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Críticas de travis braddock
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Críticas 152
Críticas ordenadas por utilidad
7
4 de abril de 2013
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Grandes esperanzas" es la nueva película del director británico Mike Newell, un realizador que logró la fama en los 90 con títulos como "Cuatro bodas y un funeral" y "Donnie Brasco" y que es uno de esos artesanos que lo mismo sirven para un roto como para un descosido, con una filmografía que incluye cintas como "La sonrisa de Mona Lisa", "Harry Potter y el cáliz de fuego", "El amor en los tiempos del cólera" o "Prince of Persia: Las arenas del tiempo". En esta ocasión pone su oficio al servicio de una adaptación que no aporta nada nuevo a la celebrada obra de Dickens, con una versión canónica que enfadará a los que busquen aspectos novedosos y que gustará a los aficionados a la obra dickensiana y a las películas británicas de época con ese inconfundible aire clásico estilo BBC, que no en vano es una de las productoras del largometraje.

Para mí siempre es agradable volver a ver "Grandes esperanzas", uno de esos libros que me llevaría a una isla desierta por todo lo que me supone. Es una historia en la que me identifico en muchas ocasiones con su protagonista, cono ese Pip dominado en su infancia por una amenazadora presencia maternal, que cuando crece se convierte en un joven que desea ver mundo y al que su tierra natal se le queda pequeña. Que detesta la petulancia y no puede evitar caer en ella en alguna ocasión, que se enamora de la chica inalcanzable que le roba el corazón y en la que piensa en todos los actos de su vida, a la que sigue deseando pese al paso de los años. En muchas de sus vivencias y reacciones me reconozco en ese Pip y momentos como el que destaco al principio de la entrada me emocionan y me hacen soltar una lagrimilla.

A todo ello ayuda el buen hacer de su elenco actoral, con unos intérpretes secundarios bregados en mil batallas como Robbie Coltrane (como el abogado que lleva la fortuna de Pip), Ralph Fiennes (aportando su aire inquietante para dar vida al exconvicto Magwitch) o Helena Bonham Carter (que aquí une sus dos especialidades, los papeles de época y mujer loca y lo hace muy bien) y unos Jeremy Irvine y Holliday Grainger que cumplen su cometido como Pip y Estella, aunque echo en falta un poco más de tiempo de ambos juntos en pantalla para mostrar esa pasión con mayor resolución.

Con todo ello, nos hallamos ante una versión que se deja ver con agrado en sus dos horas de metraje y que deja un buen sabor de boca. Un rato bien invertido.
travis braddock
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6
6 de enero de 2013
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los Miserables" es la adaptación a la gran pantalla de un musical que se hizo en los 80 inspirado en la novela-río (de esas que abarcan décadas en la vida de los personajes) de Victor Hugo y que ha tenido un gran éxito allá donde se ha interpretado, siendo un clásico en los escenarios de Broadway y Londres. De este modo nos hallamos ante una de las grandes obras decimonónicas en un ambiente cantarín, donde los personajes cantan a los cuatro vientos sus aventuras y desventuras. La versión corre a cargo de Tom Hooper, el galardonado director de la estupenda "El discurso del rey", que se haya con la díficil papeleta de llegar al público con un musical de dos horas y media en el que el 95 por ciento del metraje es cantado, con unas escasas líneas de diálogo puro y duro. Y la papeleta la supera con solvencia, aunque con reservas.

Hooper opta por una puesta en escena más teatral que cinematográfica, con planos cortos y cerrados en sus personajes, sin importarle mucho el decorado, tan solo el número inicial y el final son tan granguiñolescos como un musical de cine exige. El resto de canciones están más centradas en los personajes y su rostro, da un poco igual que sea el París del siglo XIX o cualquier ciudad de nuestros días. Esto no me pareció mal, viene a ser como una especie de película en la que los personajes no pueden escapar de si mismos, la cámara no les deja expandirse con el escenario. Es como si hablaran cantando, como si fuera un musical sin serlo. Los que gusten de grandes coreografías con muchos extras bailando al unísono se van a sentir decepcionados.

