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Voto de Carorpar:
4
6,1
2 884
Comedia. Infantil
Nicolás vive feliz y querido por sus padres, con una pandilla de amiguetes con los que se lo pasa bomba...; no quiere para nada que las cosas cambien. Pero un buen día, Nicolás oye una conversación entre sus padres por la que entiende que su madre está embarazada. Le entra tal terror que se imagina lo peor: le va a caer encima un hermanito que acaparará todos los cuidados de sus padres... hasta el punto de que hasta puede que acabe ... [+]
16 de julio de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La adaptación de las maravillosas historias dadas a luz por dos genios como René Goscinny y Jean-Jacques Sempé incurre en una flagrante desnaturalización de aquéllas, no por sospechada menos lacerante.
Nunca me cansaré de insistir en que hay obras literarias muy difícilmente traducibles al lenguaje cinematográfico. Ello se debe a que sendos medios hablan idiomas, de tan distintos, en ocasiones inconciliables. Si bien hay novelas que mejoran sustancialmente vertidas a la gran pantalla, caso de “El Padrino” o “El nombre de la rosa”, pero ése es otro cantar.
“Le Petit Nicolas”, por su parte, es un ejemplo palmario de lo que no debe hacerse jamás cuando se filma literatura infantil: tomar al espectador no por niño sino por imbécil. Así, la ironía sutil que atraviesa cada línea salida de la brillante pluma de Goscinny, y que de modo casi tan admirable —si no más, incluso— plasmase Sempé en sus entrañables dibujos de pocos trazos e insuperable dinamismo, es aquí sustituida por un torpe “slapstick” plagado de coscorrones y desmayos sin razón aparente. Además, la estructura de los libros, hecha de capítulos autoconclusivos cuya observación conjunta proporciona una agradable sensación impresionista a su lectura, queda reducida a una sucesión inconexa de episodios a los que cuesta encontrar la gracia o un mínimo interés siquiera.
En mi defensa cabe alegar que me la pasó en un USB la profesora del curso intensivo de francés en que me he matriculado a fin de dotar de cierto sentido a unas vacaciones (forzadas) más largas de lo deseable. Ver “Los cuatrocientos golpes” en su lugar hubiera resultado un poco sociópata. A ella le he dicho que no está mal— la película—, pero que me quedo con los libros. Y sí, se lo he dicho en francés.
Nunca me cansaré de insistir en que hay obras literarias muy difícilmente traducibles al lenguaje cinematográfico. Ello se debe a que sendos medios hablan idiomas, de tan distintos, en ocasiones inconciliables. Si bien hay novelas que mejoran sustancialmente vertidas a la gran pantalla, caso de “El Padrino” o “El nombre de la rosa”, pero ése es otro cantar.
“Le Petit Nicolas”, por su parte, es un ejemplo palmario de lo que no debe hacerse jamás cuando se filma literatura infantil: tomar al espectador no por niño sino por imbécil. Así, la ironía sutil que atraviesa cada línea salida de la brillante pluma de Goscinny, y que de modo casi tan admirable —si no más, incluso— plasmase Sempé en sus entrañables dibujos de pocos trazos e insuperable dinamismo, es aquí sustituida por un torpe “slapstick” plagado de coscorrones y desmayos sin razón aparente. Además, la estructura de los libros, hecha de capítulos autoconclusivos cuya observación conjunta proporciona una agradable sensación impresionista a su lectura, queda reducida a una sucesión inconexa de episodios a los que cuesta encontrar la gracia o un mínimo interés siquiera.
En mi defensa cabe alegar que me la pasó en un USB la profesora del curso intensivo de francés en que me he matriculado a fin de dotar de cierto sentido a unas vacaciones (forzadas) más largas de lo deseable. Ver “Los cuatrocientos golpes” en su lugar hubiera resultado un poco sociópata. A ella le he dicho que no está mal— la película—, pero que me quedo con los libros. Y sí, se lo he dicho en francés.