Desvaído transitar hacia el desvarío definitivo de una mente que ya lucía síntomas de descarrilamiento. Un chica que arrastra problemas de relación con los demás desde pequeña, conoce a un chorbo del que se queda prendada. A ambos les gustan las cosas rarunas pero a ella le gusta ir más lejos.

He observado con atención el desarrollo de la trama, esperando el inicio de un crescendo que justificara una enorme cantidad de minutos dedicado solo a mostrarnos la torva personalidad de May, una especie de Carrie sin superpoderes pero con la mente trastocada. Cuando las cosas empiezan a desbocarse, ya es un poco tarde, porque el interés ha ido decayendo a medida que las escenas absurdas se sucedían (espoiler). Añadámosle, además, unos secundarios con unas personalidades horrendas o que el guión se afana en que la sangre fluya con el más mínimo corte; nunca entenderé ese afán por ensangrentarlo todo hasta bordear el ridículo.

Tampoco veo que esté bien construido el vínculo entre la infancia de May y el rechazo que recibe ¡solo por llevar un parche en el ojo! (rediós, ¿no había otra manera más disimulada de cubrir un ojo?) y sus parafilias adultas, con la muñeca como nexo de unión. Se entiende el simbolismo que representa la muñeca, pero está pilladísimo por los pelos. Parece más un intento de introducir un elemento Chucky, que maldita la falta que le hacía. Y el tramo final, parece un homenaje a "La Residencia" de Chicho Ibañez Serrador. Sí, es otra película hecha de retales, que intenta dotar de cierta psicología a su protagonista, pero plagada de incongruencias y absurdos.