Jack Black y Ben Stiller encarnan a Nick y a Tim. Dos amigos íntimos que viven uno enfrente del otro. Un día, Nick tiene una fantástica idea, que por supuesto le cuenta a su mejor amigo. No le importaría compartir el futuro éxito de la misma, para lo cual Nick le propone a Tim que invierta con él una pequeña suma de dinero en desarrollarla, algo que este declina hacer. No hace falta decir que la idea funciona, y eso convierte a Nick en un multimillonario, sin otra preocupación que divertirse, y a Tim en alguien haciendo lo posible por no ponerse a llorar frente a su corta visión empresarial.
La realidad es que sí, deberían haber sacado esta película directamente al mercado del vídeo, o incluso no haberla estrenado. No es fácil comprender como reunen a cuatro actores sobradamente conocidos, con un director de buenas películas como: Esfera o Bandidos y el resultado es tan insustancial.
El guión encaja perfectamente con las cualidades de los dos actores principales, pues Nick es la parte soñadora y bastante alocada de esta pareja, mientras que Tim es su opuesto, trabajador y realista. Por desgracia, el humor brilla por su ausencia. Pasan y pasan los minutos y es prácticamente imposible encontrar nada mínimamente divertido. Es como si la historia solo quisiera hacernos pasar un buen rato sin mayores pretensiones, pero lo realmente esperado al ver los actores de peso que participan es que sea una gran comedia. Al comprender el resultado te quedas aun más frío e indiferente ante lo que ves que si los actores hubieran sido desconocidos.
El director no sabe encontrarle el pulso al guión y llevar la historia de forma graciosa. Se fija demasiado en los actores haciendo barbaridades, que supongo espera resulten graciosas por sí mismas, y poco en preparar el terreno para que la siguiente vuelta de tuerca sea la que te haga trincharte de risa. Está claro que el guión poco profundo y sin pretensiones no es una ayuda, pero el caso es hacer todo lo que se pueda para destacar y no ser un conformista.
Lo más difícil de entender es como los actores se dejan engatusar y les colocan un guión tan poco aprovechable. Ben Stiller tiene muchos minutos en pantalla, solo resulta mínimamente creíble un reducido periodo de tiempo como el amigo con la cabeza fría y todo bajo control. Tras ese tiempo, aburre. Jack Black está tan desatado como siempre, pero traspasa la fina línea entre excentricidad y ridículo, de manera que su personaje tampoco resulta creible. Christopher Walken tiene el papel que debería haber llevado de cabeza al de Bent Stiller y sin embargo, resulta muy inofensivo para él. Eso detrae más comedia de la que aporta, no resulta ser el catalizador que debería haber sido.
Definitivamente una película que debería haber contado con dos actores principales de menor importancia, y de la que probablemente nadie hubiera sabido nada, porque con ese guión poco se podía hacer.