de ella algo olvidable.

Pero, naturalmente, no todo son defectos. El elenco se entrega para sostener una trama sin chispa. Desde Jeremy Irons, con su corto pero robusto papel, hasta Adam Driver, con una porte carismática en un personaje demasiado impertérrito; sin olvidarnos, naturalmente, del siempre incombustible Al Pacino, que, en una escena de apenas dos minutos, demuestra por qué es uno de los mejores intérpretes masculinos de las últimas décadas.

Pero a años luz de estos fenómenos se encuentran Jared Leto y Lady Gaga. Ella, protagonista indiscutible del film, da vida a una mujer enérgica, llena de avaricia y maledicencia, capaz de manipular a los hombres de una poderosísima familia. Aunque carece de una escena culminante (Ridley Scott desaprovecha el episodio final de la bañera), Lady Gaga lo hace todo bien, demostrando que, más tarde o más temprano, ganadora un Oscar. Jared Leto, por su parte, exterioriza todo su talento para dar vida a un personaje histriónico, aunque dulce por su inocencia, que hará las delicias del espectador. Sin duda, estarán (o deberían estar) entre los nominados a los Oscar del próximo año.

Al inspirarse en personajes reales, los protagonistas han sido caracterizados con enorme acierto. Desde el peinado de Lady Gaga hasta la metamorfosis de Jared Leto. Indudablemente, deberían optar a los premios cinematográficos dentro de la categoría de peluquería y maquillaje, aunque otros filmes como “Spencer” o “Dune” pondrán difícil que alcance la recompensa final.

En definitiva, “La casa Gucci” es una película irregular que, con una buena historia detrás, muestra un desarrollo insípido y aburrido, donde lo poco positivo que puede sacarse de tan larga película son las excelentes interpretaciones y caracterizaciones de sus actores y actrices. Con todo, no hay que perder la pista de este largometraje que dará de que hablar en algunas categorías de los futuros Oscars.
ag1980
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5
22 de noviembre de 2021
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El escuadrón suicida" (2021) está completamente alejada de aquel despropósito de años anteriores titulado "Escuadrón suicida". De seguro, será otra película de superhéroes que olvidaremos en unos pocos meses, habida cuenta de los muchos filmes del estilo que se producen a lo largo del año. No obstante, merece una crítica extensa, tanto por sus defectos como por sus aciertos.

"El escuadrón suicida" va de menos a más. Su punto de inflexión se encuentra en la escena de la liberación de Harley Quinn (secuencia que evoca a la de la comisaría de otra película previa de la antiheroína). La buena de Margot Robbie nos muestra sus habilidades letales, siempre con una sonrisa por delante, en una escenificación ya memorizada por el colectivo cinéfilo, maravillosa, sí, pero tan maravillosa como cotidiana, insustancial, reiterada y nada original. El cine de superhéroes comienza a convertirse en unos clichés superpuestos atropelladamente para entretener a un espectador estresado por su día a día.

La hora anterior a esa escena es despreciable: poco menos que un guiñol o una serie de los teleñecos. Tras visionar los primeros diez minutos de la película, estuve a punto de levantarme del asiento y abandonar el cine: una presentación veloz de supervillanos con superpoderes idiotas y el desembarco de Normandia narrado con el criterio de un perro ciego. Con un intento de burda ocultación, se ve a la lengua de que se trata de una parodia, un sueño absurdo, una larga carcajada, un recurso para prolongar la película más de lo necesario mientras el director intenta colgarse ínfulas de originalidad. La introducción me sorprendió tan poco como los diálogos iniciales, escrito por una IA nada depurada o un niño de cinco años.

La mayoría de los personajes son interpretados con corrección y con un trasfondo bastante logrado. No hay tiempo, ni capacidad, para profundizar en ellos, aunque sí lo suficiente como para enfatizar. Pero esta presentación adecuada de los personajes se funde con un humor absurdo, con chistes ya repetidos en tantas otras películas y con un afán paródico que no logra convertirse en parodia, dado que estamos presenciando una película de acción. Mezclar géneros cinematográficos no es algo que puedan hacer muchos directores de cine, y "El escuadrón suicida" se convierte en un collage con piezas de diferentes puzles que no casan ni con cola. Esa absurdez cómica culmina con el romance de Harley Quinn, cuyo desenlace se veía. Por si fuera poco, conversaciones sin pies ni cabeza salpimientan una película estúpida e idiota, que no alcanzaba cotas apropiadas para ninguno de los géneros a los que hace referencia.

Sin embargo, una vez Harley Quinn se reencuentra con el escuadrón, la película mejora sustancialmente. Disminuye drásticamente el tono paródico y el humor barato y aumenta la consistencia de la trama argumental. Se presentan entonces el suspende y la intriga y la heroicidad de una misión peligrosa. Aunque el desenlace era lo esperado, se llega a él con un buen ritmo, escenas acertadas y una dosis justa de humor.

