El director, por excelencia de los costumbrismos españoles, que recorría con ellos, todas las escalas sociales, desdela burguesía más urbanita y egoísta en "Muerte de un ciclista", hasta las pequeñas mezquindades consuetudinarias de la clase más media de "provincias" en "Calle Mayor", y terminando en el acervo cultural y social de lo más arraigado de los pueblos de la España autárquica.

Fotografiada con una excelente fotografía de Mario Pacheco, que queda casi abrasada en tonos amarillos por el sol inapelable de Castilla, casi como si de un cuadro de "Van Gogh" se tratase, Barden desmigaja fotograma a fotograma las tripas del odio, exponiéndolas a golpe de hoz, con una rabia contenida, en la que el amor más incandescente pronto termina por hacer presencia.

La cámara de Bardem extrae del rostro de Carmen Sevilla, en formidables planos americanos, toda la enjundia que precisa la exposición de "Lo que siente". Pocas veces una actriz española ha estado más cerca de lo sublime al mostrar en el brillo salvaje de los ojos el aborrecimiento más descarnado, y por momentos, el amor más desmedido y encontrado, que al mezclarse con el primer sentimiento, se transforma casi en brutal concupiscencia. La "Sevilla" llega así, a tocar el techo de lo expresable, (acercándose a la sin par Aurora Bautista, la cual parecería idónea para este papel) desmitificando su imagen de "tonta" de España, que probablemente ella misma contribuyó a hacer creer, por motivos de marketing.
Completan el reparto una pléyade de magníficos actores a. los que Barden saca hasta la última gota de esencia posible. (incluyendo a un circunspecto Fernando rey, que introduce la nota de esperanzada humanidad, haciendo que el espectador repose o se abstraiga de tanta violencia a penas contenida.
Un reflejo de la España ,rural y de los segadores de Andalucía, hecha con tremenda crudeza, pero a la vez con gran ternura, y una gran visión de "izquierdas", que no impidió, frente a la cacareada censura, que se estrenara en España, en olor de multitudes que fuera candidata para los Oscars de ese año, y que ganara el premio a la mejor película en los Premios de San Jorge. (Sí...yo también consulto la wilki. ¿Pasa algo..?

Que bonito y gratificante resulta, a pesar de sus defectos, volver a visionar esta película, si después de haberla subestimado, uno ha visto las infumables adaptaciones ulteriores "modernas", tanto en imagen real como en penosos dibujos "desanimados"

El mismo De Mille en su habitual rol de versionador, loco romántico del Sagrado Texto, customizando la biblia y haciendo hermoso arte impostor, tal como puede hacerlo "El Bosco" retratando a Cristo con los "Sayones", nos presenta, de nuevo otro pasaje de lo que casi es su libro de cabezera.

Grandes actores, (sí, incluyendo a un Victor Mature sin esteroides, y por tanto suficientemente realista, y una estupenda morenaza llamada Hedy Lamarr, para una Dalila traída en plan "¿Por qué no"? que hace las delicias de un público masculino arrobado y uno femenino comprensivo.

De Mille, como es costumbre en él, tiene la capacidad de introducir en medio de la solemnidad bíblica, sorpresas agradables en forma de socarrones y sarcásticos diálogos (impagable George Sanders) que convierte a los malos en simpáticos paganos, frente a los aburridos meapilas, algunos de los cuales parecen "viejos prematuros": Un Niñato con onda de pastor, bajo las facciones de Russ Tamblyn, y sobre todo la insoportable Olive Deering en forma de resignada amante casta, a la que solo falta meterse en alcobas, para interrumpir lo mejor de un polvo, con sermoncitos de servicio social al pueblo, y mohines de llorona. (Siempre es interesante pensar en lo que sucedería si esto ocurriera realmente. No sería tan raro en un director en cuyas películas rara vez faltaba alguna referencia al sexo. En este caso sería para inducir en el espectador la agradable imagen de la pelmaza asesinada)

Quitando de insignificantes pormenores, en definitiva, un film a disfrutar en familia, con el agrado del coleccionista de arte, demostrándose así hasta que punto la mera evasión puede estar bien o mal hecha. En este caso con casi sobresaliente.

Se abre el telón y, tras una fugaz secuencia en la que se nos muestra un intento de homicidio, aparece un matrimonio de burgueses abogados, que mientras paladean un desayuno en la cama sostienen la siguiente conversación mientras leen los sucesos del periódico.(Sólo un breve estracto): "Córcholis, dispara sobre el marido""Y ¿Lo mata?. " "No" "Qué lástima". Bombazo dialogado, con que Cukor, el mejor director de mujeres de la historia abre fuego con este film, y que a mi me recuerda a un demoledor sketch de "los Simpson" en donde el locutor Brockman noticia una catástrofe en donde hay un moderado número de víctimas, para apresurarse a aclarar al espectador: "pero ustedes tranquilos, se espera encontrar más".