También hay que destacar la labor de sus actores, que tuvieron que interpretar en directo durante el rodaje las canciones (el procedimiento habitual suele ser grabar la música primero y después sincronizar el movimiento de los labios) y dan vida con convicción a sus personajes. De todos ellos me quedo con una Anne Hathaway desgarradora como Fantine, una mujer que debe prostituirse para mantener a su hija y a la que dan ganas de llevarte a casa a cuidar de ella de lo mal que lo pasa. Para ello Hathaway perdió mas de 10 kilos y se cortó su hermosa melena, en una interpretación con aroma de Oscar. Ella tiene algunos de los mejores minutos de una película que a veces te llega al corazón y a veces te hace mirar el reloj, de tan irregular que resulta el conjunto.

Hugh Jackman y Rusell Crowe cumplen con creces como el sufrido Valjean y el pertinaz Javert, aunque les vi un poco perdidos en sus papeles, les he visto mejor en otras ocasiones. Amanda Seyfried como Cosette demuestra una vez más que tiene una voz con la que puede cantar lo que sea y resultar adorable y también quiero destacar a Samantha Barks como Eponine, la mujer que pretende el afecto del revolucionario Marius (Eddie Redmayne) y que por ello envidia a Cosette. Ella ha estado en las representaciones del musical original y se le nota el conocimiento de un papel que emociona. Por su parte, Sacha Baron Cohen y Helena Bonham Carter ponen las gotas de humor como una pareja de posaderos con bastante cara dura.

Creo que al filme le habría venido como anillo al dedo un poco más de diálogo sin canciones, para evitar el efecto de empacho con el que se sale de la película, de esas que ya estás esperando que se acabe, que sea ya la última canción. Con todo ello, es una cinta interesante y que se puede ver. A mí me ha dado ganas de leer la novela de Victor Hugo, sobre todo con citas como ésta.

"El ser humano sometido a la necesidad extrema es conducido hasta el límite de sus recursos, y al infortunio para todos los que transitan por este camino.

Trabajo y salario, comida y cobijo, coraje y voluntad, para ellos todo está perdido. La luz del día se funde con la sombra y la oscuridad entra en sus corazones; y en medio de esta oscuridad el hombre se aprovecha de la debilidad de las mujeres y los niños y los fuerza a la ignominia. Luego de esto cabe todo el horror. La desesperación encerrada entre unas endebles paredes da cabida al vicio y al crimen.

Parecen totalmente depravados, corruptos, viles y odiosos; pero es muy raro que aquellos que hayan llegado tan bajo no hayan sido degradados en el proceso, además, llega un punto en que los desafortunados y los infames son agrupados, fusionados en un único mundo fatídico."

Ellos son "Los Miserables", los parias, los desamparados."
travis braddock
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6
2 de noviembre de 2011
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El filme se ambienta a principios de la década de los 60, cuando la población negra se hallaba discriminada y no podía siquiera usar los mismos retretes que los blancos, cuando a lo máximo que podían aspirar era a servir a las familias blancas y a educar a sus hijos. La protagonista es una metáfora de esos jóvenes de la época que empezaban a luchar por los derechos civiles y a denunciar las injusticias sufridas por los negros, especialmente en los estados del Sur.

La película es uno de esos dramas aseados, que no caen mucho en lo trágico y que introducen algunas notas de humor para empatizar con la audiencia. De esas cintas bien realizadas e interpretadas que se dejan ver, pero con las que el espectador algo exigente no llega a conectar del todo. Lo noté mientras veía el filme, al que se le notan demasiado las costuras y los lugares comunes. Los buenos son pedazos de pan y los malos son villanos de opereta.

En este sentido destaca el maniqueísmo de los personajes de Emma Stone como la parte generosa y el de la adorable pelirroja Bryce Dallas Howard, aquí de mala de la película. Una pena que no hayan querido incluir el gran número de claroscuros y complejidad humana que tiene la serie "Mad men", ambientada en esa misma época.

