Maravilloso western al que el epíteto de crepuscular resulta tan obscenamente obvio como estrecho de miras. Clint Eastwood, último de los clásicos con vida, representante excelente de un cine que jamás regresará, rinde homenaje a un género muerto hacía décadas, resucitándolo en esta joya insuperable.
Alcanza aquí Clint Eastwood su absoluta cima cinematográfica- cosa nada fácil a la vista de la apabullante calidad de su filmografía- porque en esta cinta, en sus sombríos paisajes y en cada uno de sus inolvidables y decadentes personajes se realiza una de las obras máximas, no ya del western, sino de la Historia del cine entera.
Agradecido, reconoce a sus maestros, Don y Sergio, dedicándoles este poema a tiros. Pero hay en Eastwood mucho más que la cruda violencia de Siegel y las cínicas viñetas de cómic con que, en su día, también Leone revitalizó el género. Hablamos de un clasicismo hermoso, en el que las escenas se desarrollan frente a una cámara que se limita a recogerlas con el mimo del que solamente es capaz un tipo con la sensibilidad de Clint Eastwood, sin ortopedias artificiosas, porque la realidad sucede así ante nuestros ojos, sin travellings enloquecidos ni tiempos-bala.
Decía de la sensibilidad de Eastwood: pocos autores conozco dotados como él a este respecto. Los personajes que recorren "Sin perdón" manifiestan una hondura psicológica impropia del arquetipo. Las relaciones que se establecen entre ellos están contadas con una sutileza solamente al alcance del profundísimo conocedor de la naturaleza humana que es Clint Eastwood. Para muestra, dos ejemplos: la del sheriff Little Bill y el biógrafo pulp Beauchamp, o la del pistolero Will Munny y la prostituta mutilada Delilah.
Las soberbias interpretaciones de los tres gigantes Clint Eastwood, Gene Hackman y Morgan Freeman son las que, desde este film en adelante, los convierten en precisamente eso: gigantes. El violento sheriff Hackman, el flemático ex pistolero Freeman y, sobretodo, el "mudo" prejubilado que regresa de entre los cerdos para hacer de nuevo justicia por un puñado de dólares: Clint Eastwood.