A caballo entre la comedia negra, el thriller y la película de iniciación, tenemos de nuevo a Jesse Eisenberg en un papel raruno y haciendo gala de otra "composición" marca de la casa. No me gusta este actor. En fin, la cosa va de un personajillo gris y afectado que es apalizado en la calle por una banda de moteros. Meses después, y todavía con el miedo en el cuerpo, decide tomar clases de karate para aprender a defenderse.

Hay que saltarse esta tontería de premisa si queremos tomarnos en serio la función. Aunque nos plantee un dilema sobre la inseguridad la cosa no va de eso, va más sobre sectas y manuales de autoayuda para mentes frágiles. Y para cuando se nos revelan las verdaderas intenciones del guión hemos transitado por algunos pasajes un tanto anodinos que nos hacen removernos en el asiento. La comedia está deslizada sutilmente, no esperen reírse mucho.

La transformación del mindundi en el máquina de matar resulta forzada, sobre todo por la interpretación de Eisenberg, más preocupado de parecer alguien asocial que de interpretar de manera creíble. Aunque resulta interesante el sutil giro que se va pergeñando en torno a su personaje. El final es satisfactorio, quizá lo mejor. Claramente va de menos a más. Tengan paciencia.