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España España · Madrid
Críticas de Moody
Críticas 783
Críticas ordenadas por utilidad
5
10 de noviembre de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las ligas pequeñas de barrio, con equipos formados por amigos que se reúnen todos los domingos para competir por diversión, son el caldo de cultivo de “¡Va por nosotras!”, una modesta comedia francesa en la que los problemas se aparcan a un lado para mostrar una cara amable.

Una cara que proveerá al espectador de buen rollo, a pesar de que algunas de las situaciones ya las haya visto o simplemente sean tan sencillas que a veces resulten demasiado básicas. No hay ningún tipo de complicación ni falta que hace, la película consigue un grupo homogéneo de personajes a través del cual lanzar un sencillo mensaje de igualdad, amistad, comprensión y final edulcorado, una suerte de guinda al pastel elaborado.

El reparto logra con sus interpretaciones contagiar el mensaje, en parte por las pocas implicaciones emocionales que tienen, y simplemente deben resultar simpáticos y dejar ver su cara amable.

Un montón de lugares comunes pueblan el desarrollo de la película, todo totalmente previsto preparado para llegar a un final no menos esperado. Si ese era el plan, como todo apunta, “¡Va por nosotras!” baja mucho el listón para saltarlo sin problemas.
Moody
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6
20 de octubre de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Quiéreme cuando menos lo merezca, será cuando más lo necesite” escribía Robert Louis Stevenson para que el Dr. Henry Jekyll lo pronunciara en lo que sin duda era una de las frases del personaje. No es que la protagonista (Lara, como reza el título original) tenga mucho en común con el conocido doctor, pero su falta de cariño y atención es suficiente como para que pueda aplicarse la frase.

Este tira y afloja emocional entre madre e hijo es el hilo conductor de una película que nos describe principalmente el presente de la protagonista, un momento de su vida en el que necesita sentirse comprendida ante el enorme hueco que tiene en su interior. La película no aporta ningún detalle del pasado de los personajes, que, como si fuera un sujeto elíptico, queda oculto a ojos de un espectador que debe interpretar e intuir cómo los personajes han llegado hasta la situación actual, todo un acierto de guion, que no da nada por sentado.

Este ejercicio de intuición esta presente en toda su duración, mientras Harfouch, excelente actuación merecedora de varios premios individuales por este papel, entrega entradas a diestro y siniestro. La película juega mucho con los significados entre palabras, en un diálogo silencioso que se trasmite con los actos, las miradas y los silencios. Lara, intentando quién sabe si remediar errores pasados, no hace otra cosa que decepcionar a los que la rodean a pesar de sus aparentes buenas intenciones.

Al contrario de lo que pueda parecer, “La profesora de piano” es un drama complejo, en el que las emociones se guardan y los reproches no tienen cabida. Sin embargo, también hay mensajes positivos en toda esta historia, con interacciones entre personajes que invitan al optimismo, y es que cuando una puerta se cierra, una ventana se abre, aunque lleve algo de tiempo encontrarla.
Moody
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6
1 de mayo de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las colaboraciones entre Neeson y Collet Serra comienzan a ser algo habitual en nuestras carteleras cada cierto tiempo. De cuando en cuando actor y director se juntan en un proyecto que va camino de convertirse en un género en sí mismo que algunos intentarán imitar en el futuro. Ambos hacen cosas por separado, pero es en sus películas juntos donde encuentran esa zona de confort que tanto les gusta.

“El pasajero” tiene todos los elementos necesarios para este tipo de thriller, y Collet Serra los maneja como pocos. Este héroe anónimo que se encuentra sin quererlo en el epicentro de la acción es el núcleo de una película que manipula al espectador hasta la extenuación. Cualquier situación que parezca forzada o casi inverosímil tiene una nueva línea de guion detrás que retuerce la tuerca, haciendo posible que buscar una sencilla explicación sea, cuanto menos, una quimera.

La película avanza a un ritmo trepidante que no da tregua al espectador entregado, no vaya a ser que le dé por pensar y encuentre las fisuras. Poco a poco viendo cómo el guion, el público va atando los pocos cabos sueltos de los que dispone y jugando a adivinar quién es el verdadero culpable. Es precisamente esa búsqueda uno de los puntos menos elaborados, y defraudará a los más avispados.

Ya sabemos que entre tanta acción y movimiento, el reparto se reduce a un par de caras conocidas cuya única labor es parecer sospechoso/a hasta que el guion lo necesite. Farmiga aparece poco, quizás muy poco, y es Neeson el que, como es habitual, se mantiene siempre en su papel. Sin nada que destacar, son papeles hechos con un piloto automático casi patentado, de esos que se hacen entre proyectos diferentes.