Mientras veía la película me acordé mucho de "Paseando a Miss Daisy", otro drama de época y argumento similar e idéntica corrección plana. Entiendo que haya gente a la que les guste e incluso les emocione, pero a mí apenas me llegan los momentos dramáticos.

A pesar de todo, estoy seguro de que esta película estará en la próxima edición de los Oscar, siempre generosos con este tipo de productos bienintencionados (aparte de que la peli ha sido todo un éxito en Estados Unidos). Yo me quedo con el buen hacer de su elenco, con las emergentes Emma Stone y Jessica Chastain (vista en "El árbol de la vida"), con Bryce Dallas Howard en un registro diferente a lo que nos tiene acostumbrados, con Sissy Spacek en un papel secundario y Viola Davis y Octavia Spencer como las criadas negras.

Un producto bastante correcto que gustará a los que no vayan con muchas expectativas.
travis braddock
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6
4 de abril de 2015
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Will Smith es uno de esos actores que ha llevado de forma merecida la etiqueta de estrella de Hollywood, por su carisma en pantalla y su capacidad de caer bien a todo el mundo hiciera lo que hiciese, generando grandes taquillas en la mayoría de producciones en las que ha tomado parte. Sin embargo, últimamente han aparecido algunas voces críticas que le han acusado de nepotismo, de querer meter hasta en la sopa a sus hijos Jaden y Willow y su participación desganada en películas como la tercera parte de ‘Men in Black’ o ‘After Earth’, que no funcionaron tan bien como ha sido la norma de su carrera a nivel comercial. El propio Smith parece haber tomado nota y ahora vuelve con una cinta en la que despliega sus mejores dotes de seducción para encarnar a un estafador con encanto, de esos que se ganan la simpatía del público aunque opere al margen de la ley.

‘Focus’ está dirigida por Glen Ficarra y John Requa, guionistas de filmes como ‘Bad Santa’ y realizadores de ‘Philip Morris, !Te quiero¡’ y ‘Crazy, Stupid, Love’. El romance estaba presente en todas estas producciones, más allá de que su envoltura fuera la comedia o el drama, algo que se repite en una película donde las estafas son el “mcguffin” que permite el desarrollo de la historia de amor entre sus protagonistas. Nicky es un timador capaz de despojarte de todo lo que llevas encima sin dejar de mirarte a los ojos, uno de los mejores en su trabajo y cuyo talón de Aquiles acabará siendo Jess, una mujer que intenta timarle a él y que tras ser descubierta se convertirá en su compañera de andanzas, en un mundo en el que el amor no tiene cabida si se quiere progresar. Un artista del hurto usa sus habilidades para manipular a los demás y ganarse su confianza, pero siempre sin involucrarse para ir por delante del estafado, algo que no es compatible con las dosis de confianza y vulnerabilidad que son necesarias para mantener una relación personal.

La película no oculta en ningún momento su condición de gran entretenimiento para todos los públicos y no escatima medios al desarrollar su acción en lujosos escenarios de Nueva York, las Series Mundiales de fútbol americano en Nueva Orleans y el Mundial de Fórmula 1 en Buenos Aires. Los directores acaban siendo en cierto modo como los trileros que retrata el filme, que ofrecen un entorno atractivo y gente bien parecida para ganarse la atención del espectador y después juguetear con él a su gusto con los diversos giros que tiene la trama. Esto en sí mismo no es malo, pues la ficción se basa precisamente en saber sugestionar al público para sumergirle en el universo que el autor ha creado. Sin embargo, existen historias absorbentes que te hacen desear volver a ellas continuamente para desentrañar nuevos detalles y otras que se olvidan una vez que se han vivido, que es el caso de ‘Focus’. Sus continuos vaivenes de guión pueden sorprender la primera vez, pero una vez que se descubre el artificio tampoco interesa mucho volver a vivir el truco.

