El gran Sir Alfred, entonces un veinteañero, coqueteó con diversos géneros en su etapa muda inglesa hasta llegar encontrar su camino en los albores del sonoro y así llegar a convertirse en el "mago del suspense" que todos conocemos. Esta es una de sus primerizas obras de aprendizaje.
Se trata de una comedia con un argumento muy trillado y hoy un tanto envejecido que tarda en arrancar pero que va ganando consistencia gracias al pulso de su director. Incluso contiene algunos gags que pueden arrancar la carcajada. Es de destacar asimismo el trabajo de producción y la dirección de arte.