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Western
Tras haber participado en la Guerra de Secesión (1861-1865) en el bando nordista, un indio vuelve con su tribu y se encuentra un panorama desolador: su pueblo vive en la miseria y está a punto de perder sus tierras. Así, pues, tendrá que seguir luchando, en este caso contra las injusticias a las que su pueblo se ve sometido. (FILMAFFINITY)
12 de mayo de 2010
20 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya tenemos aquí otra vez a Anthony Mann dándoselas de concienzado y usando un western para dárselas de guay y humanista.
Pues vale, ya sabemos que los indios eran muy buenos y los blancos muy malos. Pero eso está muy bien para los libros de historia. Pero en cine lo que interesa en el western es la leyenda, y me importa un bledo si es verdad o es mentira, sencillamente que sea un buen western.
No sé qué diablos pasa, pero en los westerns presuntamente humanistas al incluir moralina se olvidan de contar una buena historia. Intentar hacer "cine social" con un western es como hacerlo con el cine de mafiosos, un contrasentido.
Ver a Robert Taylor haciendo de indio navajo es para verlo y no creerlo. Le tiznan el careto y le ponen la peluca de Cleopatra. Es sencillamente ridículo.
Lo único que se salva de este chorra-western es Louis Calhern, que hace de abogado sin escrúpulos, tal como deben ser los leguleyos es un western que se precie.
No es una película indignante, sino "dignante". Lo cual es infinitamente peor.
Pues vale, ya sabemos que los indios eran muy buenos y los blancos muy malos. Pero eso está muy bien para los libros de historia. Pero en cine lo que interesa en el western es la leyenda, y me importa un bledo si es verdad o es mentira, sencillamente que sea un buen western.
No sé qué diablos pasa, pero en los westerns presuntamente humanistas al incluir moralina se olvidan de contar una buena historia. Intentar hacer "cine social" con un western es como hacerlo con el cine de mafiosos, un contrasentido.
Ver a Robert Taylor haciendo de indio navajo es para verlo y no creerlo. Le tiznan el careto y le ponen la peluca de Cleopatra. Es sencillamente ridículo.
Lo único que se salva de este chorra-western es Louis Calhern, que hace de abogado sin escrúpulos, tal como deben ser los leguleyos es un western que se precie.
No es una película indignante, sino "dignante". Lo cual es infinitamente peor.