Lo mejor de la película, sin duda, es esa crítica, para nada superficial, al imperialismo estadounidense y a sus injerencias en los gobiernos libres de naciones extranjeras. Sobre esta crítica se construye la evolución de los personajes y los giros de guion. Sin embargo, parece una crítica edulcorada, dado que la conclusión no es para nada agradable. Por otro lado, parece hipócrita que una película estadounidense llamada a colarse en todos los cines del mundo (la cultura de masas de Hollywood también es imperialismo) critique, precisamente, lo que aquellos hacen sin violencia y sin invasiones: despersonalizar las culturas mundiales para convertirlas en subsidiarios de la nación yanki. Al final, de la crítica se pasa al conformismo, como si el filme quisiera decirnos que, efectivamente, los americanos son muy malos, pero es mejor estar a su lado y ser como ellos.

En conclusión, podríamos haber estado ante una gran película con menos dosis de humor fútil y parodias banales y con un guion más arriesgado con un final más abierto y sombrío. Pero, amigos míos, esto es Hollywood.
ag1980
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6
21 de noviembre de 2021
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Detrás de “Tick, tick… boom!” se encuentran dos colosos del cine y del teatro, con un Lin-Manuel Miranda (“Hamilton”, “In the Heights”) tras las cámaras, en su primera película como director, y Garfield (“Hasta el último hombre”, “Angels in America”, nominado al Oscar y premio Tony, respectivamente), en una ejecución interpretativa perfecta. Dos genios con un séquito de fanáticos a sus espaldas, quienes, sin duda, ensalzarán la película como una de las mejores del año mucho antes de visionarla.

Ya adelanto que estamos lejos de una obra maestra que, sin embargo, encantará a emocionados seguidores. Tiene sus virtudes (pocas, pero sublimes) y sus defectos (numerosos, pero ligeros).

La película teatraliza los años creativos de Jonathan Larsson, sumido en el dilema de perseguir un sueño o renunciar a él. Los problemas económicos para pagar las facturas ya nos auguran ese inolvidable musical titulado “Rent” con el que el protagonista alcanzó la fama. Tras el genio incomprendido, se encuentra un Andrew Garfield comprometido, carismático, emocionado y paródico (en ocasiones) al que solo le habría faltado bailar claqué para asegurarse una nominación a los Oscar. De momento, parece complicado que el actor estadounidense se cuele entre los cinco privilegiados de la ansiada estatuilla, pues este año la competencia se antoja abrumadora. Sin embargo, si finalmente se celebran, tiene altas posibilidades de lograr el Globo de Oro a mejor actor de comedia o musical. La situación de Garfield evoca a la sufrida por Taron Egerton hace dos años.

Con todo, es el soberbio Garfield quien sustenta y enorgullece un largometraje que tiene mucho de teatral y poco de cine. La primera media hora se desliza como una sucesión de videoclips sin apenas ritmo narrativo y sigue con otros tantos números musicales entrecortados por un concierto sin chispa, pero excelsos cantantes. La ficción queda en un segundo plano, detrás de la magnificencia interpretativa de Garfield y las animadas canciones, lo que provoca que apenas se exploten las posibilidades dramáticas de la cinta. La visión edulcorada de la pandemia del VIH y la falta de química de una relación amorosa sin interés nos regala una tibia emoción, para nada elocuente o enternecedora. Así, un desarrollo narrativo sobrio se une a unos números musicales repetitivos y carentes de espectacularidad (véase "In the Heights" como prototipo rimbombante del cine musical), pero que consolidan una historia biográfica que enganchará a los fanáticos de "Hamilton" o "Rent" y a los enamorados y enamoradas de nuestro segundo Spiderman.

Eso sí, las interpretaciones perfectas de Garfield y de su fiel amigo Robin de Jesús podrían llevarse más de una nominación en los premios que vienen. No obstante, esto no es suficiente para hacer de esta película una experiencia inolvidable, a pesar del gancho de su banda sonora.
ag1980
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6
21 de noviembre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante propuesta cinematográfica nos ofrece "Free Guy", un homenaje a las videojuegos de rol: desde el modo multijugador hasta la posibilidad de emitir en directo la partida, pasando por la creación de clanes de usuarios, las subidas de nivel, las armas mortíferas, los trajes especiales, los vehículos todoterrenos, los parches, las extensiones, etc… Pero el filme también trata lo que resulta invisible para un videojugador: la empresa desarrolladora, los programadores con sus espectaculares pantallas oscuras, los diseñadores de texturas, los guionistas que crean diálogos potentes y humorísticos, los inversores que buscan más la explotación económica que la creación de una obra artística…

Y todo esto está muy bien. Nada que reprocharle a la película en cuanto al contexto o a la exposición temática. Pero no se trata de un documental, ni pretende serlo, sino una película más entre todas las películas del género: divertida, entretenida, con mucha acción, carreras y explosiones, y una historia interesante, arriesgada en su introducción y desarrollo, y convencional y predecible en su final. Una película tan…, digámoslo sin adjetivos, tan Disney.

