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España España · Xanadú
Voto de Orson_:
9
Cine negro. Intriga. Thriller En la ciudad de Los Angeles un agente de una compañía de seguros (Fred MacMurray) y una cliente (Bárbara Stanwyck) traman asesinar al marido de esta última para así cobrar un cuantioso y falso seguro de accidentes. Todo se complica cuando entra en acción Barton Keyes (Edward G. Robinson), investigador de la empresa de seguros. (FILMAFFINITY)
2 de julio de 2011
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera vez que vi Perdición fue en un cine, afortunadamente, y al salir de la sala supe que tendría esta película metida dentro de mí para toda la vida.
Pocas veces he visto un guión tan perfecto, redondo, sin fisuras, repleto de diálogos ingeniosos, de doble sentido, y a la vez una exposición tan trágica de la atracción irresistible del deseo en las personas y sus consecuencias.

La historia era tremendamente atrevida para la época, ya que dejaba bien claro que la motivación del protagonista es siempre el deseo sexual, con el cual ella juega para beneficio propio pensando a su vez en utilizar a su amante en un asesinato. O sea, deseo, morbo, sexo, asesinato, infidelidad, toda una serie de inmoralidades que burló los códigos éticos del momento de verdadero milagro.
El guión tienen además varios elementos novedosos para la época: la narración comienza por el final, para contarnos en primera persona todo lo sucedido desde el principio, siempre desde el punto de vista subjetivo del culpable. Y otra curiosidad, siendo una obra imprescindible del cine negro, en cambio deshecha muchos de los elementos de ese género, ya que ningún personaje representa a la ley ni está ambientada en ambientes conflictivos: él es un vendedor de seguros y ella un ama de casa. Algo sorprendente para ser los protagonistas de una historia de asesinatos y estafas. Y algo más, no le persigue la ley, sino que su verdadero problema es que la empresa en la que trabaja no descubra el fraude, porque lo que realmente le preocupa es que descubran que ha traicionado la confianza y amistad de su jefe, el aquí fenomenal Edward G. Robinson.

Está basada en el libro de James M. Cain autor también de El cartero siempre llama dos veces, y en la adaptación colaboraron el propio Billy Wilder y Raymond Chandler, el creador de Philip Marlowe. Wilder y Chandler se llevaron fatal desde el primer día, pero eso no influyó para que construyeran un guión perfecto.
La historia era tan escandalosa para la época, que todos los actores a los que se les ofrecieron el papel lo rechazaron: Alan Ladd, Spencer Tracy, Gregory Peck, James Cagney…. hasta que llegó a Fred MacMurray y se lo quedó. En cambio para el personaje femenino se pensó desde el primer momento en Barbara Stanwyck, que tuvo que ser convencida por Wilder, ya que a pesar de gustarle no se atrevía a interpretar a una mujer fatal.

El resultado fue una obra maestra inmediata, que ya en su propia época fue considerada un ejemplo a seguir. Para el que no la ha visto, le recomiendo que lo haga cuanto antes, es de esas películas que han servido de ejemplo a otras posteriores durante décadas.

Yo aún tengo grabada a fuego en el recuerdo la voz de ese pobre vendedor de seguros, susurrándome, mientras se le escapaba la vida a borbotones, cómo arruinó su vida en cuanto vio a aquella mujer bajar las escaleras y apoderarse de su alma.
Orson_
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