La película posee una declaración de intenciones con el objetivo de denunciar una de las injusticias sociales que se repiten y que desgraciadamente vuelven a tener cabida en el mundo. Habría que tener quizás más datos históricos sobre los hechos pero sigue siendo genial que se entre en contacto con suceso como éste de esta forma, desde el punto de vista real de los oprimidos y de los que no pudieron tener voz para defenderse en su momento. Ahora y siempre hay que velar por las justicias sociales y educar en valores, Spike Lee nos habla de eso de forma directa y clara. Un referente para la lucha contra la supremacía y el racismo. Las muestras finales no sólo recogen la postura que posee la película (que obviamente ya se denota en todo el filme) sino que es el ejemplo claro de que esta demagogia antiética no está muerta. La violencia y el odio conviven en el lenguaje de nuestros países, bien desde movimientos de masas o minorías como en su justificación desde los líderes políticos o los medios de comunicación.