Con ello, y de alguna manera Cukor, siempre mordaz comediante, nos anticipa lo que nos espera.

En cierta ocasión leí a cierto crítico afirmar la injusticia de que "La costilla de Adan" no estuviera entre las cinco mejores comedias (americanas o no) de la historia del cine. Personalmente lo suscribo.
A caballo entre los chispeantes diálogos de la "sitcon" más audaz, y las situaciones inverosímiles pero más estupendamente traídas (escena de Hope Emerson haciendo pesas con Tracy), que es casi ,lo mismo que decir, a caballo entre la alta comedia y la comedia surrealista más desquiciante, Cukor hace una divertidísima "farsa teatral" de defensa del "feminismo femenino" (No es un error redundante) con visos de trama judicial, para ponerlo al servicio de la pareja con más química de la historia del cine (Con permiso del tándem Bogart-Bacall), y de paso, pone de manifiesto que a veces, puede estar hasta justificado pegar un tiro a un imbécil troglodítico, pero más por imbécil que por troglodítico. lo cual es extensible al insoportable amigo canoro. Un acosador hijo puta, que haría que el mismísimo "Alien" resultara un agradable "next boy door". (Si puede dispensarse de alguna manera la introducción de un cuchillo entre los omoplatos de un hombre, he aquí el paradigma)

Con diálogos de innovador descaro, para la época: "¿Es cierto que llevaba una bata? "Sí" "¿Y qué más? "Unas zapatillas y una cinta en el pelo", y una agradable disección del matrimonio, a través de una divertida rivalidad entre dos abogados con clientes enfrentados, en donde importa más quedar por encima del otro, que la conveniencia del cliente (lo cual al final favorece a dichos clientes) Cukor ofrece un ejemplo de la alta comedia con mayúscula y en letras de oro, imprescindible para todo aquel que disfrute con el humor inteligente, aun cuando esté basado en situaciones muy poco creíbles.
Pero, al menos en este caso ¿Qué importa la credibilidad? Y yo respondería: En comedias tan portentosas como ésta, absolutamente nada. Y añadiría con entusiasmo casi infantil: "Pocholita...vivre la petite difference"

Ante todo, "la visita del rencor" de Bernhard Wicki, un director prácticamente desconocido para el grán público, es una metáfora, y así debe ser vista, sin hacer más introspecciones en la credibilidad o no de los hechos narrados.

Realizada con espíritu "neorralista, y a la vez renunciando al realismo de forma absoluta, el film de Wicki, es una apuesta audaz de utilización de la alegoría o la fábula más descarnada para acercarnos a lo peor y más vil de las miserias humanas a través de una película, en la que, en contra de lo que pueda parecer a simple visitas no hay maniqueismos, (ni siquiera la supuesta vengadora tiene una clara justificación), sino simple y llanamente seres humanos en su vertiente obscura.

Bien filmada en ambientes de sórdida claustrofobia, y con una Bergman otoñal, bien asentada en su ambiguo rol, "La visita del rencor" es una interesante reflexión, llena de crudos matices, que se hacen más omnipresentes merced a una adecuada fotografía en blanco y negro y una muy estimable realización con buenos secundarios.

Buena oportunidad actoral para Ingrid Bergman tras sus "imperdonables" escarceos italianos, en una sugerente película de autor.

He aquí uno de esos excelentes weterns de "evasión", sólo, o casi, conocidos por el público de los años 80 del siglo XX por un anecdótico y divertidísimo suceso, ocurrido en un pueblo del Pirineo aragonés, del que fue inspirador esta película, y que curiosamente, con su nombre hacía honor a lo ocurrido.

"Caravana de mujeres" sin embargo, es un film, que vale la pena ver, con independencia de que se conozca o no el suceso. Servida en bonito blanco y negro, quizás para darle un mayor empaque cinematográfico, con un Robert Taylor capaz de abandonar sus modales de acendrado personaje quijotesco, componiendo la figura por excelencia del antihéroe duro, esta película de William Wellman ofrece la extraordinaria epopeya de un grupo de mujeres tan valientes como obstinadas, que en su búsqueda de una nueva vida (o redención en la figura de Denisse Darcel)) llegan a representar el epítome del valor, la fuerza y el espíritu emprendedor del sexo débil ¿?, con infinita más categoría que cualquier "colectivo actual representativo" que se precie. Un extraordinario homenaje a lo puramente femenino, lleno de vigor y visceralidad. (impagable Hope Emerson). Y todo ello, sin abandonar los tópicos del género.(duelo a pistola, lucha con los indios, y comedida violencia, para los gustos de cualquier espectador.

Remata la faena, un precioso tema coral de Jeff Alexander, muy adecuado para este argumento, y que por momentos traslada al espectador a las nubes de lo épico-lírico. Estupenda para todos los públicos.