Porque el “Amazon” del cine ya no es solo una industria todopoderosa del sector: es el sector. Nada escapa a sus tentáculos. El punto culminante de la batalla final, en vez de reportar emoción y tensión, comunica dulzura, sentimentalismo, amor a raudales, mundos de paz y tranquilidad, colores rosas y azules celestes, sin sufrimiento, sin posibilidad de error. El humor sobre lo absurdo sigue siendo la mejor baza de Ryan Reynols para hacernos reír (ya lo hemos visto en sus otras películas de acción). Las referencias a las franquicias de Marvel y Star Wars, hasta el punto de reproducir sus objetos más emblemáticos o incluso el tema de sus bandas sonoras, resultan aterradoras por la insuficiencia de originalidad que predican. ¿Será Disney pronto el sinónimo de cine y estaremos subyugados a películas con un guion idéntico donde apenas variarán algunos colores y las caras de los protagonistas?

Así que Free Guy es una película prometedora, pero decepcionante, con un final edulcorado más propio de Disney Channel, que de una película de adultos. Aun así, hay que elogiar su puesta en escena, el tratamiento del mundo gamer de una manera novedosa, su escenificación de los comandos de un juego rol, lo apropiado de la indumentaria, el carisma de sus personajes (el puro y bondadoso Ryan Reynols y el excéntrico Taika Waititi) y el ritmo veloz, con algún altibajo sin importancia, que nos ofrece dos horas de pura diversión.
Indispensable para cualquier fan del mundillo y para quien busque en el cine otra película de acción y humor fácil, casi idéntica a cualquiera que haya visto en los últimos meses (o días) del mundillo Disney. Y, también, una propuesta interesante para cualquier cinéfilo, al poner encima de la mesa importantes novedades que se explotan con acierto.
ag1980
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7
21 de noviembre de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace varios años, mucho se ha hablado del nuevo largometraje de “Dune” (2021): rumores y banalidades alimentadas, eso sí, por el retraso en su estreno debido a la pandemia.

Hablamos de una película que, durante 155 minutos, se muestra, cuanto menos, soberbia. Exquisita en su vestuario, sobrio en apariencia, pero lleno de detalles que lo harán merecedor, como mínimo, de una nominación a los Óscar. Cautivadora en su fotografía, con los paisajes de planetas ficticios sobre un mar infinito o un desierto no menos grande; y es aquí, entre las dunas, donde el rojo, el amarillo, el fuego y el calor se aglutinan originando unas imágenes de hipnotizadora belleza. A esto hay que sumar la intensa y omnipresente banda sonora de Hans Zimmer, que se hace sentir durante todo el metraje, incluso en las conversaciones más íntimas, marcando con sus ensordecedores timbales y contrabajos un sonido envolvente. No habría que destacar tampoco sendas nominaciones en el apartado del sonido y de la música. No hay que olvidarse además de un reparto de lujo, que, sin embargo, apenas tiene la oportunidad de mostrar sus virtudes, debido, claro está, a lo extenso del elenco y a los pocos minutos de los que dispone cada uno. No es una película de interpretaciones estelares, aunque su protagonista, Chalamet, logra encumbrarse con su carisma de héroe en viaje de formación, a pesar de la fragilidad que exhala su rostro.

En fin, todo esto parece predisponernos ante una película de precisa y pormenorizada manufactura, donde los efectos visuales son la culminación de tanto aparato desbordante, ostentación sublime, hollywoodiense pretensión. Sin embargo, la película hace aguas de manera estrepitosa en todo lo relativo a la estructura argumental, el ritmo narrativo, el guion y los diálogos. Se trata de una película dolorosamente aburrida, con una historia que se desarrolla a trompicones, si es que en algún momento logra desarrollarse. Porque, desgraciadamente, el largometraje de 155 minutos no es más que, simplemente, una introducción a una película, de momento inexistente, que debería ser el cenit de esta producción. La primera parte, como prólogo, es tediosamente extensa, y ya los primeros 45 minutos de la película, con sus cansinas conversaciones donde los intercambios de palabras se suceden a intervalos de tres segundos entre cada interviniente, imbuyen un inevitable sopor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ag1980
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