Pese a todo, la película es entretenida y se deja ver, con una pareja protagonista, Smith y Robbie, que derrocha buen entendimiento y la prestancia que piden sus personajes, bien respaldados por el elenco de secundarios. En este sentido, no me quiero olvidar del estupendo Gerald McRaney, al que los seguidores de ‘House of Cards’ recordarán por su papel de avieso millonario y que aquí interpreta a un personaje no menos malencarado. Para echar el rato.
travis braddock
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7
8 de abril de 2014
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre me han parecido ridículos los que dicen que en tiempos de crisis hay que hacer más comedias porque la gente tiene más necesidad de reírse. Y me parece ridículo porque la comedia forma parte del ser humano desde que el mundo es mundo, más allá de crisis puntuales. Porque el humorismo siempre ha sido esa vía de escape a las miserias de la vida con las que todos nos encontramos y siempre lo será.

De este modo no es raro encontrarse en la historia del cine con grandes éxitos de comedias, siempre mejor recibidas por el público que por la crítica y que por ello suelen estar fuera de las entregas de premios. Sin embargo, a veces hay excepciones y el cine francés premió como mejor película de 2013 en aquel país a una comedia con la que nadie contaba para llevarse los premios máximos y que tras un runrún positivo, poniendo de acuerdo al público y buena parte de la crítica, acabó llevándose el gato al agua. Francia se suele poner como ejemplo de un cine más profundo e intelectual que el que llega de Hollywood y eso es algo cierto en muchos casos, pero tampoco olvidemos la vertiente popular, que también existe por aquellos lares y que provoca que la película francesa más taquillera de la historia sea “Bienvenidos al norte”, una comedia amable sobre diferencias culturales entre las gentes de la parte norte y sur de aquel país. Con ese ánimo de provocar la sonrisa a través del conflicto humano llega “Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!”, una obra con tintes autobiográficos del actor Guillaume Galienne, que cuenta la relación con su madre y los problemas de identidad que tuvo durante años en los que no estuvo seguro de ser un hombre o una mujer atrapada en un cuerpo de hombre.

La autobiografía recoge la censura de un padre preocupado porque su hijo se disfrace de Sissi Emperatriz con un edredón de plumas, la extrañeza de unos hermanos que le ven como a un extraterrestre y el mundo de clubes de ambiente que no deja de considerarle un advenedizo. La historia podría dar lugar a un melodrama de marginación sexual o a una comedia chusca sobre la homosexualidad, pero Galienne opta por un término medio entre ambos extremos para contar la historia de un hombre que desde pequeñito fue tratado como homosexual por su forma de ser y que eso le llevó a creérselo, aunque tampoco se sintiera muy a gusto dentro de esa etiqueta.

La película muestra la andadura de Guillaume desde la adolescencia en un verano que pasó en el pueblo gaditano de La Línea de la Concepción (que define como un feo conjunto de casas de protección oficial frente al Peñón de Gibraltar) aprendiendo a bailar sevillanas y a hacerlo como una mujer, la estancia en un internado inglés junto a un grupo de chavales con las hormonas desatadas, su paso por un balneario alemán y por varias discotecas frecuentadas por homosexuales, todo ello con la presencia constante de su madre. Su madre es una fuente de admiración para él y eso le lleva a imitarla y a ver las cosas desde su punto de vista (algo reflejado con el propio Galienne disfrazado para interpretar a su progenitora), hasta que acabe dándose cuenta con el paso del tiempo que quizá su madre no le conoce tan bien como se presume que las madres conocen a los hijos.

Guillaume Galienne sale más que airoso en su triple faceta como guionista, actor y director y en la que se puede señalar como principal defecto que se acaba echando en falta un poco más de metraje en su tramo final, un poco atropellado en la resolución del conflicto del protagonista. Sin embargo, Galienne sabe mantener el equilibrio entre el drama y el petardeo y nos ofrece una interesante película sobre la búsqueda de una identidad, más allá de lo puramente sexual, de la necesidad que a veces podemos tener de romper con aquello que se espera de nosotros, de ser cómo queremos ser y no como los demás quieren que seamos para poder seguir creciendo a nivel personal.
travis braddock
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