En un film convencional debían haber previsto una presentación más explícita y un desenlace revelador, de una trama que en lo formal solo nos sugiere interrogantes.
Impactan los planos de una estética que destaca las las desoladas imágenes de la estepa rusa en su grandiosidad conmovedora. Marco adecuado a la tensa y por momentos turbadora interrelación de un padre devenido de lo ignoto, con sus dos hijos que sobrellevan sus rigideces con distinto grado de tolerancia. Escenas de lacerante dramatismo animadas por personajes profundos, con vislumbres de los estereotipos de la literatura rusa del siglo decimonoveno.
La trama se desarrolla durante el transcurso de un viaje de propósitos aparentes. Sus más notorias secuencias están representadas por el simbolismo de dos torres que señalan el origen y el fin de las inhibiciones de su hijo menor y su postrer descubrimiento de los recónditos sentimientos de su padre.
Resultaré cara su redención, lograda a través de la tragedia desencadenada por su exaltada sensibilidad e inmadurez afectiva.
A través de esta certeza, el espectador asume que ya no resultan importantes las veladas razones que motivaron el regreso de un padre devenido en un maleable instrumento del destino.
Un film maravilloso, sin duda una joya del cine-arte mundial.

Homero. Mar del Plata, Argentina