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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Terror Inspirada en una historia real sucedida en el madrileño barrio de Vallecas en los años 90. Tras hacer una ouija con unas amigas, una adolescente es asediada por aterradoras presencias sobrenaturales que amenazan con hacer daño a toda su familia. (FILMAFFINITY)
1 de enero de 2018
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El gran valor de “Verónica” estriba en que logra trasladar un subgénero radicalmente foráneo a la inconfundible imaginería patria sin que en tan ardua traducción aquél pierda gota alguna de su esencia y ésta deje de resultarnos familiar como el olor de la laca “Nelly” usada por nuestras abuelas a discreción.
Efectivamente, pocos motivos se me ocurren más alejados que el primisecular terror japonés de colegialas posesas, el cine social de Fernando León de Aranoa y un episodio de “Cuarto Milenio”. En cambio, Paco Plaza no sólo los encuentra perfectamente compatibles, sino que, igual que ya hiciera junto a Jaume Balagueró en la antológica “[•Rec]” ([Rec], 2007), agita la coctelera para servirnos un nuevo combinado no sé si más insalubre que gozoso o viceversa; rabiosamente divertido, eso sin lugar a dudas.
Aquella “13 Rue del Percebe” del Ensanche barcelonés infestada de zombies da aquí paso al “Barrio” (ídem, 1998) típico del antedicho León de Aranoa, con su paisanaje lumpen y efluvios de fritanga, en su caso a guisa de telón de fondo para un florido ramillete de sustos desde el averno (con amor).
Más discutible me parece la ubicación temporal escogida para la historia, por lo que tiene de oportunismo nostálgico y porque empieza a confirmar mis sospechas de que, tras los ochenta, le ha llegado el turno del “revival” a una década, la de los noventa, sin apenas nada digno de remembranza. Claro que, tampoco carece de lógica, toda vez que fueron años durante los que se produjo un incontestable “boom” de presuntos fenómenos paranormales, con toda una fauna asociada, radiofónica primero y catódica después, asimismo digna de estudio, me abstendré de valorar si antropológico o zoológico.
La verdad, prácticamente todo en “Verónica” sale a pedir de boca, incluida la banda sonora, macedonia alucinada de sintetizadores y temazos de “Héroes del Silencio”. Lo que molaba Enrique Bunbury antes de convertirse en su madre...
En cuanto a los niños actores —en rigor estadístico, niñas actrices—, ni las gemelas —¿o son mellizas?—, ni el pequeño estrábico, monísimo, ni la protagonista, una Sandra Escacena en edad tan difícil que no hace sino acrecentar su mérito, se hacen cargantes. Al contrario; entregan, de hecho, un trabajo ciertamente encomiable.
Carorpar
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