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6
10 de noviembre de 2013
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Radnor tiene una manera de dirigir muy similar a la que tiene de actuar, poco alejada, supongo, de su manera de ser: agradable e inofensiva.
A falta de ver su opera prima de abracadabrante, o, si se quiere, supercalifragilístico, título "HappyThankYouMorePlease", me atrevo a aventurar que hay en su cine menos Woody Allen del que pretende. Radnor maneja unos conceptos humorísticos de una blancura prístina y carece de la pegada y el cinismo feroz de aquél. Además, Allen es un erotómano recalcitrante, sobretodo en su primera época; comparada, la visión que Radnor tiene del sexo parece la de un asceta, una frígida o un fumado.
Sí, a ambos les gusta Nueva York. También a mí. ¿A quién no? Ergo ¿todos somos Woody Allen? Afortunadamente no.
Desmontada la equiparación facilona, pongamos en valor las cualidades genuinas de "Liberal Arts"- mucho más matizado en su versión original que en la española y demasiado obvia "Amor y letras"-. Se trata de una cinta francamente refrescante. Muy bien escrita, plantea una interesante reflexión acerca del paso del tiempo, y de la propia vida- ¿qué otra cosa es ésta si no?-, desde el punto de vista de tres estratos generacionales. Y lo hace sin caer en tentaciones retóricas, del mismo modo que la trama, o las tramas amorosas se narran sin caer en la cursilería a la que tanta devoción muestra su gazmoño personaje en la genial "Cómo conocí a vuestra madre". El bonito conjunto se adorna con las estupendas interpretaciones de una adorable Elizabeth Olsen- pocas risas femeninas como la suya oiré jamás-, y del siempre excelente- incluso en "The cabin in the woods" y "Come, reza, ama", por más que me duela reconocerlo- Richard Jenkins. De la del propio Radnor poca cosa puede decirse, habida cuenta de la sensación de estar haciendo de sí mismo que siempre me transmite. Y no, esto último tampoco lo convierte en la reencarnación de Woody Allen. No tiene, no puede tenerlo, su colmillo retorcido. Mejor para él, no tanto para su cine.
A falta de ver su opera prima de abracadabrante, o, si se quiere, supercalifragilístico, título "HappyThankYouMorePlease", me atrevo a aventurar que hay en su cine menos Woody Allen del que pretende. Radnor maneja unos conceptos humorísticos de una blancura prístina y carece de la pegada y el cinismo feroz de aquél. Además, Allen es un erotómano recalcitrante, sobretodo en su primera época; comparada, la visión que Radnor tiene del sexo parece la de un asceta, una frígida o un fumado.
Sí, a ambos les gusta Nueva York. También a mí. ¿A quién no? Ergo ¿todos somos Woody Allen? Afortunadamente no.
Desmontada la equiparación facilona, pongamos en valor las cualidades genuinas de "Liberal Arts"- mucho más matizado en su versión original que en la española y demasiado obvia "Amor y letras"-. Se trata de una cinta francamente refrescante. Muy bien escrita, plantea una interesante reflexión acerca del paso del tiempo, y de la propia vida- ¿qué otra cosa es ésta si no?-, desde el punto de vista de tres estratos generacionales. Y lo hace sin caer en tentaciones retóricas, del mismo modo que la trama, o las tramas amorosas se narran sin caer en la cursilería a la que tanta devoción muestra su gazmoño personaje en la genial "Cómo conocí a vuestra madre". El bonito conjunto se adorna con las estupendas interpretaciones de una adorable Elizabeth Olsen- pocas risas femeninas como la suya oiré jamás-, y del siempre excelente- incluso en "The cabin in the woods" y "Come, reza, ama", por más que me duela reconocerlo- Richard Jenkins. De la del propio Radnor poca cosa puede decirse, habida cuenta de la sensación de estar haciendo de sí mismo que siempre me transmite. Y no, esto último tampoco lo convierte en la reencarnación de Woody Allen. No tiene, no puede tenerlo, su colmillo retorcido. Mejor para él, no tanto para su cine.