Ésta fue una de esas películas que no me llamara la atención mientras se proyectaba en las salas de cine tras su estreno; ya que nunca fui muy aficionado a las novelas de Stephen King, y a excepción de El resplandor, tampoco apreciaba en exceso a los largometrajes basados en sus relatos.

Por lo tanto no he tenido la ocasión de visionarla en pantalla grande, y no la tengo en mi memoria con ese grato regusto a tarde de cine, que a veces nos hace sobrevalorar tantas películas. La vi por primera vez cuando la emitieron por televisión en algún año de la década de los ochenta, y me sorprendió muy gratamente, pasando a ser una de mis películas de culto.

Lo que no sé es como definirla, si de terror, de misterio, de ciencia ficción, de intriga política, en fin; que cada cual elija lo que guste.

Pasado el tiempo puedo decir que a mi juicio, junto a Promesas del este, es la mejor obra como director de David Cronenberg, es la mejor adaptación de Stephen King, y es la mejor actuación de Christopher Walken, si exceptuamos la que realizó para, El cazador. Y no quiero dejar de aprovechar para reivindicar aquí al esplendido secundario, Anthony Zerbe; que recordaran por sus intervenciones en cintas cómo, Papillon, Odio en las entrañas o El último hombre… vivo; o más recientemente en Matrix Reloaded y Matrix Revolutions.

He visto La zona muerta en varias ocasiones y la última muy recientemente, y en mi opinión no ha perdido frescura; y ni un ápice de interés.

El comienzo es tranquilo, meciéndose a su inicio en una filmación lenta, en la que pareciese no fuese ocurrir nada extraordinario, salvo el relato de una tragedia, pero de pronto en un giro nos cambia totalmente la percepción, llevándonos a donde nos quiere llevar, a un mundo de percepción extrasensorial. El resto de la película es como si fueran tres episodios distintos de la misma temática, enlazándose entre ellos de un modo coherente, y con su final; del mismo modo.