Media votos
5,6
Votos
8 649
Críticas
495
Listas
4
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de LennyNero:
3
5,4
10 877
Terror. Thriller
Remake de la película "La última casa a la izquierda", dirigida por Wes Craven en 1972. Mari Collingwood llega con sus padres a la casa que tienen junto al lago para pasar unos días. Esa misma tarde, saliendo por la zona con su amiga Paige, ambas son secuestradas por Krug, un psicópata que ha escapado de la cárcel, y sus compañeros, su perturbada novia Sadie, su sádico hermano Francis, y su anulado hijo Justin. (FILMAFFINITY)
2 de febrero de 2010
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En diferentes niveles la década de los setenta del siglo pasado se puede considerar como un periodo convulso, pero sobre todo como el abrupto despertar de un sueño. Eventos como el caso Watergate, el prolongamiento y final con derrota de la guerra de Vietnam, la muerte por drogadicción del hippysmo como modo alternativo de vida, la crisis del petróleo…etc marcan un tono de amargura en la sociedad, un estado de ánimo del que el cine no puede escapar tanto en su reflejo argumental como en su estética.
Es en este contexto en el que se fragua un género que años más tarde acabaría bastardizado en forma de grotescas exageraciones como el splatter o reducido su esquema a un simple entretenimiento banal en los films de terror adolescente, se trata del slasher, pariente aparentemente pobre del cine de terror pero que surgió no sólo con la vocación de atemorizar por una vía más explícita sino para hacerse eco de ciertos problemas sociales desde una perspectiva lateral.
Cineastas como Wes Craven (o más tarde Tobe Hopper en La Matanza de Texas, 1974) consiguieron con films como La última casa a la izquierda, no sólo explicitar la violencia de forma cruda sino que, a través de una deliberada estética feista, mostrar el desengaño y la caída de una cierta forma de vivir, la muerte de la inocencia. Concretamente este era un film que pretendía reflejar el ocaso de unos valores liberales, de una juventud post-hippy que aún creía en las bondades de la marihuana, el sexo libre y la comuna pacífica, encontrándose a cambio su reverso tenebroso en forma de pesadilla violenta y sádica. Donde el amor se transmuta en violación, la droga en delirio psicopático y la comuna en familia psicótica y disfuncional. Enmarcado todo ello en un desencanto general con las instituciones, especialmente la policial, cuya inutilidad desemboca en un final aparentemente protofascista pero que en un análisis más detallado se revela como el único posible.
¿Qué aporta entonces este remake realizado por Dennis Iliadis? Partiendo de la base de hallarnos en otro periodo de cierta crisis de valores se podría pensar que el film volvería a estar enfocado hacía la dirección metafórica de su predecesora. Nada más lejos de la realidad, este remake se limita a realizar una copia estilizada sin novedad alguna, entendido esto como la ausencia de nada positivo que remarcar. (sigue en spoiler)
Es en este contexto en el que se fragua un género que años más tarde acabaría bastardizado en forma de grotescas exageraciones como el splatter o reducido su esquema a un simple entretenimiento banal en los films de terror adolescente, se trata del slasher, pariente aparentemente pobre del cine de terror pero que surgió no sólo con la vocación de atemorizar por una vía más explícita sino para hacerse eco de ciertos problemas sociales desde una perspectiva lateral.
Cineastas como Wes Craven (o más tarde Tobe Hopper en La Matanza de Texas, 1974) consiguieron con films como La última casa a la izquierda, no sólo explicitar la violencia de forma cruda sino que, a través de una deliberada estética feista, mostrar el desengaño y la caída de una cierta forma de vivir, la muerte de la inocencia. Concretamente este era un film que pretendía reflejar el ocaso de unos valores liberales, de una juventud post-hippy que aún creía en las bondades de la marihuana, el sexo libre y la comuna pacífica, encontrándose a cambio su reverso tenebroso en forma de pesadilla violenta y sádica. Donde el amor se transmuta en violación, la droga en delirio psicopático y la comuna en familia psicótica y disfuncional. Enmarcado todo ello en un desencanto general con las instituciones, especialmente la policial, cuya inutilidad desemboca en un final aparentemente protofascista pero que en un análisis más detallado se revela como el único posible.
¿Qué aporta entonces este remake realizado por Dennis Iliadis? Partiendo de la base de hallarnos en otro periodo de cierta crisis de valores se podría pensar que el film volvería a estar enfocado hacía la dirección metafórica de su predecesora. Nada más lejos de la realidad, este remake se limita a realizar una copia estilizada sin novedad alguna, entendido esto como la ausencia de nada positivo que remarcar. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
En el lado negativo no sólo cabe destacar la ya mencionada vaciedad de la propuesta, sino que se detecta una profunda falta de valor en su desarrollo. Si bien parece que, vistas sus primeras secuencias, habrá al menos un respeto por no ocultar la carga violenta y hacerla patente en pantalla al final todo queda en el efecto botella de gaseosa, muchos fuegos artificiales, pero a medida que la violencia debe adquirir tonos más salvajes a la par que aumentar su carga significante esta se hace más y más oculta. No se trata de sutileza , se trata de la cobardía de un cineasta que no se atreve a llevar al límite lo propuesto.
Por lo demás nada destacable, ni el trabajo actoral, ni el montaje, ni la estética de cariz videoclipero, consiguen rescatar al conjunto. Si acaso, como resultado de su vaciado social, se produce la paradoja de que finalmente sí haya una moraleja final. Decíamos que el desenlace del film de Craven descartaba toda ideología totalitaria dada su denuncia previa. En este caso, al desaparecer absolutamente cualquier marco referencial todo su desenlace se antoja gratuito, excesivamente entregado a una ideología casi reaccionaria, donde la tortura a la protagonista parece casi merecida por sus devaneos sexual-narcóticos y la retribución a los ejecutores la única respuesta posible si se quiere impartir justicia. La ley, ni está ni se la espera, el cine tampoco.
Por lo demás nada destacable, ni el trabajo actoral, ni el montaje, ni la estética de cariz videoclipero, consiguen rescatar al conjunto. Si acaso, como resultado de su vaciado social, se produce la paradoja de que finalmente sí haya una moraleja final. Decíamos que el desenlace del film de Craven descartaba toda ideología totalitaria dada su denuncia previa. En este caso, al desaparecer absolutamente cualquier marco referencial todo su desenlace se antoja gratuito, excesivamente entregado a una ideología casi reaccionaria, donde la tortura a la protagonista parece casi merecida por sus devaneos sexual-narcóticos y la retribución a los ejecutores la única respuesta posible si se quiere impartir justicia. La ley, ni está ni se la espera, el cine tampoco.