“El pasajero” es una nueva muesca en el fusil para Collet Serra y su socio Neeson, acomodados en esta clase de thrillers ambientados en un claustrofóbico lugar sin posibilidad de huida y en el que la acción desenfrenada es lo más importante. Con pocos elementos resulta tan entretenida como siempre, justo lo que busca el tándem protagonista.
Moody
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5
10 de marzo de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llegando al punto en el que se piensa hacer una tercera entrega, cualquier franquicia debe hacerse la misma pregunta. ¿Estará bien seguir explotando la misma línea, o sería mejor cerrar la saga con algo diferente? “Dando la nota” también se formula la pregunta, pero duda en su elección y se queda a medio camino.

Es lógico no desterrar la idea que le ha llevado al éxito y por eso ‘Las Bellas’ hacen acto de presencia casi desde el principio. Al argumento le importa muy poco sus vidas actuales a pesar de que ha pasado tiempo desde la última vez, y eso le resta interés por parte de un espectador que, cómo si no, está esperando la primera actuación. La razón que comienza la acción del grupo es bastante pobre y está cogida con alfileres, de hecho solo parece estar concebida como un videoclip del nuevo single de una Hailee Steinfeld que gana mucho más peso en la trama en comparación con la anterior entrega.

Después de este comienzo que no funciona, la película intenta enderezar el camino tirando de experiencia con batallas de grupos, pero también intenta innovar en su discurso con alguna trama más personal que afecte a algún personaje y saliendo al extranjero, incluyendo España, para renovar escenarios e ideas. Se aprecia un intento de salir de la zona segura y arriesgar, pero en los momentos complicados vuelve a lo que conoce, y es que ya no hay más competiciones entre grupos y eso se nota.

Entre el reparto tampoco hay novedades, si acaso un crecimiento del personaje de Wilson desarrollando una trama ridícula incluso para un Austin Powers cualquiera y sin ninguna gracia, o la afirmación definitiva, si es que aún quedaba duda, de que Kendrick es la absoluta estrella de la actuación. El resto vuelve a esas coreografías repetitivas mientras canta a capella.

Ante la falta de originalidad, la película recurre a una mezcla de géneros en la que el sentimentalismo gana importancia, solo hay que ver el número final o las tramas románticas, y en la que se pierde en parte el espíritu de una saga y la frescura que han permitido que “Dando la nota” llegara hasta aquí.
Moody
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6
29 de diciembre de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque el fuerte de Stiller siempre ha sido la comedia, no es la primera vez que le vemos implicado en una película mucho más seria. Películas como “La vida secreta de Walter Mitty” o “Mientras seamos jóvenes” han demostrado que bien solamente como actor, bien también como director, el cuerpo le pide enfrentarse a guiones mucho más profundos, sin contar con el borrón en forma de encargo que supuso «Zoolander n°2”.

Probablemente el paso de los años le haga ver las cosas de otra manera, desde un punto de vista mucho más paternal y reposado, y así nos llega “Qué fue de Brad”, en la que encarna a un padre que acompaña a su hijo en su visita a las universidades. Este hombre de mediana edad le da la oportunidad de construir un personaje anclado en su supuesta mediocridad y también de explorar las oportunidades perdidas o la necesidad de comparar su vida y sus logros con los de sus antiguos compañeros de universidad, todos ellos tan exitosos en sus trabajos como él mismo anhela ser.

La película se centra casi exclusivamente en el protagonista, y lo hace a través del recurso de la voz en off del propio protagonista que ayuda a entender sentimientos y pensamientos que la interpretación introduce , y en una crisis existencial que significa el núcleo central de la película. Sin embargo también tiene tiempo para desarrollar la trama con ese hijo con el que sólo se entiende por momentos y el que se ve reflejado y a través del que casi se proyecta a sus años universitarios, algo normal al volver a un momento idealizado en su vida. A pesar de todo esto, la relación es solo la excusa para formular su idea inicial y no tiene excesivo peso en la trama.

White, en su segundo largo como director, apuesta por una historia compleja que coloca al protagonista en una encrucijada personal donde todo es blanco o negro independientemente del cristal a través del que lo mire. Solamente diferentes secuencias rodadas de manera pulcra aunque sin ningún tipo de riesgo, le mostrarán un camino sin extremos a base de grises en el que aprenderá a valorar lo que tiene y entenderá que en ocasiones la apariencia es sólo eso, pura fachada, y la envidia una debilidad que no permite disfrutar del presente.
Moody
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