El cine se aleja de su ser un entrenimiento con efecto somnífero para pasar a convertirse en un arma combativa contra el orden establecido. Vals con Bashir, Che: El argentino son algunos de los estrenos del último año que lejos de demonizar el terrorismo o las guerrillas como se ha hecho hasta ahora, trata de ahondar en sus principios y entender el proceso revolucionario de estos movimientos y ver a sus componentes como humanos.

Líbano, Bolivia, quedan demasiado lejos. En cambio, la RAF agita los cimientos de la "bienintencionada" europa, mostrando sin escrúpulos cómo el gobierno alemán obliga a unos estudiantes que no quieren que su país vuelva a mancharse de sangre las manos a convertirse en una guerrilla urbana sin precedente.

Un film que habla por sí mismo con grandes actuaciones que llega desde Alemania con deseo de hacer una verdadera Memoria Histórica.

Todos tenemos nuestros monstruos, pero vomitarlos en una película sin pensar en el espectador no me parece muy adecuado para lo que se supone que es cine.

La plástica es maravillosa y tiene ese aire asqueroso y pegazido lyncheano que tanto gusta, pero para ser su primer trabajo con cámara de vídeo quizás le habría ido mejor experimentar con el videoarte o algo parecido. La pantalla se le queda grande para sus excentricidades.

La vida es un ciclo reflejo de la naturaleza, solo que a veces lo olvidamos. Los habitantes de esta aldea perdida en medio de la estepa siberiana son cazadores. Talan árboles para construir sus cabañas, cazan y pescan para sobrevivir al duro invierno y tan solo se enfrentan a los osos cuando su vida corre peligro. El material documental que recogen Vasyukov y Herzog es el de una especie en extinción, el del ser humano que vive en armonía con la naturaleza. El retrato de un cazador de gran corazón como el Dersu Uzala de Kurosawa, aborigen, de los que pocos boy scouts sobrevivirían junto a él tan solo un día de expedición.

La edición que España ha hecho de "Rolling Thunder" es patética. Parece que algún realizador macabro ha encargado un pésimo doblaje y ha tratado penosamente la banda sonora del film. Sin embargo, lo más desternillante es la traducción del título: El expreso de Corea. En 1977 de la única guerra de la que venían era de la de Vietnam, además que en un cartel de homenaje al General aparece claramente el lugar donde fue retenido como prisionero de guerra: Hanoi.

No sé si se habrán confundido al ver los guerrilleros del Vietcong y se habrá pensado que eran coreanos, pero bueno, un ejemplo más de las absurdas traducciones de los títulos en español.

El Rey León en 1994 fue un punto de inflexión en la industria cinematográfica de animación. En pleno auge de la mercadotecnia en Disney y con un Oscar, dignificó las películas de animación, que siempre han sufrido el estigma de ser 'para niños'.

Tras una segunda parte sosa y repetitiva, llegó la tercera parte de la saga, ¿quién daría algo por el cobre de una historia que parecía desflorada? Solo quedaba una opción: una precuela de los auténticos protagonistas de El Rey León, Timón y Pumba.

Como si nos encontráramos de nuevo en la sala de cine, con un mando a distancia, Hakuna Matata convierte al espectador en compañero de las aventuras de estos bufones del absurdo. Los dos amigos recorren a sus anchas el celuloide de la película que les lanzó al estrellato, de manera desordenada y aleatoria, resaltando sus momentos favoritos y obviando los aburridos.

La memoria es caprichosa y suele retener los mejores recuerdos, así que si te consideras (aunque sea en secreto) un fan de El Rey León, no puedes dejar de acompañar a jabalí maloliente y a la surikata marimandona en este divertido viaje al pasado.