Wendy & Lucy es una película 100% independiente, despojada por completo de cualquier elemento dramático o adorno. No hay en ella una definición clara de circunstancias, ni de pasado, ni de futuro. No hay en ella la búsqueda por empatizar con la mayoría de sus personajes. Pero sin embargo, conmueve desde el primer minuto hasta el último.

Tensa como la propia situación lo requiere, Wendy & Lucy se centra en la relación de amistad, o más bien de amor, entre una chica, Wendy, y su perra, Lucy, pero se aleja completamente de otras películas del subgénero (Una pareja de tres, Hachiko), porque creo que lo que la directora quiere contar no va por esos derroteros.

Wendy & Lucy ilustra un episodio ejemplar en cuanto al desarraigo y la carencia total de un lugar en el mundo. Wendy sólo tiene a Lucy y Lucy sólo tiene a Wendy. Por eso cuando por avatares de la vida acaban separadas, pocas cosas tendrán sentido para el animal racional, Lucy, ni siquiera el dinero, el maldito dinero; pues su perra es el único ser con el que posee una relación real, su único aliciente emocional, su único sustento, su único amor.

Tan difíciles conceptos son ilustrados a la perfección por un guión y una puesta en escena que nunca pierde el foco y el objetivo de su protagonista, una extraordinaria Michelle Williams que es capaz de transmitir todas esas sensaciones sin apenas palabras. Su vagabundo personaje queda retratado a la perfección y comprendido hasta el último matiz, dejando al espectador una triste, tristísima sensación de soledad y pérdida.