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España España · Barcelona
Voto de Gilbert:
7
Intriga. Thriller. Cine negro Tras dos años de reclusión, Stephen Neale abandona el sanatorio mental de Lembridge. Se encuentra entonces con un mundo distinto que nada tiene que ver con lo que él conocía. A su alrededor todo resulta inexplicable, sobre todo, el ser víctima de una persecución por parte de agentes del nazismo. Pero, cuando Stephen decide contarle a otras personas lo que le sucede, lo único que consigue es que piensen que está loco. (FILMAFFINITY)
6 de agosto de 2009
35 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ésta es una película de encargo. Ya se sabe, tiempos de guerra y hay que hacer propaganda. La trama es de esas conspiranoias con espías en cada esquina. El productor es el guionista por lo visto, que hizo una buena adaptación de una novela, también de encargo, de Graham Greene. Es curioso lo de este premio Nobel de literatura. Se caracterizaba por su economía narrativa, y por ello era muy adaptable al cine. Sin embrago su obra más conocida es "El tercer hombre", que fue antes guión que novela. Otro encarguito, vamos.

Bueno, pues Fritz Lang aceptó realizar esta película y le impusieron no desviarse del guión. Y no quedó contento con el resultado. ¿Y qué? Mucha gente piensa que si le hubiesen dado más libertad hubiese salido una película más redonda, pero eso nunca se sabe. Igual hubiese sido una castaña. La libertad creativa parece que es una excusa para justificar disgustos más que otra cosa. Bardem por ejemplo no tenía "libertad creativa" cuando filmó sus mejores obras, tenía que ajustarse a la censura. Y cuando la tuvo parió unos bodrietes de aquí te espero. Muchos artistas (Velázquez, Goya o Mozart) crearon sus obras por encargo y tenían que sujetarse a unas reglas. Que luego el artista no esté contento con el resultado nos debería importar un bledo. Lo importante es la obra, lo demás sobra.

Bueno, pues a pesar de su opinión a Lang le salió un buen film con "El ministerio del miedo". Es verdad que se aligera un poco la carga psicológica y el peso de la culpa, desrvirtuando algo los hechos que hay en la novela de Greene. Y la gracieta final es de cara a la galería, vale. Pero Lang lo compensa con una narración ágil, una poderosa fuerza visual, y una sesión de espiritismo filmada como nunca.

Hay una chorrada que se me ha quedado grabada de esta película. Cuando Ray Milland se encuentra por segunda vez con la sensual espiritista ella se sienta en un sofá con las piernas cruzadas de una manera asombrosa. No se sienta en el sofá y luego cruza las pernas, no. Directamente se sienta con las piernas cruzadas en un gesto que aún no sé como lo hace. Eso es glamour, lo demás son tonterías.
Gilbert
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