Ésta es una de esas películas que fueron mitificadas, que dejaron el mundo de los mortales, de los opacos fotogramas, para elevarse al séptimo cielo desde donde lucen los mitos como brillan las estrellas en una noche sin luna y despejada. Pero, como ya he dicho en alguna otra ocasión, esto no es siempre sinónimo de buen cine... Y ésta es una de esas ocasiones.

Por qué afirmo esto. Principalmente porque, a pesar de la buena actuación de Walter Pidgeon, dramáticamente deja que desear, argumentalmente hace por momentos aguas y además sus chistes son muy malos (aunque quizá sólo estén envejecidos). Pero también tiene su lado bueno; sus efectos especiales resultan bastante vistosos (y no sólo para su época), luego tiene a "Robby el robot" -un personaje que le da su impronta a la cinta-, además nos cuenta una magnífica historia de ciencia ficción:

Una nave de "La federación de planetas unidos" se dirige a un lejano planeta para relevar y evacuar a los colonos que llegaron desde La tierra, hace ya algunos años. Pero los tripulantes, dirigidos por su capitán (Leslie Nielsen), no hallan una cálida bienvenida pero sí un misterio. En la colonia sólo queda el Doctor Morbius (Walter Pidgeon) que habita con su hija y un eficacísimo robot de su creación. El Doctor no consigue dar una explicación convincente sobre lo que causó las muertes de sus compañeros... además tanto él como su hija se niegan a abandonar el planeta, mientras insiste en que los visitantes deben despegar lo antes posible... A partir de aquí los tripulantes de la astronave de los planetas unidos comienzan a recibir ataques por parte de monstruosas y enigmáticas criaturas, invisibles, que parecen ser pura energía...

Es una interesante película y una buena representante de la serie B, y sin duda deben echarle un vistazo quienes disfrutan con la ciencia ficción. Pero como tantas veces, el brillo de mito no nos deja ver la simple luz de la proyección, la cara oculta del planeta prohibido...